La Constitución, más amenazada que nunca
La Constitución cumple 45 años, en las fechas en las que el partido que gobierna España, el PSOE de Pedro Sánchez, negocia en Suiza aún no se sabe muy bien qué, con un prófugo de la justicia bajo la atenta mirada de un verificador internacional. Y todo esto a pocos días de proceder a la aprobación de una ley de amnistía elaborada conjuntamente con los delincuentes y a su dictado. Una medida de gracia que hasta hace sólo unos meses era considerada inconstitucional por el propio presidente del Gobierno y por todos los juristas que formaban parte de su Ejecutivo se ha tornado de repente trascendental a cambio, como ha reconocido el propio Pedro Sánchez, del apoyo de esos grupos para volver a gobernar. No cabía un cumpleaños más triste para una Carta Magna ejemplar, que ha procurado estabilidad a este país durante más de cuarenta años y que ha sido la clave de bóveda para asentar la convivencia en España. En estas circunstancias es evidente que la Constitución está más amenazada que nunca porque todas las herramientas previstas para perpetuar su espíritu conciliador han sido sacrificadas. Se ha mutilado cualquier posibilidad de establecer consensos, que son en definitiva las bases de un moderno estado democrático de amplia representación. La figura del muro que esgrimió Pedro Sánchez en el debate de su investidura ilustra la fractura social que vive hoy España. La ausencia de consensos viene acompañada además por un ataque sin precedente a las instituciones, con perfiles al frente muy alineados políticamente, que anulan la posibilidad de garantizar el mínimo de neutralidad que tienen que tener los principales órganos que son el motor de un país. Y todo esto aderezado con un ataque sin precedentes desde el Ejecutivo a la separación de poderes, perpetrado con la propia ley de amnistía y con una acusación de lawfare, que además se ha visto reflejada en los pactos con los nacionalistas. Acuerdos que constituyen también un ataque a la Constitución que consagra la igualdad de los españoles ante la ley, al contemplar otras medidas arbitrarias como la ruptura de la caja única de la Seguridad Social o la quiebra del modelo de solidaridad. El propio Constitucional, que es la última garantía, ha perdido su credibilidad por la politización a la que está sometido. La única solución es poner fin al frentismo que amenaza con destrozar todas las estructuras que han procurado desarrollo a este país.
Aspectos básicos de la Carta Magna están en cuestión por los pactos de Sánchez y el nacionalismo