Comunitat-Cataluña: entre el olvido y la confrontación
Dos expertos prevén un endurecimiento del argumentario de Carlos Mazón y vaticinan una falta de colaboración
En la última década, con el procés independentista en el centro de la actualidad catalana y española, las relaciones políticas entre la Comunitat Valenciana y Cataluña se han movido entre la distancia y la frialdad. Eso sí, hubo momentos para el deshielo, para mantener abierto los canales de comunicación institucionales. Incluso para la búsqueda de sinergias. En el PSPV recordaban ayer una anécdota. Cuando Ximo Puig accedió al Palau de la Generalitat, en 2015, una de las primeras llamadas que recibió su equipo de colaboradores fue la del jefe de gabinete y del responsable de comunicación del presidente catalán. Era otro tiempo, era casi otro país, y las relaciones institucionales se mantenían dentro de los márgenes de una cordialidad difícil de encontrar en el momento político actual, secuestrado por la polarización.
La buena sintonía inicial entre Puig y Carles Puigdemont (ambos con trayectoria periodística previa a la política) se sustanció en varias cumbres en ambos territorios. Los intereses económicos, con un corredor mediterráneo que no despegaba, y las intensas relaciones históricas se priorizaban al ruido político. «A los valencianos nos gustaría que Cataluña forme parte de una España plural. Y saben lo que yo pienso sobre esto», decía Puig en una cumbre en septiembre de 2016, donde apuntaba que la relación entre ambos territorios se mantendría «en cualquier circunstancia».
Eran días marcados por amenazas de declaración unilateral de independencia. Todo se torció definitivamente tras el referéndum del 1 de octubre de 2017, que obligó a Puig a aplicar el cordón sanitario sobre la política catalana que ya había extendido todo el PSOE.
Deshielo con Aragonés
A partir de 2021, con Pere Aragonès al frente de la Generalitat catalana, desde el Palau trataron de impulsar de nuevo un «corredor de intereses compartidos» entre ambas autonomías, al margen de la negociación de Cataluña con el Estado.
Era una forma de acompañar el lento regreso a la normalidad institucional de Cataluña. Ese acercamiento quedó frenado con el cambio político en la Comunitat. En este último año, el jefe del Consell, Carlos Mazón, ha visitado Barcelona, pero en un plano estrictamente empresarial, sin contacto con Aragonès, para exponer su agenda fiscal ante la gran patronal catalana, Foment del Treball. No gustó en el Palau que Aragonès no tuviera la cortesía de informar de su presencia en València, con motivo de los Premis Octubre, de 2023. El president también ha jugado la baza de los Països Catalans, frente a su homólogo catalán, un clásico del PPCV que no pasa de moda.
Críticas de Mazón
Ahora, la llegada del socialista Salvador Illa (primer presidente no independentista en 14 años, poniendo fin al procés) no solo no parece que vaya a provocar ese deshielo, sino que comienza a dibujarse un horizonte de confrontación. Al menos desde este lado del Sénia.
«El nuevo tiempo en Cataluña va a suponer un endurecimiento del relato de Mazón, que podrá desarrollar toda una batería de argumentarios de confrontación, no frente el gobierno catalán sino directamente contra Sánchez por priorizar las peticiones del independentismo frente a la Comunitat que sufre una situación de infrafinanciación, que causa graves perjuicios en la atención de los servicios esenciales, como la sanidad, la educación y el bienestar social», explica la politóloga Susi Boix.
‘Apartheid’ y ‘supremacismo’
No anda errado el tiro. El propio Mazón, antes incluso de la toma de posesión de ayer, ya recibió esta semana a Illa con duros reproches, alineado con la estrategia nacional del PP. Ha cargado contra el «apartheid fiscal» de Cataluña, que agravia la financiación valenciana, además de subrayar el papel de ERC y su «supremacismo radical separatista», que va a continuar marcando la política catalana y española.
Intereses económicos
En opinión de Susi Boix: «Las relaciones con Cataluña son las propias de dos autonomías vecinas que comparten intereses económicos. Las alianzas se seguirán manteniendo siempre y cuando Cataluña no haga uso de su privilegio en detrimento de los intereses de la Comunitat. En estos momentos la Agenda Valenciana debe ser la prioridad del Consell, donde no caben alianzas con autonomías que se rigen por sistemas de financiación especiales, puesto que las peticiones son antónimas, máxime teniendo en cuenta que no se ha producido una reforma del modelo de financiación donde deberían participar todos los territorios sino que las prerrogativas catalanas se conceden en base a un pacto de formación de gobierno autonómico, por negociación entre ERC y el Gobierno de España, una negociación bilateral frente a la multilateralidad propia del principio de solidaridad entre territorios autonómicos como regula la Constitución».
El «ombligo» de Cataluña
El analista y consultor político Quico Miralles tampoco espera grandes alianzas entre los territorios vecinos, sobre todo desde la otro orilla. «Nunca ha habido interés en mantener relaciones, gobierne quien gobierne en ambos lados. La política de Cataluña es mirarse el ombligo, negocian para ellos. Hay una agenda de intereses compartidos, objetivamente, pero nunca se ha colaborado entre comunidades: no se hace y no creo que se haga. Tienes que ganar el centro y colaborar esta bien para que te aplaudan los medios y los empresarios, pero políticamente no hace ganar a nadie», puntualiza.
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Puig mantuvo una relación cercana con Puigdemont hasta que en 2017 lanzaron el ‘procés’
El deshielo en 2021 de las relaciones con Aragonès quedó interrumpido con el cambio en el Palau