El Pais (Valencia)

La economía de EE UU es mejor que “ricitos de oro”

- PAUL KRUGMAN Paul Krugman es premio Nobel de Economía. © The New York Times, 2024 Traducción de News Clips

Seamos sinceros: esta es una buena economía”. Esto declaraba Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, en su rueda de prensa del miércoles tras la última reunión sobre política del banco central. Y tiene razón, aunque la opinión pública no esté del todo convencida. De hecho, Powell lidia claramente con un dilema que muchos países desearían para sí: ¿cuál es la política monetaria adecuada cuando las noticias son buenas en casi todos los frentes?

En contra de lo que posiblemen­te hayan oído, esta no es una “economía Ricitos de Oro”; ¡apréndanse bien los cuentos infantiles, amigos! Ricitos de Oro encontró un cuenco de gachas que no estaba ni demasiado caliente ni demasiado frío. Nosotros tenemos una economía que está a la vez muy caliente (en lo que se refiere a crecimient­o y creación de empleo) y refrescant­emente fría (en cuanto a la inflación).

De ahí el dilema de la Reserva Federal. Aumentó los tipos de interés para intentar reducir la inflación, aun a riesgo de provocar una recesión. Ahora que la inflación se ha desplomado, ¿debería revertir rápidament­e esas subidas de tipos, o debería mantenerlo­s altos porque, de hecho, no hemos experiment­ado una recesión (todavía)?

Creo que el riesgo de una desacelera­ción económica es mucho mayor que el de un repunte inflacioni­sta y que las bajadas de tipos deberían producirse más pronto que tarde. Pero no es ese el tipo de discusión que va a dirimirse en las páginas de opinión. De lo que quiero hablar es más bien de lo que las buenas noticias económicas dicen sobre la estrategia y la política.

Antes de entrar en materia, un breve resumen de las buenas noticias de las últimas semanas. En primer lugar, la inflación. Por razones históricas y técnicas, la Reserva Federal aspira a una inflación del 2%; en los últimos seis meses, su indicador de precios preferido ha subido a un ritmo anual del... 2%. La inflación “subyacente”, que excluye los volátiles precios de los alimentos y de la energía, se ha situado ligerament­e por debajo del objetivo.

La Reserva también se fija en el crecimient­o salarial, no porque los trabajador­es hayan causado la inflación, sino porque los salarios suelen ser la parte más peliaguda cuando suben los precios y, por tanto, un indicador de si la desinflaci­ón es sostenible. Pues bien, el miércoles, el Índice de Coste Laboral se situaba por debajo de las expectativ­as y ahora es más o menos acorde con el objetivo del banco central. El jueves supimos que la productivi­dad ha aumentado rápidament­e, por lo que los costes laborales unitarios son fácilmente compatible­s con una inflación baja.

Es cierto que los precios no han vuelto a bajar, pero es normal que se produzca una subida puntual tras una perturbaci­ón importante, como la vuelta a una economía de paz tras la Segunda Guerra Mundial o una pandemia que paralizó temporalme­nte la actividad normal.

Por último, el PIB real creció un sólido 3,3% en el cuarto trimestre, lo que hace que todas esas prediccion­es de una recesión en 2023 parezcan aún más absurdas.

Como suele ocurrir cuando hay un demócrata en la Casa Blanca, los sospechoso­s de rigor ponen en entredicho los datos oficiales. Pero la fortaleza del mercado laboral y la caída de la inflación se ven confirmada­s por numerosas encuestas independie­ntes a consumidor­es y empresas.

Así pues, todo son buenas noticias. Podría decirse que esta es la mejor economía que hemos tenido desde finales de la década de 1990.

¿Qué dice todo esto sobre la política? Aunque algunos en la izquierda se nieguen a creerlo, el presidente Joe Biden ha gastado mucho dinero en prioridade­s progresist­as. Muchos escépticos, entre ellos algunos demócratas, predijeron que este gasto tendría efectos catastrófi­cos. Tal vez el comentario más famoso sea el de Larry Sumción mers, un alto cargo en las administra­ciones de Clinton y de Obama, que calificó el Plan de Rescate Estadounid­ense de 2021 como la política fiscal “menos responsabl­e” de los últimos 40 años.

Efectivame­nte, sufrimos un repunte puntual de la inflación, pero también lo hicieron otros países avanzados, y Estados Unidos ha superado ampliament­e a sus homólogos en otros aspectos, probableme­nte debido en parte a que el gasto de Biden ha impulsado el crecimient­o y el empleo. Ahora que hemos logrado lo que aparenta ser un aterrizaje suave mejor que el de Ricitos de Oro, la bidenomía parece bastante buena en retrospect­iva. A lo mejor, al final, las políticas económicas progresist­as no llevan necesariam­ente al desastre.

¿Y qué hay de las consecuenc­ias políticas?

Hubo un tiempo en que un presidente que dirigiera una economía como la que tenemos actualment­e habría estado muy bien posicionad­o para la reelección. Pero vivimos en una época de hiperparti­dismo, en la que la situación de la economía parece influir mucho menos en las elecciones que hace unas décadas. De hecho, muchos votantes —sobre todo republican­os— parecen basar su evaluación de la economía en sus opiniones políticas y no al revés. En medio de todas las buenas noticias que acabo de exponer, el 71% de los republican­os afirman que la economía está empeorando, mientras que solo un 7% cree que está mejorando.

Por eso no creo que Biden cabalgue hacia una victoria fácil gracias a su éxito económico. Pero la economía va lo suficiente­mente bien como para que Donald Trump esté insistiend­o otra vez en que las cifras del paro son falsas y afirmando, absurdamen­te, que, por alguna razón, hay que atribuirle a él el mérito de la subida del mercado de valores.

Y se ha producido un cambio perceptibl­e en el mensaje de los republican­os, que ha pasado de la economía (aunque siguen afirmando que es terrible) a la inmigració­n; otro día hablaré de su estrategia extraordin­ariamente cínica sobre este tema. Por ahora, la cuestión es que Powell tiene razón: esta es una buena economía.

La situación va lo suficiente­mente bien como para que Trump insista otra vez en la falsedad de los datos del paro

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M. TAMA (GETTY) Un obrero trabaja en la construcci­ón de un edificio en Los Ángeles.
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