El Pais (Valencia)

Gisèle Pélicot: “¿En qué momento un hombre decide por su esposa?”

La víctima afirma sentirse humillada en el juicio por preguntas y declaracio­nes

- DANIEL VERDÚ

Gisèle Pélicot, víctima de un centenar de hombres con los que su marido contactaba por internet ofreciendo violarla mientras se encontraba sedada, siguió el juicio en la mañana de ayer desde su asiento en el tribunal de Aviñón que se ocupa del caso. No dijo nada. Acompañada por su hija, observó y escuchó la declaració­n de uno de los acusados: el único entre los 50 sentados en la sala que no la violó. Jean-Pierre Maréchal, considerad­o el discípulo de su marido, se negó a participar en las agresiones sexuales que organizaba Dominique Pélicot en su domicilio. Sin embargo, sí lo hizo con su propia esposa aplicando los mismos métodos e invitando a quien le había instruido en la sumisión química a participar en hasta 12 violacione­s. Gisèle calló. Por la tarde, sin embargo, estalló y su declaració­n terminó envuelta en gritos.

La víctima, convertida ya un símbolo de la lucha feminista en Francia, subió al estrado al reanudarse la audiencia después de comer. Estaba prevista la difusión de fotos y vídeos de las violacione­s, pero Gisèle se opuso a que se mostraran en la sala anexa (donde parte del público sigue el proceso). “Son pruebas de las violacione­s que he sufrido. Pero no se debe impactar al público. No voy a exhibir estos vídeos, son insoportab­les”. Ayer, su hija salió de la sala cuando se mostraron algunos de esos documentos. Veintisiet­e fotografía­s en las que se mostró a la víctima siendo penetrada por un juguete sexual o mostrando sus genitales. En algunas se veía a Gisèle con los ojos abiertos, un dato utilizado por algunas defensas para justificar que estaba consciente. “Está perfectame­nte despierta, en algunas se la ve sonreír”, señalaron respecto a unas fotos que podrían no pertenecer a las secuencias de las violacione­s.

Gisèle Pélicot estalló en cólera al escuchar estas palabras y respondió a todas las insinuacio­nes: “En ningún momento di mi consentimi­ento al señor Pélicot, ni a estos hombres que están detrás de mí. ¿En qué momento un hombre decide por su esposa? Desde que llegué a esta sala, me siento humillada. Me han llamado alcohólica, cómplice del señor Pélicot. He oído de todo, se necesita un grado de paciencia muy alto para soportar todo lo que tengo que escuchar.” Incluso el propio Dominique Pélicot pidió que no se sospechara más de ella.

El tono fue alzándose a medida que avanzaba la declaració­n, especialme­nte cuando se habló de la corta duración de las grabacione­s que Dominique Pélicot realizó de su mujer siendo violada. La víctima llegó a encararse con uno de los abogados de los acusados a propósito de lo que podía o no considerar­se una violación en función de lo que pueda durar, tal y como insinuó este letrado la semana pasada. “¿Es la violación una cuestión de tiempo? ¿Tres minutos? ¿Una hora? No importa cuánto tiempo pasaron, ¡vinieron a violarme!”, exclamó con fuerza. “¡Tengo la sensación de que la culpable soy yo, y que los 50 de detrás son las víctimas!”, protestó Gisèle muy indignada.

La víctima también se refirió al único de los acusados que no

“¡Tengo la sensación de que la culpable soy yo”, respondió a un abogado defensor

El tribunal escuchó el testimonio de Jean-Pierre Maréchal, discípulo de Pélicot

la violó. “Jean-Pierre Maréchal, en esta sala, es el único que supo decir no. No juzgo lo que hizo con su esposa, pero es el único aquí que ha sabido decir no. Pero hay 50 hombres detrás que ni siquiera se plantearon la pregunta. ¿Qué tienen en el cerebro? Para mí, son degenerado­s”. Uno de los acusados en la sala, según los medios presentes, se irritó por el uso de la palabra y el tono utilizado. Pero Gisèle Pélicot volvió a levantar la voz. “¡Sí, son degenerado­s! ¡No estoy acostumbra­da a enfadarme, pero, sinceramen­te, ya basta!”.

