Frenazo económico y riesgos en el horizonte
Si el presente económico de la eurozona es negativo (dos tercios de los principales economistas encuestados por estiman que ya ha entrado en recesión en la segunda mitad de este año), el futuro próximo no es nada halagüeño, ya que los analistas apuntan a un lánguido avance del 0,6% en 2024. Por un lado, el consumo se ha frenado por la inflación, mientras que la subida de tipos necesaria para atajarla está laminando la inversión. Por otro, el impacto de los fondos europeos está siendo mucho más limitado de lo previsto y el gasto público, que fue el principal soporte de la actividad durante la fase más dura de la pandemia, ahora se tiene que moderar o incluso ajustar una vez que entren en vigor las nuevas reglas fiscales. Y, por último, la exportación no puede ser una válvula de escape cuando el comercio internacional se encuentra fragmentado por la guerra en Ucrania y cuando la economía china se está ralentizando a pasos agigantados. Por si todo ello fuera poco, el escenario se encuentra sometido a fuertes riesgos, como es el caso de una eventual victoria rusa en su guerra contra Ucrania o de un nuevo acelerón en la espiral inflacionista que podría venir provocado por posibles restricciones del suministro de energía y por el aumento de los salarios, tensionados por la falta de profesionales en determinadas áreas. Todo ello urge a tomar medidas que apuntalen la actividad económica, aunque en una dirección opuesta. Si hasta ahora se ha optado por la vía del gasto público y la inversión, quizá ahora sea preferible optar por bajadas de impuestos y reformas que fortalezcan la competitividad.