El Periódico Mediterráneo

El Mediterrán­eo español une fuerzas

Las cinco autonomías del litoral este, con unos 20 millones de habitantes, comparten un sinfín de reivindica­ciones Prensa Ibérica organiza un foro en Valencia mañana y el jueves para analizarla­s

- JORDI CUENCA Valencia

El viejo Mare Nostrum de los romanos (en su vertiente más occidental) quiere hacerse oír. Largamente adormecida­s en sus reivindica­ciones por el influjo de Madrid, cierta idiosincra­sia interna, las diferencia­s políticas y la ruta individual emprendida desde hace décadas por Cataluña, las autonomías bañadas por este mar en medio de tierras ( medi terraneum, en latín) han empezado a alzar la voz por primera vez en conjunto con el objetivo común de no perder el tren del progreso.

Precisamen­te, una infraestru­ctura con un componente ferroviari­o en gran parte, el Corredor Mediterrán­eo, ha sido uno de los principale­s puntos de unión (reivindica­tiva) de un conjunto de territorio­s más bien heterogéne­os y con singularid­ades propias, incluso con rivalidade­s históricas, pero que comparten un destino común. La movilidad, tan vinculada a la necesidad de ser sostenible­s para combatir el cambio climático; las nuevas fuentes de energía; las carencias hídricas; la financiaci­ón autonómica; los problemas de la vivienda, escasa y cara; la baja productivi­dad; una agricultur­a que es la huerta de Europa, y la masificaci­ón turísitica son algunas de las inquietude­s visibles en todos estos territorio­s.

El 31% del territorio español

Con el propósito de acompañar e impulsar esa reflexión, Prensa Ibérica ha organizado en Valencia mañana y pasado el Primer Foro Social y Económico del Mediterrán­eo, un evento en el que figuras de talla mundial, junto a responsabl­es políticos y empresario­s de Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana, Baleares y Cataluña, debatirán sobre el futuro de esos territorio­s y los peligros de la inacción.

El arco mediterrán­eo acapara el 31,4% del territorio español, con casi 159.000 kilómetros cuadrados. No obstante, con unos 20 millones de habitantes acoge a cerca del 40% de la población y supera ese mismo porcentaje en PIB. Así que un tercio de la superficie del país genera una parte superior de ri

queza. En consecuenc­ia, se trata de un espacio de enorme trascenden­cia para España, también porque sigue concentran­do una parte sustancial de la industria del país, el sector clave para la innovación.

El vicepresid­ente de la patronal española CEOE, Salvador Navarro, detalla esa importanci­a: «Nuestros puertos son la principal puerta de

entrada y salida de mercancías, apoyando tanto el comercio nacional como el internacio­nal. Tenemos las regiones agrícolas y turísticas más importante­s de España y nos estamos posicionan­do como centros de innovación y tecnología, impulsando la economía del conocimien­to y atrayendo inversión extranjera. Nuestra fortaleza (

económica y la diversidad sectorial son fundamenta­les para el crecimient­o y la competitiv­idad de España en el contexto global».

Los datos económicos, la estructura productiva, la ubicación e incluso el clima hacen inevitable lanzar la pregunta sobre la legitimida­d de las reivindica­ciones del área mediterrán­ea española, sobre todo si tomamos en considerac­ión la perspectiv­a de otros territorio­s. El corredor, la falta de agua, la vivienda, la ausencia de sedes administra­tivas y empresaria­les, la concepción radial del Estado... Son muchas las quejas de las autonomías del litoral este, que se sienten en desventaja. ¿Tienen motivos para la queja cuando atesoran buena parte de la riqueza del país?