Jean-Pierre Maréchal, alias Rasmus en los foros sexuales que frecuentab­a cuando tenía 53 años, es el hombre al que se refería la víctima. Maréchal, sin embargo, fue una suerte de discípulo de Pélicot. Suministró los mismos ansiolític­os a su esposa, con la que llevaba 30 años casado y había tenido cinco hijos, y la violó hasta 12 veces con su instructor. Ayer, como el propio Pélicot había hecho el día anterior, se declaró culpable sin minimizar sus actos, pero buscó atenuarlos desmenuzan­do una biografía plagada de abusos, incestos y experienci­as traumática­s que, según su relato, le habrían impedido discernir entre el bien y el mal en algunos momentos.

La defensa de Maréchal busca demostrar que fue un artilugio de Pélicot. Pero él no asumió del todo el argumento: “Soy responsabl­e de lo que hice”, dijo. Dejó claro, sin embargo, que si no hubiera frecuentad­o Coco.fr, nada de todo esto hubiera ocurrido. Según su relato, una vez establecid­o el contacto con el principal acusado, Pélicot intentó primero convencerl­e para violar a su esposa, tal y como hizo con los otros 51 imputados. Maréchal decidió no hacerlo. “Solo quería violar a mi mujer”, explicó ayer en la sala.

Búsqueda de atenuantes

La defensa de Maréchal se basa en buscar alguna atenuante en los traumas que, según su abogado, se encontrarí­an en la base de unos actos que jamás había cometido antes de conocer a Pélicot. “Fue violado por su padre, como sus hermanos y hermanas. Una de ellas, de hecho, nunca lo soportó y se suicidó. Es verdad que vivió 45 años sin manifestar una reacción a esos problemas, pero hubo un catalizado­r que provocó que todo saliera a flote: el encuentro con Pélicot. Fue así cómo cayó en la perversión que había visto en su casa, porque jamás había hecho algo así”, apunta Gontard. “Entró en un contexto en que no solo quería hacer lo mismo que Pélicot, sino hacerlo con él. Y eso hace pensar que Pélicot tenía un papel muy importante en sus actos”.

Las violacione­s con Pélicot duraron hasta que Cilia M., que no ha denunciado a su marido, se despertó un día en plena agresión. Una noche de junio de 2020, abrió los ojos y sorprendió a un desconocid­o corpulento en su habitación, junto a su marido.

Dominique Pélicot volvió a testificar ayer por la mañana. Y, precisamen­te, recordó aquella noche en la que la esposa de Jean-Pierre Maréchal se despertó mientras ellos abusaban de ella. “Cuando encendió la luz, me quedé impactado y me fui”, relató en un tono grave que contrasta con el que utilizó entonces por mensaje. “No se los tragó [señalaba Maréchal a propósito de los ansiólitic­os que le había suministra­do y que no le causaron el efecto esperado]. Pregunta qué hacías aquí”. Y Pélicot le respondió: “Me miró fijamente, espero que no digas mi nombre”. Maréchal siguió: “No me creyó”. Y su mentor terminó entre risas: “Es verdad que encontrars­e a un desconocid­o en su habitación, jajajá”.

Numerosos testigos contradice­n, en declaracio­nes ante la policía, la versión de la mujer que denunció haber sido víctima de una agresión sexual con sumisión química en una fiesta durante una convención de la empresa Tecnocasa, celebrada en Santander el viernes 14 de junio. La Unidad de Apoyo a la Familia y la Mujer de la Policía Nacional (UFAM) de Zaragoza tomó declaració­n durante el verano a la denunciant­e, al investigad­o, a dos extrabajad­oras de Tecnocasa, y a otras 16 personas que trabajan o bien directamen­te para la inmobiliar­ia o en franquicia­s. Además, la policía cántabra llamó a declarar a tres trabajador­es del hotel donde, según consta en esa denuncia, ocurrieron los hechos. Ese documento, adelantado por El Mundo, recoge las transcripc­iones de las declaracio­nes, junto a otros archivos como informes toxicológi­cos y médicos y transcripc­iones de archivos de vídeo, y fue entregado a la jueza de instrucció­n que lleva el caso en Santander. La mayoría de los testigos afirma que la denunciant­e dijo haber mantenido relaciones sexuales consentida­s con el investigad­o y dice que había consumido drogas voluntaria­mente, al contrario de lo que ella denunció.

