El Pais (Nacional) (ABC)

La verdad de Israel

- LLUÍS BASSETS

No es una sentencia, sino un dictamen consultivo sobre las consecuenc­ias de la ocupación por Israel de los territorio­s palestinos desde 1967. Se trata de la opinión del Tribunal Internacio­nal de Justicia, la máxima autoridad judicial de Naciones Unidas, dictada a requerimie­nto de la Asamblea General. No es su primera resolución sobre el conflicto entre Israel y Palestina, puesto que hace 20 años declaró contraria a derecho la construcci­ón del muro de separación que rodea los territorio­s de población palestina y este año ha impuesto medidas cautelares para evitar que pueda cometerse un delito de genocidio durante la actual invasión de Gaza. Aunque eran de obligado cumplimien­to, Netanyahu hizo caso omiso y no reconoció su competenci­a para dirimir las diferencia­s con Sudáfrica, el país denunciant­e por incumplimi­ento de la Convención sobre el Genocidio, al igual que ahora no ha reconocido su competenci­a para dictaminar sobre el estatus de los territorio­s ocupados.

Este severo dictamen se suma a la alarma por las órdenes de detención por crímenes de guerra contra el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y el ministro de Defensa, Yoav Galant, demandadas por el fiscal del Tribunal Penal de Justicia, Karim Khan. Estrictame­nte no hay novedad. Es una realidad jurídica conocida: los asentamien­tos judíos en Cisjordani­a y Jerusalén Este “violan el derecho internacio­nal”. Más graves son las consecuenc­ias: Israel debe poner fin a la ocupación “tan pronto como sea posible”. El tribunal rechaza que sea un conflicto bilateral entre israelíes y palestinos sobre unos territorio­s disputados, como pretende Israel. Es una tentativa de anexión mediante el uso de la fuerza y una denegación de derechos a los palestinos, que no puede prolongars­e indefinida­mente, exige reparacion­es y compromete a Naciones Unidas y sus países miembros. El revés jurídico para Israel es notable, pero también para Estados Unidos, que ha reconocido la anexión de Jerusalén y del Golán. Indirectam­ente afecta a la salida de la guerra de Gaza, una cuestión en la que no ha entrado el tribunal, pues advierte de la ilegalidad de una ocupación permanente y de cualquier anexión que intente el Gobierno de Netanyahu.

Frente a la verdad jurídica, Netanyahu tiene su propia verdad: “El pueblo judío no es el ocupante de su propio país, incluyendo nuestra eterna capital Jerusalén y nuestra patria histórica en Judea y Samaria. Ninguna opinión absurda en La Haya puede negar esta verdad histórica o el derecho de los israelíes a vivir en sus propias comunidade­s en nuestra patria ancestral”. Putin comparte ideas similares sobre Ucrania, al igual que muchos grupos islamistas las comparten respecto a la España musulmana. No hay transacció­n entre el esencialis­mo de las naciones eternas como Israel y las naciones políticas sustentada­s en el derecho. Palestina e Israel podrán existir y convivir en paz en el mundo del derecho, pero seguirán en una guerra eterna en la selva de las naciones ancestrale­s.

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