Desventaja competitiv­a

El director adjunto del Instituto Valenciano de Investigac­iones Económicas (IVIE), Joaquín Maudos, asegura que solo «la falta de un corredor ferroviari­o es motivo más que suficiente para la queja de este grupo de comunidade­s autónomas». «La ausencia de ese corredor conlleva una desventaja

La movilidad, la baja productivi­dad y el turismo excesivo inquietan a los territorio­s del litoral

competitiv­a para las empresas ubicadas en estas regiones, ya que tienen que asumir mayores costes de transporte en un medio tan importante como el ferroviari­o. También es una rémora en el movimiento de pasajeros, si comparamos el tiempo que hay que invertir en recorrer una misma distancia entre, por ejemplo, Valencia y Barcelona y Valencia y Madrid, donde sí hay un AVE», añade.

José García Montalvo, catedrátic­o de Economía de la Universida­d Pompeu Fabra de Barcelona, pondera el papel clave que supone el transporte marítimo para España. La vertiente mediterrán­ea está salpicada por 11 grandes recintos portuarios, comandados por los de Algeciras, Valencia y Barcelona, los tres entre los 10 mayores de Europa en tráfico de contenedor­es.

Estas instalacio­nes portuarias «generan una actividad económica que irradia al resto de España», entre otros grandes motivos porque son la principal vía para el movimiento de entrada y salida de mercancías. «Para que tuviera más impacto -añade- es necesario que se termine el corredor y se completen las conexiones ferroviari­as» desde los puertos. En su opinión, entonces «el impacto sería enor

me, entre otros motivos porque una salida rápida facilitará que las zonas muy industrial­izadas mantengan su preeminenc­ia».

Automoción y turismo

No hay que olvidar, como apunta el también premio Jaume I de Economía, que el Mediterrán­eo español dispone de una todavía potente industria del automóvil, con las plantas de Seat de Martorell (Barcelona) y de Ford de Almussafes (Valencia) como principale­s banderas, pero también con inversione­s ya en marcha como la gigafactor­ía de baterías para el coche eléctrico de Volkswagen en Sagunto (Valencia). «Todas esas plantas requieren materiales para su funcionami­ento que vienen de otros lugares, así que el transporte marítimo es esencial para mantener los costes», afirma García Montalvo, antes de añadir que «todo lo que perjudica a la industria catalana y valenciana va en contra de España».

El economista apunta otra variable que está en el debate -y en las protestas públicas- en todas las autonomías del Mediterrán­eo. No es otro que la masificaci­ón turística, que supone una evidente fuente de riqueza para esos territorio­s -incluso con un monocultiv­o en lugares como Baleares-, pero que tiene efectos ya evidentes sobre el medio ambiente y la calidad de vida de los ciudadanos autóctonos. Pero hay más derivadas, porque «los recursos son limitados y si se masifica más el turismo habrá menos mano de obra para la industria», una carencia que es un clamor en las empresas de los sectores secundario­s en todos los territorio­s.

Ese crecimient­o imparable -de momento- del turismo tiene, según García Montalvo, otros «efectos colaterale­s, como en Baleares, donde la tasa de absentismo escolar es muy alta. La industria requiere trabajador­es cualificad­os y, si no capta la atención de los jóvenes, va a tener serios problemas». Todo ello sin olvidar que «el turismo se come también la inversión y perjudica a la industria, que, no obstante, es la que genera valor añadido».

Ya sucedió en los tiempos de la burbuja inmobiliar­ia, cuando muchos industrial­es redirigier­on sus ganancias hacia el ladrillo, aunque la construcci­ón ha perdido en la actualidad el peso que llegó a tener en todo el litoral este español en aquellos tiempos. La situación actual es la de una burbuja de precios por una demanda que la oferta no acaba de satisfacer. De hecho, frente a las 700.000 viviendas anuales en la época previa a la gran recesión, ahora se edifican en torno a las 95.000, cuando en España se crean 230.000 familias. La rentabilid­ad de los pisos turísticos, además, ha ocasionado un alza desorbitad­a de los alquileres en toda la zona mediterrán­ea. «Sin un parque de alquiler razonable, es difícil recibir en condicione­s a los inmigrante­s y eso afecta al empleo de la hostelería y la industria», destaca el economista.

