Biden sobrevive ante las cámaras, pero no aplaca la crisis de su candidatura
Pese a los lapsus, el octogenario mantiene en su reaparición pública una actuación sólida e insiste en que es «la persona más cualificada» para medirse a Trump ● Más congresistas le piden que se retire
Los demócratas, Washington, Estados Unidos y el mundo llegaron el jueves a una esperada rueda de prensa del presidente y aspirante a la reelección Joe Biden con el alma en vilo. Después de esa comparecencia, ayer seguían igual, sin respuestas claras ni definitivas sobre cuál va ser el futuro de esa candidatura que se enfrenta a la de Donald Trump. Biden continúa. La resistencia a que lo haga, también.
Las capacidades físicas y cognitivas del mandatario a los 81 años llevan en el centro de un sísmico debate político desde su desastroso debate frente a Trump. Por eso la rueda de prensa era como una prueba de fuego y la superó.
Pese a algunos lapsus destacados, especialmente decir «vicepresidente Trump» cuando quería hablar de Kamala Harris (un par de horas después de haber presentado a Zelenski como «presidente Putin»), se mostró cómodo especialmente al hablar de la recién concluida cumbre de la OTAN, política exterior, repaso a sus logros legislativos o ataque a Trump. E insistió una y otra vez, con firmeza y distintos argumentos, en que no piensa retirarse de la carrera para las presidenciales de noviembre. «Soy la persona más cualificada para optar a la presidencia –dijo–. Le gané (a Trump ) una vez y volveré a hacerlo».
Se puede decir que, tras esa hora respondiendo a 17 interrogantes de 11 periodistas, sobrevivió. Quienes le respaldan vieron argumentos para defender su determinación de seguir. Otros parecían menos convencidos de que esa actuación fuera suficiente. Y lo expresaba en CNN el congresista Brad Schneider, uno de los que le han pedido pasar el testigo: «No podemos tener una situación en que estamos cada día conteniendo la respiración, sea en una rueda de prensa, un debate o un mitin», dijo.
Biden desoye a críticos de su continuidad como Schneider y ayer volvió a la campaña, con un acto en Detroit (Michigan), en el mismo instituto donde hace cuatro años prometió ser un candidato puente a nuevas generaciones, uno de los temas por el que le preguntaron los periodistas.
El lunes participará en un acto de conmemoración de la ley de Derechos Civiles en Austin (Texas) en la biblioteca presidencial Lyndon B. Johnson (el presidente que en marzo de 1968 anunció que no sería el nominado demócrata). Allí grabará una entrevista con NBC, que se emite el mismo lunes. Y los días siguientes tendrá actos electorales en Nevada con dos importantes grupos de negros e hispanos.
Presión para abandonar
Biden sigue determinado a probar la viabilidad de su candidatura pero eso está lejos de significar que haya logrado aplacar la crisis. Persisten las amplias dudas sobre su continuidad, el intenso escrutinio y la enorme presión para que abandone. Desde el debate ha seguido el goteo de congresistas de su formación que le instan a dar un paso al lado. Al menos uno lo hizo
Donantes de su campaña amenazan con congelar sus aportaciones si el candidato continúa
directamente ayer en una llamada que Biden ha mantenido con el grupo de congresistas hispanos.
Congresistas
El temor es no solo que Biden pierda la Casa Blanca, sino que arrastre también a los congresistas que se enfrentan a la reelección. Los miedos de que su presencia en las papeletas favorezca a los republicanos se extienden no solo en distritos ya de por si complicados, sino incluso en lugares que tradicionalmente han sido feudos demócratas. Y el líder de la minoría en la Cámara Baja, Hakeem Jeffries, anunció ayer en una carta que había mantenido tras la rueda de prensa una reunión con Biden en la que le había expuesto las preocupaciones y reflexiones de la bancada. No le pidió que abadonara. Tampoco le dio su respaldo para continuar. Algunos donantes también le instan a que se retire. Según The New York Times, varios de ellos han dicho al principal Supercomité de Acción Política que respalda a Biden que congelan la aportación de casi 90 millones de dólares que habían comprometido si el presidente se mantiene como candidato. Otros dijeron que no darán más dinero mientras esté encabezando el ticket.
Otro factor preocupante para Biden y su campaña llegó ayer de Sunrise Movement, una organización de jóvenes que lucha contra el cambio climático y que es fundamental para los demócratas para organizar y movilizar al electorado joven (ya distanciado de Biden por la guerra en Gaza). En un comunicado el grupo le pedía que «pase la antorcha».
En la rueda de prensa de la víspera quedó claro que Biden sigue enrocado en negar que tengan base las preocupaciones sobre sus capacidades físicas y cognitivas que exponen no solo miembros de su partido, estrategas o donantes sino, también, como muestran las encuestas, un enorme número de votantes. Solo admitía que «es importante que calme los miedos», apostando para hacerlo con la intensa agenda de actos públicos, electorales o mediáticos con los que demostrar su capacidad.
La opción de Harris
La vicepresidenta Harris, que el consenso ve como relevo natural de Biden en caso de que abandonara, también ocupó parte de la rueda de prensa. Y el demócrata hizo una encendida defensa de su número 2 y dijo: « No la habría escogido si no pensara que estaba cualificada para ser presidenta», pero también alejó la opción de pasarle el testigo si las encuestas mostraran que ella tiene más opciones de ganar a Trump que él.
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