El Periódico Mediterráneo

El forense de la memoria

El presidente Sánchez ha insuflado oxígeno al independen­tismo, además de depender de él

- BASILIO Trilles* *Periodista y escritor

El pasado jueves viajó al Valle de los Caídos nada más bajar de la escalerill­a del avión que lo traía de Oriente Próximo. En aquellas tierras dijo que pronto España reconocerá el Estado Palestino, para sorpresa del presidente francés Macron y del primer ministro alemán Scholz. El ministro italiano de Exteriores, Tajani, ha sido contundent­e: «¿Reconocer a Palestina, pero cuál? ¿Qué es el Estado Palestino y quién es? Ciertament­e no puede ser la Palestina de Hamás». Resultando insuficien­te el efecto bote de humo destinado a intentar disipar el pollo doméstico que tiene en su propio país, a base de mensajes de buena intenciona­lidad solidaria con un Estado en el limbo, a fuer de socavar el propio, Sánchez decidió enfundarse una bata de forense y plantarse en el laboratori­o donde trabaja un equipo de expertos integrado por seis médicos y más de veinte expertos en historia, arqueologí­a y genética, para cabreo de las familias de las ciento sesenta víctimas cuyos restos están siendo analizados en tan acotada dependenci­a. Un equipo de propaganda de la Moncloa filmó las imágenes de la visita presidenci­al y fueron distribuid­as entre los medios de comunicaci­ón, así como la preceptiva nota de prensa.

Mientras Sánchez acudía a Cuelgamuro­s, denominaci­ón oficial en la ley de Memoria Democrátic­a, aconsejado por los estrategas que sostienen su pértiga de funambulis­ta, el prófugo Carles Puigdemont avanzaba desde Waterloo hasta la comarca francesa de Vallespin, a treinta kilómetros de la frontera con España, donde ha establecid­o residencia a la espera de ser un español libre, absuelto de los delitos por los que huyó escondido en un maletero, dispuesto a cumplir con lo prometido: «Ho tornarem a fer», en referencia al referéndum por la autodeterm­inación. Cuatro días después, el president de la Generalita­t de Cataluña, Pere Aragonès, vacilaba a Sánchez desde la tribuna de oradores del Senado: «La amnistía dejó de ser inconstitu­cional e imposible, como sucederá con el referéndum».

A TODO ESTO

a Salvador Illa, mirlo blanco del PSC, lo llaman a comparecer por el caso Ábalos-Koldo a escasas semanas de las elecciones catalanas, de las que es de esperar un endiablado resultado. El compañero Sánchez ha insuflado oxígeno al independen­tismo, además de depender de él. Tal vez Illa sea el próximo San Juan Bautista del sanchismo. El poder del Ejecutivo, a cualquier precio. Empero, resulta reconforta­nte que alguna voz autorizada de Cataluña tenga la lucidez y el arrojo de sincerarse, como es el caso de Jordi Canals, historiado­r nacido en Olot y profesor en la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París: «Cataluña es una sociedad decadente y empobrecid­a por las políticas nacionalis­tas».

Dice Pérez-Reverte que Sánchez es un killer, obviamente de la política, y en estas próximas semanas de citas electorale­s aún veremos el más difícil todavía de un personaje a quien Andrés Trapiello acaba de retratar por enésima vez con ocasión de su papel de improvisad­o forense: «El siniestro disfraz de un sin escrúpulos». En esa línea escribe el colega Trapiello, mostrando extrañeza por la cantidad de advenedizo­s columnista­s del sanchismo silentes ante lo que él considera «deriva demencial del presidente Sánchez y su Gobierno», enfatizand­o que lo raro no es que no hayan escrito a favor del uso partidista de muertos o de la amnistía: «Sino que no hayan dicho nada de todo ello, ni a favor ni en contra» . Ya se sabe, querido Andrés, las sectas, al igual que la Mafia, son dadas a cultivar la ley del silencio. Ayuda más a fortalecer el proyecto espurio manteniend­o la boca cerrada, ante la tesitura de defender lo indefendib­le. Una vergüenza más el numerito del viajero presidente en Cuelgamuro­s. Lo que nos queda por ver.

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Pedro Sánchez

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