Un cortafuegos contra la ultraderecha en torno al Parlamento alemán
Miles de personas se manifiestan en Berlín y otras ciudades contra AfD y un proyecto de deportaciones de migrantes discutido con un grupo de neonazis
Miles de personas salieron ayer a la calle en Berlín y otras ciudades alemanas para expresar su rechazo a la ultraderecha y los supuestos planes a favor de deportaciones masivas de migrantes. Bajo el lema “Nosotros somos el cortafuegos”, los manifestantes en la capital alemana, convertida en epicentro de todas las marchas, rodearon el Parlamento como un cortafuegos simbólico contra los extremistas. “Es nuestra responsabilidad como sociedad civil defender la solidaridad y la convivencia”, explicaron integrantes de la alianza Hand in Hand (Tomados de la mano), artífices de la convocatoria firmada por más de 1.800 organizaciones. Si bien primero se pensó en hacer una cadena humana que rodeara el Reichstag, la gran afluencia —al menos 150.000 participantes, según la policía— convirtió el círculo en una gran masa en torno al Parlamento.
Paralelamente, se organizaron más de 100 manifestaciones en otras ciudades, con otras 50.000 personas, que se suman a las celebradas en las últimas semanas después de que el portal de investigación Correctiv desvelara una reunión secreta organizada a finales de noviembre entre miembros importantes del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) y conocidos neonazis. Su objetivo era trazar un “plan maestro” para deportar a millones de personas de ascendencia migrante, incluidos ciudadanos con pasaporte alemán pero supuestamente “no integrados”. Si bien AfD, que es segunda en intención de voto a escala federal, ha negado que estos planes migratorios sean una política del partido, las protestas se mantienen.
La noticia de esta reunión secreta fue el detonante que movió a parte de la sociedad. “Son personas muy diferentes”, explica el politólogo Simon Franzmann, investigador en la Universidad de Gotinga. “Está el centro, así como pequeños y medianos empresarios más bien conservadores”.
La ola de protestas aglutina no solo a gente de izquierdas, sino también a personas del centroderecha, que “quizá son escépticas respecto a la inmigración, pero que no son enemigas del sistema y que quieren dejar claro que lo que hace la ultraderecha no es lo que quieren”.
Erwin Häringer es uno de los cientos de miles de manifestantes. Para este médico y profesor bávaro de 78 años, padre de dos hijas, se trata de dejar claro a los extremistas que “Alemania tiene una población heterogénea y diversa”. “Se ha olvidado que Hitler llegó al poder porque la democracia no reaccionó en absoluto”, recuerda sobre un hecho histórico que está muy presente estos días, ya que el 30 de enero de 1933 fue el día en que Adolf Hitler fue nombrado canciller. Häringer participó en la protesta del 21 de enero en Múnich con gente que, como él, está preocupada por la posibilidad de que “las fuerzas antidemocráticas se hagan cada vez más fuertes”.
De la misma manera lo ve Mareike Godolt, profesora en una escuela en Berlín. “Da miedo ver lo fuerte que se está haciendo un partido como AfD”, declara. Para esta mujer de 43 años, los planes para deportar migrantes son “aterradores” porque apuntan a algo que esperaba que hubiera quedado atrás. Es algo que vio en la década de los noventa, tras la caída del Muro de Berlín, un tiempo “muy complicado”, donde en algunas zonas como “en el este de la ciudad o en Brandeburgo había muchos nazis”, recuerda.
Las protestas también se suceden en Sajonia, uno de los feudos de AfD y donde según los últimos sondeos se alzaría con un 35% de los votos en las elecciones de septiembre. La cercanía de esa cita en las urnas impulsó a ciudadanos como Matthias Wolf a acudir a la masiva manifestación del pasado fin de semana en Leipzig. “Hay muchas razones para ir. Una de ellas es que en septiembre hay elecciones [regionales] y la gente debe darse cuenta de que hay mucho en juego. Es posible que AfD entre en el Gobierno, algo que hay que evitar”, comenta este profesor de matemáticas de Leipzig.
Con las elecciones europeas el 9 de junio y las de los Estados federados de Sajonia, Turingia y Brandeburgo en septiembre, la pregunta que muchos se hacen es hasta qué punto este movimiento ciudadano tendrá un efecto en las urnas.
Si bien “es una especie de rayo de esperanza que se busque el debate democrático”, el politólogo Franzmann no cree que las protestas se mantengan mucho tiempo, aunque abren una conversación interesante. “Hay mucha gente que no tiene una ideología definida y que ahora reflexiona sobre si es necesario mandar una señal”.
Sobre estas personas, que no son constantes en su voto, las protestas pueden tener efecto, opina el experto. Son personas que se acercaron a AfD y ahora “se distancian de nuevo y no volverán a apoyarlo, seguramente”, explica.
Consciente de ello, AfD “ha moderado el lenguaje y serán más cuidadosos en su estrategia de comunicación, aunque no creo que modifiquen su contenido”, destaca Franzmann.
A pesar de todo, AfD seguirá teniendo numerosos seguidores. “En Alemania tendremos que convivir mucho tiempo con partidos populistas de derechas con elementos de extrema derecha”, añade. Unas declaraciones que se alinean con el último sondeo de la cadena pública alemana ARD, en donde AfD sigue siendo la segunda fuerza a nivel nacional con un 19%, solo un punto porcentual menos que en la encuesta de enero.
En la capital confluyeron 150.000 participantes y 1.800 organizaciones
Las protestas también se suceden en Sajonia, uno de los feudos del partido
“Da miedo ver lo fuertes que se están haciendo”, dice un manifestante