La izquierda en Francia, ante la apuesta electoral
Muchos europeos verán con temor la posibilidad de una victoria de la extrema derecha en las elecciones anticipadas de Francia. Pero una victoria del izquierdista Nuevo Frente Popular (NFP), cuyo programa bebe en gran medida de la extrema izquierda populista euroescéptica, también podría tensar seriamente las relaciones entre París y la Unión Europea.
El NFP, formado precipitadamente la semana pasada para tratar de frustrar una victoria de la Reagrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen y Jordan Bardella, ocupa actualmente el segundo lugar en las encuestas con un 28% del respaldo, por detrás del 33% de la RN.
La nueva formación ha prometido una lista impresionante de costosas políticas: aumentaría los salarios del sector público y el gasto en cultura y deporte; suprimiría el retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años; aumentaría las pensiones mínimas; financiaría 500.000 plazas de guardería y crearía subsidios para la gratuidad de la energía.
A diferencia de la RN, al menos ha ofrecido algunos medios para financiar sus planes. Exprimirá a los ricos restableciendo y aumentando el impuesto sobre el patrimonio, volviendo a imponer un gravamen a las personas acomodadas que cambien su residencia fiscal y aumentando el impuesto sobre la renta y los pagos a la seguridad social para los que más ganan.
Un grupo de economistas de izquierdas calcula que estos planes podrían recaudar entre 54.000 y 95.000 millones de euros al año.
Si adaptara sus fastuosos planes de gasto a estos ingresos adicionales podría evitar disparar el déficit de Francia, que ya supera las normas presupuestarias de la UE. Pero también podría dañar gravemente la confianza de los inversores y provocar una fuga de capitales, lastrando las perspectivas de crecimiento de Francia.
En cualquier caso, el bloque de izquierdas ha declarado que “rechaza las restricciones de austeridad del pacto presupuestario [de la UE]”.
Hay otros temas en los que el
NFP podría no coincidir con Bruselas. Pide el fin de los acuerdos de libre comercio; la introducción de impuestos en la frontera para garantizar el “proteccionismo medioambiental y social”; gravámenes a escala europea sobre los “superbeneficios” de las empresas y los ricos, así como cambios en la legislación sobre competencia de la UE para permitir los monopolios públicos nacionales.
Los funcionarios de Bruselas están extremadamente preocupados por una posible victoria de la extrema derecha. Algunos temen que el programa del NFP pueda llevar a más votantes a los brazos de la extrema derecha.
Pero el líder socialista Olivier Faure responde: “La UE está preocupada por lo que está pasando aquí y vendrá a negociar con nosotros sobre el camino a seguir”.