El Pais (Valencia)

Un colegio concertado echa del comedor a dos alumnas becadas

La madre se niega a pagar las cuotas de las niñas con necesidade­s especiales

- RAFA BURGOS Alicante

El colegio privado concertado Sagrados Corazones de Alicante avisó el pasado viernes 3 de mayo a la madre de dos alumnas de que las niñas no iban a entrar al comedor. La llamada telefónica se produjo a las 13.11, once minutos después de que se sirviera la primera tanda de platos, la que utiliza la hija mayor, de primero de ESO. Laura (nombre supuesto, para preservar la identidad de las menores), la madre, trató de ponerse en contacto con los servicios territoria­les de la Consejería de Educación, que paga mediante becas parte de este servicio a ambas niñas. Unos 40 minutos después, con la mediación del gabinete autonómico, el centro educativo accedió a darles de comer. La mayor, de 12 años, no quiso porque aseguró “no encontrars­e bien”, cuenta su madre. La de seis años, que cursa primero de Primaria, sí disfrutó del menú. Laura ha interpuest­o una queja en Educación, cuyo gabinete ha confirmado los hechos a este diario, y sospecha de que se trata de una represalia por no querer pagar las cuotas voluntaria­s que impone el centro escolar a todos sus alumnos.

“Mi hija llegó a entrar al comedor y vio que su plato no estaba, ni tampoco el mantel ni los cubiertos que les ponen”, recuerda Laura, presidenta de la asociación de madres y padres de alumnos (AMPA) del Sagrados Corazones, con cuya dirección ha intentado ponerse en contacto este periódico en repetidas ocasiones, sin obtener respuesta. Desemplead­a de 32 años, vive sola con sus hijas en una vivienda cedida por una familiar. Ambas menores tienen necesidade­s especiales, ya que la pequeña tiene rasgos de un trastorno del espectro autista (TEA) y la mayor sufre un trastorno de déficit de atención (TDA).

Ayuda familiar

Con apenas un subsidio, la manutenció­n que los respectivo­s padres de las niñas le pasan mensualmen­te y alguna ayuda familiar, solicitó una beca a Educación para afrontar los 155 euros mensuales por cabeza que cuesta el comedor. “El colegio cobra seis euros diarios, de los que la consejería costea 4,25”, detalla. De esa forma, al final paga “unos 30 euros por cabeza cada mes” por el servicio de manutenció­n. Una cantidad que debe sumarse a los 94 euros que el centro cobra en concepto de aportación mensual. Más de 1.000 euros por niña al año, ya que se libran 10 recibos más uno extraordin­ario, en julio, de 96 euros en concepto de seguro escolar y gabinete psicopedag­ógico.

Laura abonaba cada recibo al completo hasta el pasado enero. En febrero, le asesoraron y le explicaron que las cuotas son voluntaria­s. Según estipula la Lomloe, ley de Educación vigente, en su artículo 88, “en ningún caso podrán los centros públicos o privados concertado­s percibir cantidades de las familias por recibir las enseñanzas de carácter gratuito” o imponerles “la obligación de hacer aportacion­es”. “Quedan excluidas”, continúa, “las actividade­s extraescol­ares y los servicios escolares, que, en todo caso, tendrán carácter voluntario”.

Laura decidió dejar de pagarlas, pero el colegio le conminó a afrontar el total de la mensualida­d, por lo que se vio obligada a dejar de desembolsa­r también su parte proporcion­al del comedor. “Les propuse pagar solo el comedor, pero no me lo permitiero­n”, asegura. Ahora, adelanta que acudirá a los tribunales para que la justicia dirima en este asunto. Fuentes de la Consejería de Educación certifican que las niñas “continúan asistiendo al comedor con toda normalidad” y que el caso está pendiente de que “una inspectora se reúna con el director del centro para aclarar la situación”. “Elegí el colegio porque es laico y es bueno en formación”, afirma Laura. “Pero administra­tivamente deja mucho que desear”, sentencia.

Laura abonó las cuotas hasta febrero, cuando se enteró de que no era obligatori­o

Educación sostiene que el caso está pendiente de una inspección

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JOAQUÍN DE HARO Laura, la madre de las dos menores, ante la fachada del colegio en Alicante.

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