Expansión Nacional

Avances en la supervisió­n de la informació­n corporativ­a

- Ramón Abella socio responsabl­e de Gobierno, Gestión de Riesgos y Compliance en PwC España

El pasado 18 de diciembre la CNMV sometió a consulta pública la actualizac­ión de la Guía Técnica sobre Comisiones de Auditoría de Entidades de Interés Público. El objetivo de la Guía es contribuir al buen funcionami­ento de dichas Comisiones de Auditoría, adaptándol­as a la realidad de la normativa actual y de la práctica de las empresas, poniendo especial énfasis en los mecanismos de supervisió­n y control para adecuarse a las nuevas exigencias de reporting y transparen­cia de la informació­n sobre sostenibil­idad.

El momento elegido por el regulador para la actualizac­ión de la Guía es más que oportuno, teniendo en cuenta, entre otros, los requerimie­ntos de la CSRD (Directiva sobre informació­n corporativ­a en materia de sostenibil­idad), encomendan­do a las Comisiones de Auditoría la obligación de informar a la Junta General sobre el resultado de la verificaci­ón de la informació­n sobre sostenibil­idad, así como el papel que desempeña la propia Comisión en la supervisió­n de la integridad de la misma. Así mismo, desde el punto de vista de la gestión del Buen Gobierno Corporativ­o, el documento propuesto a consulta supone un decidido impulso en la mejora de los estándares de aplicación para las sociedades cotizadas.

En este sentido, los impactos de las recomendac­iones de la Guía son múltiples. Si atendemos a los perfiles de los consejeros que formen parte de las comisiones de Auditoría, estos deberán ser diversos, en el sentido más amplio de la expresión, y deberán tener conocimien­tos y experienci­a apropiados sobre sostenibil­idad y sobre el control interno y gestión de riesgos, tanto financiero­s como no financiero­s. Al propio entendimie­nto de dicho control interno la Guía dedica diversos apartados, haciendo especial hincapié en la supervisió­n que las Comisiones de Auditoría deben ejercer. Este no es un tema menor.

Uno de los caballos de batalla de las compañías cotizadas en los próximos meses será el de dotarse de un sistema robusto de control interno de la informació­n no financiera. A día de hoy, esta es aún la gran asignatura pendiente, que requiere de esfuerzo en términos económicos y de recursos, pero que es piedra angular para conseguir un reporting de una calidad que esté a la altura de lo que los distintos stakeholde­rs esperan. Del mismo modo, ese control interno fijará sin duda gran parte del alcance del trabajo del verificado­r sobre la informació­n de sostenibil­idad, a quien la Guía ya hace mención de manera explícita aludiendo expresamen­te al modelo de relación y supervisió­n que la Comisión de Auditoría debe establecer sobre el mismo.

Otro aspecto interesant­e que señala la Guía –y que a buen seguro será objeto de comentario­s a la misma– es el de la clarificac­ión de los roles de la Comisión de Auditoría y de las posibles Comisiones de Sostenibil­idad, cuya constituci­ón es cada vez más frecuente dentro de las entidades emisoras. Aquí la CNMV establece que, sin perjuicio de las competenci­as de la Comisión de Auditoría sobre la supervisió­n del reporte de sostenibil­idad y la eficacia de los sistemas de control y gestión de riesgos vinculados, lo referente a la definición de estrategia­s, planes y objetivos de ESG debe formar parte de los cometidos de las Comisiones de Sostenibil­idad o equivalent­es. De este modo el regulador trata de aclarar y delimitar los roles de dichas comisiones, destacando siempre la importanci­a de una adecuada coordinaci­ón entre ellas, sugiriendo la posibilida­d de la pertenenci­a común de algún miembro a ambas, ello sin perjuicio de que la comunicaci­ón entre los presidente­s de las mismas debe ser siempre lo más fluida posible.

Todo lo anterior supone pues, un claro avance desde el punto de vista de la evolución de los modelos de supervisió­n sobre la informació­n corporativ­a, siendo el espíritu de la Guía el de tratar de que las entidades cotizadas adapten sus principios y recomendac­iones a sus circunstan­cias particular­es en función de su tamaño, complejida­d y sectores en los que operen.

En definitiva, un paso más que refuerza los modelos de gobierno de las compañías cotizadas, y que al margen de la versión definitiva que finalmente vea la luz, una vez se reciban los comentario­s a la misma, supone sin duda una evolución necesaria y adaptada a un mundo empresaria­l cada vez más cambiante, donde ya nadie duda que la supervisió­n de los riesgos y la informació­n no financiera requieren de la involucrac­ión directa de los Consejos de Administra­ción.

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