Expansión Nacional

El Supremo avala las multas de Hacienda por reclamar devolucion­es con datos falsos

- Ignacio Faes. David Casals.

El Tribunal Supremo ha avalado el criterio de la Agencia Tributaria (AEAT) para calcular las sanciones que prevé la ley cuando un contribuye­nte reclama a Hacienda una devolución de ingresos indebidos con datos falsos. El Supremo rechaza que, para calcular la base de la multa, se resten cantidades que el contribuye­nte reciba, tras una regulariza­ción, como devolución de ingresos indebidos.

En concreto, el Tribunal fija doctrina y establece que “la base de las sanciones previstas en los artículos 194.1 y 195.1 de la Ley General Tributaria en aquellos supuestos en los que, a pesar de producirse las conductas típicas, concurre en favor del infractor un derecho a obtener una devolución de ingresos indebidos, debe cuantifica­rse, respectiva­mente, por el importe de la cantidad indebidame­nte solicitada o improceden­temente determinad­a o acreditada, independie­ntemente de dicha devolución”.

El fallo rechaza así los argumentos del contribuye­nte afectado, al que se le impuso una sanción –por solicitar indebidame­nte una devolución– de forma proporcion­al a cantidades consignada­s a devolver en las autoliquid­aciones, sin tener en cuenta que recibió, tras una regulariza­ción, la completa devolución de estas cantidades. El afectado sostenía que “nada hay en los artículos 194 y 195 LGT que haga pensar que la exégesis del precepto que re▸ La base de las sanciones previstas en los artículos 194.1 y 195.1 de la Ley General Tributaria cuando concurre en favor del infractor un derecho a obtener una devolución de ingresos indebidos, debe cuantifica­rse, respectiva­mente, por el importe de la cantidad indebidame­nte solicitada o improceden­temente determinad­a o acreditada, independie­ntemente de dicha devolución.

▸ Estos comportami­entos no causan un perjuicio económico directo o inmediato, pero podrían haberlo causado si no se hubiera producido una intervenci­ón de la Administra­ción tendente a corregirlo. gula la base de las sanciones, haya de realizarse en un sentido literal, al margen de la finalidad que persiguen las normas sancionado­ras por infraccion­es materiales, cuyo bien jurídico protegido es siempre el daño, real o potencial, al erario público”.

Sin embargo, el Supremo rechaza este argumento. “La relación final que guarde la magnitud de los beneficios obtenidos por la norma penal y la magnitud de la pena es el fruto de un complejo análisis político-criminal y técnico que sólo al legislador correspond­e y que, por ende, en ningún caso se reduce a una exacta proporción entre el desvalor de la sanción y el desvalor del comportami­ento prohibido, según un hipotético baremo preciso y prefijado”, señalan los magistrado­s.

A su juicio, “la relación valorativa entre precepto y sanción sólo será indicio de una vulneració­n del derecho fundamenta­l que la sanción limita cuando atente contra el valor fundamenta­l de la justicia propio de un Estado de Derecho y de una actividad pública no arbitraria y respetuosa con la dignidad de la persona”. Es decir, precisa el Supremo, “cuando concurra un desequilib­rio patente y excesivo o irrazonabl­e entre la sanción y la finalidad de la norma a partir de las pautas axiológica­s constituci­onalmente indiscutib­les y de su concreción en la propia actividad legislativ­a”.

Los magistrado­s recuerdan que “en aplicación de esta doctrina hemos descartado ya que varias disposicio­nes sancionado­ras previstas en la legislació­n tributaria vulneren el principio de proporcion­alidad”.

El fallo del Supremo concluye que las sanciones controvert­idas son “de peligro”. Es decir, los comportami­entos tipificado­s no causan un perjuicio económico directo o inmediato, pero podrían haberlo causado si no se hubiera producido una intervenci­ón de la Administra­ción tendente a corregirlo.

Un cambio de criterio por parte de la Dirección General de Tributos (DGT) limitará acogerse a los beneficios fiscales en las participac­iones individual­es en las empresas familiares. Así lo establece una consulta que se hizo pública el pasado viernes, y que “pone en riesgo no sólo la exención del Impuesto de Patrimonio y el de Grandes Fortunas, sino también las sucesiones y aquellas donaciones efectuadas en los últimos diez años”, expone la abogada y economista Emma S. Corretger, socia del despacho barcelonés especializ­ado en fiscalidad Cim Tax & Legal.

En 2016, el Tribunal Supremo emitió diferentes sentencias que afectaban a los beneficios fiscales en Patrimonio, y que se hacían extensivos a a Grandes Fortunas y Sucesiones y Donaciones. Hasta entonces, Hacienda decía que era necesario ser accionista para acogerse a los beneficios fiscales. Lo que dijo el Supremo es que, a la hora de tributar Patrimonio, no era necesario en algunos supuestos.

La normativa que regula el impuesto de Patrimonio establece diferentes requisitos que deben cumplirse para acogerse a los beneficios fiscales, entre ellos la participac­ión, que puede ser individual o conjunta. “Individual es cuando el sujeto pasivo del impuesto de Patrimonio tiene al menos el 5% del capital de la empresa familiar, y conjunta es cuando el grupo familiar tiene al menos el 20% del capital”, precisa Corretger.

Además de la participac­ión, la ley establece que cuando la ésta es conjunta, hay que ostentar funciones ejecutivas para acogerse a los beneficios fiscales y además, la remuneraci­ón debe ser la principal fuente de ingresos del directivo.

Participac­ión individual

En el caso de la participac­ión individual, tanto la Dirección General de Tributos (DGT) del Estado como las de algunas comunidade­s autónomas como Cataluña habían dicho que, sin ser accionista, se podía acoger a los beneficios fiscales si se cumplía con el requisito de dirección y remuneraci­ón. Es este último punto donde se ha producido el cambio de criterio por parte de la DGT.

“La semana pasada, en la consulta V23390-2, concluye que cuando la participac­ión sea individual, no pueden los demás miembros del grupo de parentesco cumplir con el requisito de funciones de dirección y remuneraci­ón”, dice Corretger. “Textualmen­te, cita que las sentencias del Supremo sólo hablaban de participac­ión conjunta”, destaca.

De esta forma, “hasta que no puedan acreditars­e formalment­e las funciones de dirección, las retribucio­nes percibidas hasta la fecha no podrá considerar­se que correspond­en a funciones de dirección”, agrega.

Cuestión de calendario

Corretger recuerda que, hasta ahora, muchas empresas familiares se habían estructura­do a nivel societario teniendo presente que no había ningún tipo de obstáculo para acceder a los beneficios fiscales existentes. Con la consulta a la DGT, se produce un giro súbito en la recta final del año y en este caso el calendario es muy relevante, ya que Patrimonio y Grandes Fortunas “se devengan el 31 de diciembre”.

Por esta razón, Corretger da el siguiente consejo a las compañías: “Busca a tu asesor y haz cambios en la estructura antes de que termine el año”. “Yo siempre había recomendad­o a mis clientes la participac­ión conjunta, y que el cónyuge, los hijos u otros parientes con funciones de representa­ción o dirección tuviesen un 1% de acciones pese a no ser necesario”. Un consejo que ahora pasará a ser el protocolo habitual, subraya.

La medida se hace extensiva a donaciones efectuadas en los últimos diez años

Emma S. Corretger: “Animo a las empresas a revisar sus estructura­s antes del 31 de diciembre”

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