“Una silla refleja el carácter de su dueño”
El alemán ha viajado a España para inaugurar una exposición que recorre la historia del diseño industrial desde el siglo XIX hasta hoy a través de su colección de sillas
En la Alemania de finales de los cuarenta, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, había pocos juguetes. Pero la escasez siempre despierta el ingenio; el ingenio puede crear una pasión y una pasión, una profesión. En el caso del coleccionista y organizador de exposiciones Alexander von Vegesack (Jena, Alemania, 1945), de éxito: “En las ruinas de la guerra encontré cosas para jugar y las convertí en coches, animales o personas en mi mente. Después descubrí objetos reales en los mercadillos y fui aprendiendo sobre ellos”, relata el también cofundador del Vitra Design Museum y de la escuela de diseñadores y arquitectos Domaine de Boisbuchet en Francia. De ahí hasta atesorar una de las mayores colecciones de sillas de diseño hay un tramo: “Hacía funciones de teatro y comprábamos las sillas más baratas, que eran de madera curvada e increíblemente prácticas. Me fascinó esa ingeniosa versatilidad. Descubrí que era el objeto ideal con el que ilustrar casi todas las evoluciones de nuestra civilización”. Hoy su colección con joyas de Mies van der Rohe, Le Corbusier o Ray Eames puede verse en la exposición Sillas: iconos del diseño moderno, en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, en Madrid.
–¿Puntuaría el diseño español con buena nota o lo ve cojo?
Debido a mi larga colaboración con los museos españoles estoy muy satisfecho con el actual interés general por el diseño como intermediario ideal entre la cultura y la industria. Además, la relevancia de Madrid en la escena del diseño está aumentando y creo que esto se debe a una combinación de un rico patrimonio cultural, una comunidad de diseño abierta y un compromiso con iniciativas con visión de futuro, como el Madrid Design Festival, en el que se enmarca esta exposición.
–¿Son las sillas lo primero en lo que se fija cuando entra en una casa?
No. Lo primero que me interesa es la impresión general, pero por supuesto siempre tengo mucha curiosidad por ver de qué colores y materiales están hechas, para tener una mejor idea del gusto del morador.
–¿Un dime dónde te sientas y te diré quién eres?
Una silla refleja una idea del carácter, la riqueza o el confort que esta persona busca. Si tiene buen gusto y adora su silla o si simplemente quiere impresionar a los visitantes.
–Asegura que es un mueble capaz de reflejar el paso de la historia. Imagino que la sostenibilidad es una de sus patas ahora, ¿no?
Los fabricantes no tienen otra opción: deben seguir estos parámetros en cuanto a medio ambiente. Se vuelven a utilizar madera, ratán y tejidos de cesta para las sillas, pero la mayoría de los clientes aún prefiere muebles de metal o plástico, que parecen más baratos y más contemporáneos, pero que al final no lo son.
–¿Cómo será la silla del futuro?
En Domaine de Boisbuchet tenemos cada vez más talleres que analizan nuevas fibras orgánicas, hongos y materiales vegetales porque el interés en estas nuevas posibilidades es muy fuerte. Cualquier investigación significativa en el ámbito de la naturaleza puede abrirnos posibilidades completamente nuevas.
–En 1989 cofundó el Vitra Design Museum, con sede en Alemania, y lo dirigió durante 20 años. ¿Cómo esa faceta ha influido en su rol como coleccionista?
En todos esos años tuve muchas oportunidades de ver colecciones en todos los campos relevantes y aprender lo que me importaba: contar historias sobre nuestra civilización. No coleccioné para vender los objetos en algún momento. Fueron y son la base de todas mis exposiciones y se han convertido en un componente docente permanente en nuestra academia.
–¿Cuál es el mayor reto de gestionar una institución cultural?
Armonizar sus ambiciones en términos de contenidos con las condiciones económicas, políticas y sociales y la batalla constante con los mandos cuando no entienden tu elección de temas y tu presentación y quieran cancelarlos.
–Siempre queda una silla en la que encontrar refugio...
Y si solo puede ser una y hay que pasar horas en ella, que sea una sencilla de madera que permita al cuerpo la mayor libertad de movimiento.*