Avances en la supervisión de la información corporativa
El pasado 18 de diciembre la CNMV sometió a consulta pública la actualización de la Guía Técnica sobre Comisiones de Auditoría de Entidades de Interés Público. El objetivo de la Guía es contribuir al buen funcionamiento de dichas Comisiones de Auditoría, adaptándolas a la realidad de la normativa actual y de la práctica de las empresas, poniendo especial énfasis en los mecanismos de supervisión y control para adecuarse a las nuevas exigencias de reporting y transparencia de la información sobre sostenibilidad.
El momento elegido por el regulador para la actualización de la Guía es más que oportuno, teniendo en cuenta, entre otros, los requerimientos de la CSRD (Directiva sobre información corporativa en materia de sostenibilidad), encomendando a las Comisiones de Auditoría la obligación de informar a la Junta General sobre el resultado de la verificación de la información sobre sostenibilidad, así como el papel que desempeña la propia Comisión en la supervisión de la integridad de la misma. Así mismo, desde el punto de vista de la gestión del Buen Gobierno Corporativo, el documento propuesto a consulta supone un decidido impulso en la mejora de los estándares de aplicación para las sociedades cotizadas.
En este sentido, los impactos de las recomendaciones de la Guía son múltiples. Si atendemos a los perfiles de los consejeros que formen parte de las comisiones de Auditoría, estos deberán ser diversos, en el sentido más amplio de la expresión, y deberán tener conocimientos y experiencia apropiados sobre sostenibilidad y sobre el control interno y gestión de riesgos, tanto financieros como no financieros. Al propio entendimiento de dicho control interno la Guía dedica diversos apartados, haciendo especial hincapié en la supervisión que las Comisiones de Auditoría deben ejercer. Este no es un tema menor.
Uno de los caballos de batalla de las compañías cotizadas en los próximos meses será el de dotarse de un sistema robusto de control interno de la información no financiera. A día de hoy, esta es aún la gran asignatura pendiente, que requiere de esfuerzo en términos económicos y de recursos, pero que es piedra angular para conseguir un reporting de una calidad que esté a la altura de lo que los distintos stakeholders esperan. Del mismo modo, ese control interno fijará sin duda gran parte del alcance del trabajo del verificador sobre la información de sostenibilidad, a quien la Guía ya hace mención de manera explícita aludiendo expresamente al modelo de relación y supervisión que la Comisión de Auditoría debe establecer sobre el mismo.
Otro aspecto interesante que señala la Guía –y que a buen seguro será objeto de comentarios a la misma– es el de la clarificación de los roles de la Comisión de Auditoría y de las posibles Comisiones de Sostenibilidad, cuya constitución es cada vez más frecuente dentro de las entidades emisoras. Aquí la CNMV establece que, sin perjuicio de las competencias de la Comisión de Auditoría sobre la supervisión del reporte de sostenibilidad y la eficacia de los sistemas de control y gestión de riesgos vinculados, lo referente a la definición de estrategias, planes y objetivos de ESG debe formar parte de los cometidos de las Comisiones de Sostenibilidad o equivalentes. De este modo el regulador trata de aclarar y delimitar los roles de dichas comisiones, destacando siempre la importancia de una adecuada coordinación entre ellas, sugiriendo la posibilidad de la pertenencia común de algún miembro a ambas, ello sin perjuicio de que la comunicación entre los presidentes de las mismas debe ser siempre lo más fluida posible.
Todo lo anterior supone pues, un claro avance desde el punto de vista de la evolución de los modelos de supervisión sobre la información corporativa, siendo el espíritu de la Guía el de tratar de que las entidades cotizadas adapten sus principios y recomendaciones a sus circunstancias particulares en función de su tamaño, complejidad y sectores en los que operen.
En definitiva, un paso más que refuerza los modelos de gobierno de las compañías cotizadas, y que al margen de la versión definitiva que finalmente vea la luz, una vez se reciban los comentarios a la misma, supone sin duda una evolución necesaria y adaptada a un mundo empresarial cada vez más cambiante, donde ya nadie duda que la supervisión de los riesgos y la información no financiera requieren de la involucración directa de los Consejos de Administración.