España crece un 5,5% en 2022, pero constata su frenazo en la recta final del año
El PIB supera los pronósticos de los principales organismos económicos, pero la fuerte desaceleración de la segunda mitad del ejercicio anticipa un 2023 complicado. La economía apenas creció un 0,2% en el cuarto trimestre.
La economía española mostró dos caras muy distintas en 2022, con un acelerón en la primera mitad del año, sobre todo en el segundo trimestre, y un frenazo en seco en el tercero y el cuarto, que ha constatado el súbito enfriamiento de la actividad y preludia un 2023 complicado. El PIB repuntó un 5,5% el año pasado, superando las expectativas de los principales organismos económicos nacionales e internacionales y del propio Gobierno, que en los Presupuestos para este año vaticinaba un alza del 4,4%, aunque el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, venían anticipando desde hace semanas que el crecimiento superaría finalmente el 5% en el conjunto del año.
El dato de crecimiento anunciado ayer por el INE supera con holgura al esperado por el Banco de España, un avance del 4,6%, o la OCDE (+4,7%), y también se sitúa por encima del 5,2% pronosticado por el FMI, que hace apenas una semana revisó al alza en seis décimas su previsión para España. A pesar de ello, el PIB sigue todavía alrededor de un 1,5% por debajo de los niveles prepandemia, que podría no recuperar siquiera este año si se cumplen los augurios de los expertos de un crecimiento por debajo de esa cota. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se apresuró ayer a resaltar el “fuerte crecimiento económico” registrado en 2022, con “la inflación más baja de Europa y récord de empleo”, al tiempo que arremetía contra “los profetas del apocalipsis”, en alusión a quienes auguraban una entrada en contracción en la recta final del año. De acuerdo con los datos del INE, el PIB avanzó un 0,2% en el cuarto trimestre, un crecimiento anémico pero suficiente para diluir, de momento, la amenaza de recesión.
Revisiones
El organismo estadístico volvió a revisar ayer al alza los datos de los trimestres anteriores, revisiones que se han prodigado desde la llegada, en agosto pasado, de Elena Manzanero a la presidencia del INE, nombrada pocas semanas después de que Juan Rodríguez Poo dimitiera como presidente del Instituto tras las críticas del Gobierno a los cálculos de PIB e inflación del organismo. Así, el INE ajustó ayer al alza en una décima el PIB del tercer trimestre, hasta el 0,2%, y en dos décimas el del segundo, hasta el 2,2%, situando el del primero en el 0,0%.
Estas revisiones han permitido aupar el crecimiento hasta el 5,5% en el conjunto del año. Pero como dice el refrán, “agua pasada no mueve molino” y el dato de 2022, si bien deja constancia de la capacidad de resiliencia de la economía española, mayor de la esperada en un contexto de crisis energética, precios disparados e incertidumbre por la guerra en Ucrania, también deja patente la magnitud del frenazo sufrido en la segunda mitad del año, que anticipa un débil arranque en 2023. Un ejercicio plagado de incógnitas en el que, según los pronósticos de la inmensa mayoría de analistas, el PIB español apenas crecerá por encima del 1% (el 1,3%, según el Banco de España y el consenso de Funcas), frente al 2,1% que defiende el Gobierno (ver información en página 21); con la inflación todavía en cotas inusualmente altas (la subyacente se ha disparado al 7% pese a la moderación del IPC general al 5,7%), y la creación de empleo en declive, con la destrucción de 82.000 empleos entre octubre y diciembre, según los datos de la EPA conocidos el jueves. La patronal empresarial CEOE advirtió ese día de que este mes de enero puede saldarse con la destrucción de otros 200.000 puestos e trabajo.
Ese turbulento e incierto horizonte ya ha pasado factura al principal pulmón de la economía española, el consumo de los hogares, duramente castigado por la inflación a lo largo de 2022 y cuyo impacto ya fue palpable en la contabilidad nacional en el último tramo del año. El gasto en consumo final de las familias se hundió un 1,8% en el cuarto
trimestre respecto al anterior, truncando la trayectoria positiva de los tres trimestres anteriores, en los que el consumo se vio espoleado por el final de las restricciones por el Covid y por las ganas de viajar, que impulsaron una fuerte recuperación del turismo, y haciendo visibles los estragos de la escalada de los precios.
El gasto público compensó en parte el pinchazo del consumo de los hogares, al crecer un 1,9% en el cuarto trimestre, pero fue insuficiente para lograr en ese periodo una aportación positiva de la demanda nacional, que entre octubre y diciembre cayó un 0,9% en tasa trimestral. En el conjunto del año, la demanda nacional aportó 2,8 puntos al crecimiento del PIB, 2,4 puntos menos que en 2021, mientras que la demanda externa contribuyó con 2,6 puntos, 2,3 puntos más que el año previo. De hecho, la demanda exterior se convirtió en el gran salvavidas de la economía española en el tramo final del ejercicio, al aportar 2,1 puntos al crecimiento interanual en el cuarto trimestre, frente a los 0,6 puntos aportados por la demanda nacional. En este contexto, en el que la resiliencia del sector exterior ha sido vital para la economía española, las exportaciones crecieron un 7,6% entre octubre y diciembre en tasa interanual (aunque muy por debajo del doble dígito de trimestres anteriores), mientras que las importaciones lo hicieron un 2,2%. En tasa trimestral, sin embargo, el deterioro de la actividad fue más que palpable, con una contracción de las exportaciones del 1,1% en el cuarto trimestre respecto al anterior, aunque menos pronunciada que las importaciones, que menguaron un 4,2%. Estas cifras muestran ya la erosión que la crisis energética, la inflación y la incertidumbre por la guerra en Ucrania han provocado en la demanda europea, principal destinataria de nuestras ventas al exterior.
La inversión tampoco contribuyó en conjunto a dar mayor impulso a la actividad, con una caída global del 1,2% intertrimestral entre los meses de octubre y diciembre, después de haber caído un 0,8% en el tercer trimestre. La inversión en vivienda y construcción se contrajo un 2,6% en el cuarto trimestre, mientras que la inversión en bienes de equipo lo hizo un 5,8%, encadenando tres trimestres consecutivos a la baja. Estos datos evidencian la desconfianza empresarial en el futuro, pero también que el maná europeo sigue sin llegar como debiera a la economía real. Según el último informe del Observatorio NextGen, solo 11.000 de los 48.700 millones de euros de los fondos europeos ya movilizados habrían irrigado la economía real, tal como publicó EXPANSIÓN el pasado 19 de enero.
La inflación pasa factura al consumo de los hogares, que se hundió un 1,8% en el cuarto trimestre
El enfriamiento llega a las exportaciones, que se contrajeron un 1,1% entre octubre y diciembre