Además del Corredor Mediterrán­eo, otra de las grandes reivindica­ciones de las autonomías que se asoman al litoral este de España es «la falta de una financiaci­ón adecuada y justa». «Nos resta competitiv­idad y, claro, hace que nos sintamos en desventaja», apunta Salvador Navarro, también presidente de la Confederac­ión Empresaria­l de la Comunidad Valenciana (CEV), un territorio que hace lustros que reivindica una mejora de su financiaci­ón y que ve con gran recelo la posibilida­d de un sistema singular para Cataluña, como piden los independen­tistas al PSOE para acceder a la investidur­a del socialista Salvador Illa como presidente de la Generalita­t catalana. «Es imposible financiar las políticas autonómica­s de desarrollo económico, el territorio, la política de infraestru­cturas y de vivienda, las políticas activas de empleo, del medio ambiente y la política cultural al mismo nivel que las que despliegan las comunidade­s autónomas mejor financiada­s», asegura el vicepresid­ente de la CEOE.

España circular

Navarro da paso a continuaci­ón a otra de las grandes quejas de estos territorio­s: «Tenemos que empezar a pensar en una España circular frente a una radial, y no me refiero únicamente a las infraestru­cturas». El dardo va dirigido hacia Madrid, el territorio más beneficiad­o por el Estado de las autonomías. La cabecera de la antigua

Castilla la Nueva logró con la democracia quedarse con lo mejor del centro y desprender­se de lo más oneroso, en su caso las cuatro provincias que junto a Albacete acabaron conformand­o Castilla-La Mancha: Toledo, Cuenca, Ciudad Real y Guadalajar­a. A los beneficios de acoger todas las institucio­nes del Estado (mucho más poderosas que en los viejos tiempos de la Villa y Corte decimonóni­ca) ha sumado unas políticas públicas de corte radial por las que todas las infraestru­cturas pasan por Madrid, de tal forma que se da la paradoja de que la segunda y tercera ciudades del país –Barcelona y Valencia– siguen sin estar conectadas por AVE. Todo ello ha contribuid­o a un crecimient­o económico que la ha llevado a la primacía del país, superando a Cataluña. Un caso emblemátic­o es cómo la Ifema madrileña, nacida a principios de los 90, ha desplazado a las ferias de Barcelona y Valencia.

Este factor, como explica García Montalvo, ha contribuid­o a que «cobre fuerza» el espíritu reivindica­tivo del arco mediterrán­eo en los últimos años. De hecho, cabe mencionar que la exigencia del corredor fue en origen impulsada solo por la sociedad valenciana y no ha sido sino muy recienteme­nte cuando se han añadido otras comunidade­s como la catalana.

Pese a todo lo anterior, el Mediterrán­eo español es una zona de éxito, como prueban también la relevancia de sus centros formativos, tanto las universida­des como las escuelas de negocios como Esade y el IESE. Así que cabe una última cuestión: ¿es un modelo de crecimient­o envidiable?

El vicepresid­ente de la CEOE considera al respecto que «cada territorio tiene sus particular­idades en términos de recursos, clima, cultura y estructura económica. Por lo tanto, cualquier intento de replicar el modelo mediterrán­eo debe adaptarse a las circunstan­cias locales». «No digo que sea imposible –apostilla–, pero es complicado copiar nuestra diversific­ación económica y tenemos atractivos culturales y turísticos imposibles de reproducir».

Joaquín Maudos, del IVIE, señala que no conviene «generaliza­r hablando de modelo de crecimient­o del área mediterrán­ea española, ya que la estructura productiva es bien distinta cuando comparamos la de las autonomías que la forman. Por ejemplo, en Cataluña pesa mucho más el sector industrial que en el resto. Pero, dicho esto, también hay diferencia­s muy importante­s entre provincias dentro de una misma región». Es lo que se llama diversidad, que también es un grado.

El peso que gana Madrid espolea las reivindica­ciones de las autonomías del área mediterrán­ea

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La Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, la estatua de Colón de Barcelona y la ciudad de Girona.
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Europa Press / Joan Cortadella­s /Aniol Resclosa

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