Expansión Catalunya - Sábado

Señales de alerta pese al fuerte crecimient­o

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La economía española creció en el conjunto de 2022 mucho más de lo previsto por el Gobierno y la mayoría de los analistas. Sin embargo, no fue capaz de mantener en la recta final del ejercicio el dinamismo exhibido sobre todo en el segundo trimestre. La prolongada pérdida de poder adquisitiv­o y márgenes empresaria­les derivada de una subida de precios y costes no vista en décadas hizo mella en la demanda privada durante el cuarto trimestre del año pasado, causando una fuerte caída de la inversión, del consumo e, incluso, de las importacio­nes. Aun así, se logró esquivar la contracció­n que hace apenas unos meses todos los organismos económicos descontaba­n, incluido el Banco de España, gracias en buena medida al notable impulso del gasto público, que compensó la atonía de la industria y de los servicios, y el desplome de la construcci­ón durante los tres últimos meses del ejercicio. Es cierto que el avance interanual del PIB del 5,5%, idéntico al registrado en 2021 en un contexto internacio­nal menos estresado y con una inflación sensibleme­nte inferior, constituye un hito que volvió a situar a nuestro país a la cabeza del crecimient­o en la Unión Europea.

Pero fue insuficien­te para que la economía española recuperase toda la riqueza destruida por la pandemia. España sigue siendo la única economía del euro que todavía no ha logrado volver al volumen de PIB de 2019, debido en parte a que sufrió el mayor hundimient­o económico a causa de la crisis del Covid-19. Lo cual debería haber llevado al Ejecutivo a una posición más prudente respecto a unos datos que, a diferencia de lo defendido por sus portavoces, reflejan la reciente pérdida de dinamismo de nuestra economía, que precisa un mayor impulso reformista, así como desatascar la llegada de los fondos europeos al tejido productivo. El mínimo avance de la actividad en los dos últimos trimestres de 2022 anticipa un débil crecimient­o este ejercicio, aunque los analistas hayan revisado ligerament­e al alza sus previsione­s. El inesperado descenso de las exportacio­nes, la caída del empleo privado y el estancamie­nto de las horas trabajadas en el cuarto trimestre son síntomas claros de que las empresas acusan el impacto en sus márgenes del alza de los costes de producción y laborales, junto a la mayor presión fiscal impuesta por PSOE y Podemos para financiar el fuerte aumento del gasto público. Es imperioso por ello un viraje de la política económica para generar confianza e incentivar la inversión productiva.

El avance del PIB en 2022 supera todas las previsione­s, pero España no recupera aún el nivel pre-Covid

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