El ‘chunyun’, el termómetro económico chino
Pekín espera 9.000 millones de desplazamientos durante la temporada de viajes con motivo del Año Nuevo
Es miércoles al mediodía. En Pekín, el metro de la línea 7, que recorre el centro-sur de la ciudad, está más concurrido que otras jornadas. Muchos pasajeros van cargados con maletas y bártulos y, para llega al final de trayecto, la Estación del Oeste, no cabe un alfiler. Decenas de personas salen disparadas en dirección a la entrada principal. Uno de ellos es Guo (pseudónimo), un señor que supera los 50 años y va ataviado con un ushanka, el gorro de estilo ruso con el que se cubre del frío; tiene la tez bronceada propia de la clase trabajadora y carga una mochila negra, de casi la mitad de su tamaño, y una maleta gigantesca. Evita dar su nombre, pero detalla que regresa a Baotou, su ciudad natal, en la provincia septentrional de Mongolia Interior. Es la primera vez en cuatro años que celebrará el Año Nuevo del calendario lunar con su familia, aunque ha podido visitarlos más de una vez en este tiempo. “El año pasado era muy peligroso [durante las fiestas]. Había muchos contagios y no quería arriesgarme”.
Al igual que Guo, millones de trabajadores migrantes vuelven a sus orígenes durante los 40 días de chunyun, la temporada de viajes con motivo de la Fiesta de la Primavera (el Año Nuevo chino). Es considerada la migración humana anual más grande del planeta y, para el Año del Dragón, que arranca el día 10, las autoridades prevén batir todos los registros. Entre el 26 de enero y el 6 de marzo se realizarán 9.000 millones de desplazamientos, según el Ministerio de Transportes. La cifra triplica los 2.980 millones de 2019, antes de la pandemia. El año pasado, cuando China hacía frente a su peor ola de covid, se contabilizaron 1.595 millones. El aumento exponencial se debe a que las estadísticas ahora incluyen “el volumen de turismos por carretera, tanto en autovías nacionales como provinciales”, según Pekín.
El chunyun es, principalmente, un movimiento masivo de regreso a casa de quienes viven fuera de ella, aunque también puede implicar días de descanso y turismo. Como si se juntaran el verano y la Navidad, los niños tienen un mes de vacaciones, los estudiantes universitarios vuelven a ver a sus padres y millones de trabajadores que residen en otras provincias ponen rumbo a sus raíces. Para muchos, será la única ocasión en el año en que podrán juntar ocho festivos seguidos. El país cuenta con casi 300 millones de emigrantes rurales, de los 1.412 millones de chinos, y se calcula que, en torno a un tercio de los residentes de Pekín (de 22 millones de habitantes) son técnicamente trabajadores emigrantes (no cuentan con el hukou de la capital, el sistema censal de población de China, vinculado al origen de una persona).
El frenesí viajero se puede tomar como un termómetro de la economía, del empleo y del consumo: si hay movimiento es que la gente está trabajando, tiene dinero y quiere volver a casa. Aunque las finanzas chinas se han recuperado de los estragos de la pandemia (el PIB se situó en un 5,2% en 2023), los fantasmas de una recesión del mercado inmobiliario han mermado la confianza de los hogares, que no han terminado de gastar como se esperaba. Esta semana, la justicia hongkonesa decretó la liquidación de Evergrande, la que fuera la mayor promotora de vivienda de China, hoy la más endeudada del mundo.
Las expectativas son altas en cualquier caso. En 2023, el sector de la restauración y la hostelería se disparó un 14,5% con respecto al año anterior, uno de los mayores incrementos de las últimas décadas, aunque buena parte se debió a la bajísima base estadística del pandémico 2022. Pero hay indicadores positivos. En comparación con 2019, Air China ha abierto un 32% más de rutas aéreas, y las reservas de hotel y de viajes en grupo a través de la plataforma Fliggy se han disparado en un 160% y un 34%, respectivamente.
Desde el Ministerio de Transportes esperan 480 millones de desplazamientos en tren, 80 millones en avión y 7.200 millones en coche. Solo en el primer día de chunyun hubo 189 millones de desplazamientos en toda la nación, un 19,7% más que en 2023, recoge la agencia oficial de noticias Xinhua. En la Estación del Oeste, las colas avanzan al ritmo de las instrucciones de los guardias. A la puerta, un hombre oriundo de Shaanxi custodia sus bolsas de viaje. “Estamos intentando conseguir un billete. Esperamos que alguien cancele y podamos viajar hoy”, dice. “Este año hay más gente y es más difícil”, añade. Liu Qing, de 37 años, profesora residente en la capital, escribe en la red WeChat que viajará en la víspera de Año Nuevo porque no ha conseguido un pasaje antes para volver a su ciudad, Taiyuan. Se espera que en esa jornada se desplacen la mayoría de los funcionarios y empleados de empresas.
Compra de coches
Muchos de los viajes tienen que ver con las vacaciones escolares y el eterno dilema de los padres que trabajan: qué hacer con los niños. Bai Jie, una médica de 36 años, acaba de llegar a Sanya con su hija, que ahora mismo corretea por la playa de esta ciudad turística en Hainan, una isla tropical en el mar del sur de China. La dejará varias semanas a cargo de los abuelos, ya jubilados, que se compraron un apartamento hace 10 años, y solían pasar aquí los meses de invierno, hasta que llegó la covid. “Es el primer año que regresamos tras la pandemia”, cuenta la familia. Bai Jie volverá en breve a la fría provincia de Shanxi, porque le toca a seguir trabajando.
Muchos aprovechan el chunyun para tomar un descanso. “Trabajar todo el rato te vuelve triste”, dice Xia Jian, de 41 años, un tipo que pasó seis años trabajando en África y, en 2023, tras la reapertura pospandémica, inauguró un restaurante en la provincia de Henan. Fuma un pitillo sentado en una manta sobre la arena. Le gusta el lugar, se da paseos, monta en moto acuática. Tiene buenas sensaciones sobre la economía: “El dinero está ahí. La pregunta es si uno está dispuesto a gastarlo”. Hay bullicio playero a su alrededor. Pero Ding Daquan, jubilado de 74 años, y también con un piso frente al mar, asegura que aún se percibe “mucha menos gente” que antes de la crisis sanitaria.
Vincent Chan, estratega para China de Aletheia Capital, firma financiera, está convencido de que este año será “bueno” en términos turísticos. Los viajes, en cualquier caso, no indican del todo una mejora. “La gran pregunta es sobre otro tipo de consumo, como la compra de coches”, afirma. “Comprar un coche es un [acto] de consumo discrecional de gran escala”. Y, de momento, esas ventas “no son tan fuertes”. En 2024, concluye, habrá que estar atentos a si la economía china da “muestras genuinas” de que se recupera.