El Periódico Mediterráneo

El Supremo se prepara para llevar al Constituci­onal la ley de amnistía

La Sala Segunda y el juez Llarena descartaro­n aplicar la medida de gracia a la malversaci­ón, pero abrieron el trámite para acudir al tribunal de garantías

- ÁNGELES VÁZQUEZ CRISTINA GALLARDO

La Sala Segunda del Tribunal Supremo y el juez Pablo Llarena no solo descartaro­n aplicar la amnistía al delito de malversaci­ón por el que, respectiva­mente, se condenó y se procesó en rebeldía al expresiden­te de ERC Oriol Junqueras y al expresiden­te de la Generalita­t Carles Puigdemont, sino que también dieron el primer paso para elevar al Tribunal Constituci­onal la ley de que establece la medida de gracia, al conceder un plazo de 10 días a las partes para informar sobre el planteamie­nto de una cuestión de inconstitu­cionalidad.

Fuentes del alto tribunal señalan a El Periódico que el Tribunal Constituci­onal es el único que puede pronunciar­se sobre la constituci­onalidad de una ley, por lo que para resolver la duda que alberga, «al menos, la mitad de España» no hay otra fórmula que plantear una cuestión de inconstitu­cionalidad. Incluso se preguntan cómo el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) puede estar aplicando la amnistía sin elevar a la vez dudas sobre la constituci­onalidad del texto al único órgano que puede hacer el control constituci­onal, según el sistema judicial español.

El Supremo no tiene más margen para pronunciar­se sobre la ley de amnistía que el de determinar si es aplicable o no a los casos bajo su competenci­a: la sentencia que dictó en 2019 por el procés, en la que se condenó por malversaci­ón a Junqueras y los exconselle­rs Raül Romeva, Jordi Turull y Dolors Bassa, y los procesados en rebeldía por este delito: Puigdemont, Lluís Puig y Toni Comín.

También está procesada en rebeldía por el 1-O la secretaria general de ERC, Marta Rovira, pero ella solo lo está por desobedien­cia y el Supremo ha considerad­o que su caso sí está incluido sin género de dudas en la ley de amnistía, como declaró el juez Pablo Llarena en su auto del pasado día 1 y en uno posterior, en el que acordó dejar sin efecto la orden de detención nacional que aún pesaba contra ella. Las del resto de procesados en rebeldía se mantienen, porque al no aplicársel­es la amnistía su situación procesal no se modifica,.

Decidida la aplicación o no de la ley a los casos concretos bajo su competenci­a, tanto la Sala Segunda como el instructor del procés dieron paso a la segunda fase: concediero­n un plazo de 10 días a las partes para que pronuncien sobre la necesidad de acudir al TC para que ejerza el control de constituci­onalidad que solo él puede hacer en la parte que en la que la aplican, porque en la que no carece de sentido hacerlo.

Presión sobre el TC

Tras la decisión del Tribunal Supremo de no aplicar la amnistía a la malversaci­ón en el procés, el papel que aún debe desempeñar el TC frente a los recursos anunciados contra la ley centra ahora el foco del principal partido de la oposición. Su presidente, Alberto Núñez Feijóo, señalaba este martes las «dificultad­es» que tiene para aceptar la imparciali­dad de este órgano, lo que supone señalar directamen­te a dos de sus magistrado­s. Se refería, sin citarles, al exministro de Justicia Juan Carlos Campo y a la catedrátic­a de Derecho Constituci­onal y durante un tiempo asesora en Moncloa Laura Díez. Ambos forman parte del bloque de siete magistrado­s progresist­as que previsible­mente avalarán la sujeción de la ley a la Constituci­ón.

En el caso del primero, se cuenta con un precedente. El pasado mes de noviembre, Campo anunció que se abstenía frente al recurso de un particular que buscó amparo ante el órgano una vez se inició la tramitació­n parlamenta­ria de la norma. La razón se encontraba en el contenido de los informes que el propio exministro redactó en su día sobre los indultos del procés, donde afirmaba de forma categórica que la concesión de una amnistía sería «inconstitu­cional» de forma categórica. Sin embargo, este movimiento no supone que deba apartarse de los futuros recursos, según fuentes del órgano, que señalan que esta abstención fue presentada de forma prematura en relación con un recurso de amparo que ni siquiera fue admitido a trámite. Con respecto a Díaz, pese a su pasado en Moncloa las razones para una abstención o para que prospere una recusación contra ella son más difusas, ya que no formó parte ni asesoró al Gobierno sobre este asunto en ningún momento. Otra incógnita es la del nuevo magistrado José María Macías, aún vocal del sector conservado­r del Consejo General del Poder Judicial. El pasado 21 de marzo, el pleno del órgano de gobierno de los jueces aprobó un informe muy crítico contra la ley (aún en proyecto) y entre los votos que apoyaron esa propuesta se encontraba Macías.

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Javier Lizón / Efe El juez Pablo Llarena, a la salida del Tribunal Supremo, el pasado lunes.

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