Un curso con 20 leyes, muchos símbolos y una ruptura para el futuro
El divorcio de PP y Vox en el Consell dará más protagonismo a Les Corts a partir de septiembre tras aprobar ocho leyes en los primeros meses
En el instituto suele ser un timbre el que hace el aviso del fin de la jornada y que en el último día de curso da la sensación de sonar todavía más fuerte. En Les Corts es un golpe de mazo el que marca el punto y final a un pleno. Al del pasado lunes se añadió, además, el cierre del periodo de sesiones y también del primer curso parlamentario de la XI legislatura, la que empezó con PP y Vox sellando un acuerdo de gobierno y acabó con ruptura. Entre medias, lo más parecido a un boletín de notas son la veintena de normas que han aprobado en la cámara, la mayoría, con acuerdo exclusivo de estos dos partidos.
Los cambios de gobierno se formalizan con nombramientos y entrega de carteras, pero son las iniciativas legislativas en el parlamento las que acaban secundando. Y el primer año parlamentario tras el Botànic se cierra con 20 normas aprobadas en Les Corts, con 11 decretos-ley, es decir, textos promulgados por el Consell, ocho leyes (donde se incluyen los presupuestos y la ley de acompañamiento) y una reforma del reglamento de la cámara, a lo que se añade una comisión de investigación sobre el sector público durante el Botànic y la elección del nuevo director de la Agencia Antifraude.
En el balance normativo aparecen dos ampliaciones de ayudas al transporte para la juventud o medidas para atender a las víctimas del incendio de Campanar, de las pocas cuestiones que han logrado unanimidad de todos los partidos. Pero es la batería de cinco leyes presentada por PP y Vox, con la llamada ley de concordia, la de enseñanza de valenciano o la de À Punt así como las normas referidas a impuestos, con la eliminación de sucesiones o de la tasa turística, las que más han tensionado el debate.
Estas han sido donde los hasta la semana pasada socios más han marcado el cambio de rumbo respecto a la anterior etapa de mayoría de la izquierda, algo que también ocurrió hace ocho años cuando los votos de PSPV, Compromís y Podem desalojaron a los populares tras 20 años al frente de la Generalitat. Estos, en su primer curso parlamentario, entre septiembre de 2015 y julio de 2016, impulsaron siete decretos-ley y nueve leyes, entre ellas, la derogación de la de señas de identidad o la puesta en marcha de À Punt, tres años después del cierre del canal regional.
Aviso al futuro
La comparativa con el pasado sirve de aviso para lo que venga en el futuro. PP y Vox han basado en el decreto-ley el impulso de varias de sus medidas porque ambos partidos formaban parte del Consell. Lo que se tenía que discutir, se hacía en el seno del Ejecutivo. Ahora, con el Gobierno en minoría, esta figura tiene más riesgos. En un primer momento es un todo o nada siempre abierto a posibles órdagos. También puede acabar, como ha ocurrido con el macrodecreto de simplificación administrativa, con la oposición forzando a que se tramite como proyecto de ley añadiendo posibilidad a enmiendas y visibilizando una derrota parlamentaria.
Algo similar ocurrirá en los presupuestos y la ley de acompañamiento, normas impulsadas desde el Consell que el curso ya pasado apenas sufrieron modificaciones en Les Corts y que este año su negociación parlamentaria será clave. Las cuentas serán la gran prueba de Juanfran Pérez Llorca como síndic del PP para mantener viva la legislatura, más si cabe ante un curso (el segundo de gobierno) que suele ser el del tirón legislativo. El Botànic, por ejemplo, duplicó las leyes aprobadas en su segundo año parlamentario.
La incorporación de Pérez Llorca al frente del grupo parlamentario es el último cambio en un curso dado a ello. Solo Joan Baldoví, de Compromís, sigue en el cargo tras el reemplazo de José María Llanos por Ana Vega en Vox y el de José Muñoz por Rebeca Torró en el PSPV. La propia Torró es un ejemplo de los bailes de escaño marcados por el ritmo de algunas salidas ilustres de la cámara autonómica, como la del expresident Ximo Puig en diciembre tras ser elegido embajador en la OCDE, o la del exconseller de Educación, Vicent Marzà, nuevo eurodiputado en junio.
Además de en nombres, el curso parlamentario ya cerrado ha tenido cambios en los símbolos, como la eliminación del Premio Guillem Agulló, el choque por colgar la bandera arcoíris en el día del Orgullo LGTBI (algo que finalmente sí se hizo), el cambio en los galardones del 8M o un 25 d’Abril, día de Les Corts, descafeinado. Este lo protagonizó la presidenta de la cámara, Llanos Massó, principal ariete en esa batalla cultural y cuya continuidad en el cargo puede ser también una batalla política durante los próximos meses tras el divorcio de PP y Vox.
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