“Al crear confianza, somos un aceite que engrasa la economía”
“Nuestro propósito es único: ayudamos a transformar la sociedad generando confianza en las personas”
“El 80% de los auditores está en nuestra plantilla para garantizar así su independencia y rigor”
Certificado de Calidad, Riesgos y seguridad, Medio ambiente, I+D+i, Responsabilidad social, Compliance y buen gobierno... hasta 197 acreditaciones. Desde hace 37 años, Aenor (nacida en 1986 como la Asociación Española de Normalización y Certificación) garantiza que las organizaciones cumplen con estas y otras buenas prácticas. Una entidad sin ánimo de lucro que se transformó en empresa en enero de 2017. “Hasta entonces, solo tenían que medio cuadrar gastos con ingresos, aunque tenía pequeñas pérdidas”, revela Rafael García Meiro (San Sebastián, 1968), responsable de liderar ese cambio, “de pasar de no tener ebitda a tener en torno al 6,3% y cerrar 2023 con una facturación de 106 millones de euros”, y de explicar el nuevo modelo de trabajo para sus entonces 650 empleados, ahora más de 1.100.
Tras doce años como consultor de estrategia en Accenture –“donde entendí la visión completa de una compañía, atendiendo todas sus áreas”– pasó a ser ejecutivo en la multinacional de tecnología Cisco Systems –“y aprendí a ser directivo y la importancia de las relaciones”–. Después, “en Telefónica, comprendí cómo un headquarter gestiona poder. Cuando llegué a Aenor supe que la formación en estos tres puestos sería imprescindible para mi rol actual”, reconoce García Meiro, que considera que “Aenor es una Telefónica en pequeñito, porque, aunque muy por debajo en ingresos, estamos en 13 países”.
Hasta la entrada del ejecutivo, la entidad no tenía especificado su fin, “un propósito único: ayudamos a transformar la sociedad generando confianza en las personas y organizaciones [mediante servicios de evaluación de la conformidad [certicación, inspección y ensayos–, formación e información]. Yo solo lo definí, puse palabras a un ADN que existe desde que se fundó. Y al generar esa confianza somos un aceite que engrasa la economía para que vaya más rápido, un catalizador que hace que no se estanque”, apunta.
Según el CEO de esta compañía, sus “de 22.000 a 25.000 clientes en España, si consideramos todas las líneas de negocio o no, que suman más de 80.000 centros de trabajo por el mundo, se autosegmentan, porque el que requiere que le certifiquemos alguna práctica es porque sabe que la cumple. Está orgulloso y quiere que se lo confirmemos. Y aquí es donde ayudamos a mejorar la sociedad, una sociedad española que está mucho más preparada de lo que se cree”, asegura el ejecutivo.
Ahora, lo que más demandan, resume García Meiro, “es certificar valores; por debajo del artículo 30 de la Constitución hay ciertos valores que se pueden resumir bajo el concepto de sostenibilidad: sostenibilidad económica, medioambiental y social. Somos el I+D+i de lo que serán las futuras normas en España”. De momento un ejemplo de buen hacer profesional: “Pascual, fue pionero es certificar el bienestar animal y CaixaBank, en generar un modelo para no dejar atrás a los mayores; Iberdrola, la primera empresa española en garantizar que toda su cadena de proveedores es sostenible, tanto los europeos como los que no lo son. Y Santander y CaixaBank los primeros en certificar un buen gobierno corporativo”.
Visión estratégica
El personal de Aenor –el 80% de los auditores está en plantilla, “para garantizar una independencia, un rigor y una confianza; son el alma de este negocio”– solo certifica parámetros medibles y que puedan ser imitables por el resto; “nuestros clientes se comportan como activistas”, señala el ejecutivo.
García Meiro cree que su valor más destacable como líder es su visión estratégica. “Nadie puede predecir el futuro, pero si racionalizas el pasado y la situación presente eres capaz de hacer apuestas de valor para el futuro”, apunta. La suya en el primer plan estratégico a seis años, que termina en Fin de Año, “demuestra la capacidad de acierto: vamos a cerrar con más de 106 millones de euros frente a los 64 de 2017”. Pero no fue un éxito desde el primer día, como confiesa: “A los tres meses de implantar el proyecto, me di cuenta de que no se estaba ejecutando. Pensé que estaba bien definido y que todos lo iban a implementar, pero me di cuenta de que no había integrado a mi equipo directivo, herederado en su gran mayoría, que trabajaba con un modelo de asociación. Fue clave convencerles de este libro blanco que no había diseñado con ellos. Un error que no me vuelve a pasar, porque el próximo [comienza en enero, para otros seis años con números revisables a la mitad] ya lo hemos hecho entre todos”.
Como retos, el directivo tiene marcado “formalizar la organización de manera interna para poder alcanzar los 200 millones de facturación con una propuesta de valor más integral, no solo centrándonos en la evaluación sino también en la ayuda a la hora implantar los procesos y en identificar qué tienen que transformar las diferentes organizaciones, en conseguir que sus buenas prácticas sean replicables, en aras del bien común, así como un acompañamiento del cliente”.