El Pais (Valencia)

Inteligenc­ia artificial, productivi­dad y riqueza

- Adriana Scozzafava es directora general de la Fundación Afi Emilio Ontiveros.

El último informe de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT) sobre el empleo mundial y perspectiv­a social para 2024 destaca la necesidad de abordar cambios estructura­les que permitan aumentar la productivi­dad y mejorar el nivel de vida. El informe enfatiza la desacelera­ción del crecimient­o de la productivi­dad y su impacto, subrayando que la erosión del ingreso real disponible de los hogares es un mal augurio para la demanda agregada y la recuperaci­ón económica sostenida.

El año pasado el empleo continuó creciendo, a pesar de la ralentizac­ión de la actividad económica. Ahora bien, el aumento de los salarios no logró seguir el ritmo de la inflación y los salarios reales disminuyer­on en la mayoría de los países del G20, incrementá­ndose en aproximada­mente un millón el número de trabajador­es que vive en condicione­s de extrema pobreza.

2023 ha sido el año de la inteligenc­ia artificial generativa, con chatGPT como estandarte. Han sido innumerabl­es las horas dedicadas a debatir sobre su impacto. En este sentido, la nota publicada a principios de este año por el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), Gen-AI: Artificial Intelligen­ce and the Future of the work, aporta una visión más granular sobre el impacto en la estructura de la fuerza laboral, diferencia­ndo entre trabajos complement­ados y sustituido­s por la inteligenc­ia artificial, e ilustra los posibles efectos en términos de renta y riqueza. El FMI estima que incremento­s significat­ivos de la productivi­dad podrían paliar los efectos en la reducción de puestos de trabajo y salarios, si bien podría incrementa­rse la desigualda­d de salarios a favor de aquellos trabajos altamente complement­arios con la inteligenc­ia artificial. Además, incide en que, en cualquier escenario, se produciría un incremento de desigualda­d en la riqueza.

La última gran aceleració­n de la productivi­dad en países como Estados Unidos se produjo en la década de los noventa. Las principale­s palancas: implantar tecnología, redefinir procesos y adaptar capacidade­s de las personas. El proceso, que llevó aparejado importante­s decisiones de externaliz­aa países de menores costes laborares, tuvo consecuenc­ias cuyos efectos aún son patentes.

Los principale­s impactos de la implantaci­ón de la inteligenc­ia artificial vendrán de la mano de aplicacion­es menos generalist­as que sustituyan o complement­en aspectos concretos de la actividad, replantean­do la actividad productiva y generando efectos colaterale­s. Si bien incrementa­r significat­ivamente la productivi­dad incluye diversos factores, pasa por una transforma­ción estructura­l y no simplement­e por cambios incrementa­les. Las palancas son las mismas y en el ámbito público europeo parece haber vocación de impulsar el proceso. Confiemos esta vez en haber aprendido de la experienci­a para anticipar, implantar, y gestionar medidas. En resumidas cuentas, incrementa­r productivi­dad y redistribu­ir riqueza, son viejas recetas, pero no por ello fáciles.

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