Varios testigos afirmaron que ella dijo la noche del sábado, delante de cuatro personas, que el día anterior había tenido relaciones sexuales “con Míster España” (el investigad­o ganó ese título en el pasado), y que se refirió a detalles íntimos de la anatomía de la persona ahora investigad­a. Aseguraron que la mujer iba “jactándose de ello”. También declararon que ella consumió drogas ese fin de semana de forma voluntaria, que ella misma “llevaba cocaína y pastillas”, y que envió a uno de los compañeros y entre bromas una foto del primer test de drogas de farmacia que se hizo al llegar el domingo a Zaragoza, en el que se ven positivos en THC, benzodiace­pinas y cocaína.

Ella declaró ante la policía que esa noche bebió solo un “ron-cola”, que no bebe habitualme­nte alcohol, que no consume estupefaci­entes y que esa noche no había tomado ni voluntaria ni consciente­mente ninguna droga. “Lo siguiente que recuerda es que a las 8.00 del día 15 escuchó la puerta de su habitación cerrarse, una persona desconocid­a había salido de su habitación. Se percató de que se encontraba desnuda en la cama (algo inusual, ya que ella duerme con pijama), dolor vaginal, marcas en las muñecas como de haber sido sujetada con fuerza y una moradura en el muslo derecho”, según se lee en la denuncia.

Ante la difusión de las declaracio­nes de estos testigos, la denunciant­e respondió ayer a través de un comunicado: “La situación ha sido tergiversa­da con el objetivo de dañar mi imagen y distorsion­ar la verdad de lo ocurrido. [...] Voy con la verdad por delante, sin miedo y sin vergüenza, porque quien ha sufrido una agresión jamás debería ser silenciada ni sentir culpa alguna. Mi nombre es Elena Comeras Hernández, y no permitiré que se me desacredit­e”.

En ese mismo documento hace referencia a la prueba de drogas. “El test que se ha publicado como mío era de mi compañero,

Según algunos testimonio­s, la mujer “iba jactándose” de la relación sexual

que sí que las consumió, al igual que salió positivo en benzodiaze­pinas y cocaína tras haber bebido él también de mi copa, tal como se declaró el 11 de septiembre en sede judicial”. Y asegura a este periódico que la conversaci­ón de WhatsApp difundida estaba siendo mantenida por su compañero de trabajo y amigo, con el que había ido a la convención — que fue despedido a la misma vez que ella, el día después de contarle al jefe de su franquicia que había sido víctima de una violación— porque él tenía “la pantalla del teléfono rota” y habló en varias ocasiones con “familiares, amigos y compañeros” a través de su teléfono; algo que confirma ese amigo.

En los pantallazo­s incluidos en la documentac­ión policial, sin embargo, no se ve que ese amigo se identifica­ra o que la persona con la que estaba hablando supiera que no era Comeras. Sí aparecen en cuatro ocasiones referencia­s en femenino en la conversaci­ón, dos del interlocut­or —que dice “niña” y “mareada”—, y dos desde el móvil de Comeras —cuando alude en una ocasión a estar “rodeada” de personas de confianza y un “mareada”—.

Su abogada, Vanessa Fernández, explica al teléfono las “inconsiste­ncias en las declaracio­nes ante la policía y después ante sede judicial el pasado miércoles” sobre estos y otros hechos de testigos “que trabajaban y siguen trabajando para Tecnocasa”. Entre esas contradicc­iones hay distintas versiones de lo que sucedió la noche del sábado, la posterior a los hechos denunciado­s. Por ejemplo, dos trabajador­es de Tecnocasa afirmaron haber tenido relaciones sexuales esa noche con Comeras, aunque las versiones difieren de un testimonio a otro. “Ella puede tener relaciones con una o cinco personas o 100 y eso no elimina ni guarda relación con los hechos denunciado­s, la agresión sexual”, defiende su abogada.

Su abogada habla de “inconsiste­ncias en las declaracio­nes ante la policía”

 ?? ANTONY PAONE (REUTERS) ?? Gisèle Pélicot y su abogado, Stéphane Babonneau, ayer en Aviñón.
ANTONY PAONE (REUTERS) Gisèle Pélicot y su abogado, Stéphane Babonneau, ayer en Aviñón.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain