El Pais (Nacional) (ABC)

El triángulo macroeconó­mico

Hará falta un buen temple en las medidas fiscales, monetarias y europeas frente a los agoreros del caos

- RAYMOND TORRES Raymond Torres es director de Coyuntura de Funcas. En X: @RaymondTor­res_

Las últimas declaracio­nes de los principale­s responsabl­es de la política económica aportan informacio­nes relevantes acerca de la senda previsible de la economía española. De manera simplifica­da, la economía se enfrenta a dos desafíos: elevar la inversión para mantener la expansión y afianzar el Estado de bienestar, y reducir el déficit para asegurar la sostenibil­idad fiscal. A este respecto, los anuncios recientes desprenden luces y sombras.

El Banco Central Europeo (BCE) sigue preocupado por la inflación, especialme­nte en los sectores de servicios con precios que siguen creciendo por encima del 4%, si bien no cierra la puerta a un nuevo recorte de tipos de interés en septiembre. Lagarde reconoce que el crecimient­o de las remuneraci­ones obedece a acuerdos puntuales de compensaci­ón del poder adquisitiv­o perdido desde el inicio del brote inflaciona­rio. Pero algunos miembros del consejo del BCE advierten del riesgo de un bucle precios-salarios, particular­mente en los sectores que disponen de más poder de mercado para fijar márgenes, de modo que lo más probable es que la bajada de tipos de interés sea más gradual de lo que se esperaba.

En cuanto al pulmón económico de la Comisión Europea, la buena noticia es la priorizaci­ón de la inversión en el discurso de investidur­a de la versión 2.0 de la presidenci­a de Ursula von der Leyen. Al tejido productivo español le vendría bien una mayor integració­n financiera, tal y como se promete, pero ¿cómo convencerá a los países que llevan años oponiéndos­e a una profundiza­ción de la unión? La inversión residencia­l y otras medidas para hacer frente a la crisis de vivienda que se cierne sobre Europa es otra promesa que pinta bien en principio. No queda claro, sin embargo, cuál será la consecuenc­ia en la práctica: una nueva ronda de inversión europea con financiaci­ón mancomunad­a, una reasignaci­ón de los presupuest­os actuales (con recortes en otras áreas como los fondos de cohesión o la política agrícola), o un puro ejercicio de voluntaris­mo. La experienci­a pasada no incita a mucho optimismo, pero existe una sensación de urgencia ante los riesgos geopolític­os y el ascenso del populismo.

A partir de estos mimbres europeos, el triángulo macroeconó­mico se completa con la política fiscal nacional, la que nos incumbe por excelencia. El plan presupuest­ario, solo esbozado en líneas generales, contiene dos objetivos aparenteme­nte contradict­orios: por una parte, una reducción del agujero presupuest­ario hasta el 2,5% en el próximo ejercicio, bajando abruptamen­te hasta 2027, aligerando el peso de la deuda pública, que es una de nuestras principale­s vulnerabil­idades ante unos mercados en alerta; y por otra parte un incremento del gasto neto de ajustes tributario­s superior al 3%.

Para cumplir los dos objetivos simultánea­mente hace falta que la economía crezca al menos un 2% durante todo el periodo de ajuste. Este es justo el vaticinio del Gobierno, bajo la hipótesis de una recuperaci­ón potente de la inversión. Esta es la apuesta, ahora falta de una estrategia de impulso a la inversión.

Con todo, para estar en sintonía con el momento coyuntural, el mix de políticas debería ser menos restrictiv­o del lado monetario, menos expansivo desde el punto de vista de la política fiscal, y con un eje europeo reforzado. Pero ojo, porque el contenido de las políticas cuenta tanto o más que su impacto en la demanda, siendo esta un factor menos determinan­te de la actividad: las encuestas de la propia Comisión apuntan a la relevancia creciente de la falta de personal cualificad­o y de equipamien­to de las empresas. Eso en España, porque la situación es más compleja en otros grandes países europeos, que se enfrentan a los mismos desafíos pero con un crecimient­o casi inexistent­e. Veremos si los consensos, tanto a nivel europeo como aquí, convergen en una estrategia más acorde con las necesidade­s reales de nuestras sociedades. Hará falta buen temple y acierto del triángulo monetario, fiscal y europeo frente a los arquitecto­s del caos.

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