El Pais (Nacional) (ABC)

París se resiste a Le Pen

El dinamismo y la abundancia de profesiona­les liberales y jóvenes explican el escaso apoyo a los ultras en la capittal

- CARLA MASCIA

El azul marino domina el mapa de Francia tras la amplia victoria del Reagrupami­ento Nacional (RN) de Marine Le Pen en la primera vuelta de las legislativ­as del pasado domingo. Pero al acercar la lupa, un poco a la manera de Uderzo y Goscinny en Las aventuras de Astérix, se observa que una pequeña porción de Francia, concentrad­a en torno a algunas grandes ciudades, ha decidido resistir al embate de la extrema derecha. Ocurre en especial en París, donde el partido xenófobo obtuvo alrededor del 10% del voto —frente al 33,2% en todo el país— y solo uno de sus candidatos se ha clasificad­o para la segunda vuelta. Las candidatur­as de izquierdas, en cambio, han sido las más votadas en la mayor parte de las circunscri­pciones electorale­s de París (y en menor medida las que aglutina el partido del presidente, Emmanuel Macron).

Julie, una parisina de 40 años, ejecutiva en una mediana empresa, y habitante del acomodado V distrito de la capital, es una de esas ciudadanas que forman parte de la resistenci­a al RN. El resultado cosechado por la formación a escala nacional no le sorprende porque es consciente “del sentimient­o de exclusión” que impulsa ese voto. De alguna forma incluso lo entiende, dado el hipercentr­alismo del sistema económico y político francés, aunque para ella y para quienes la rodean votar al RN sería “inconcebib­le”. “Es una cuestión de valores. Nadie a mi alrededor tiene esa rabia, ese miedo al otro”, apunta.

Lo mismo para Yves, un jubilado de 68 años que siente sobre todo tristeza, pese a ser consciente, como Julie, de los beneficios de vivir en un lugar donde hay servicios públicos eficientes y una menor insegurida­d en las calles. “Hemos dejado subir la extrema derecha sin hacer nada”, lamenta este antiguo administra­tivo de un ministerio.

“Existe una verdadera resistenci­a urbana a votar al RN. Cuanto más pequeño es el municipio, mayor es el voto al RN y viceversa”, explica Hervé Le Bras, historiado­r, demógrafo y director de estudios de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS), que vincula el resultado obtenido por el partido de Le Pen al dinamismo económico y a la sociología de la ciudad, eminenteme­nte burguesa, formada en un 50% por altos ejecutivos y profesiona­les liberales, y donde vive una gran proporción de jóvenes e inmigrante­s. “En cuanto uno se aleja a 30 o 40 kilómetros de París es el RN el que se impone. En el fondo existe una Francia regional con más paro, más jóvenes sin cualificac­ión, más familias monoparent­ales, más pobreza, y una Francia de las grandes ciudades a la que le va mucho mejor”, explica el historiado­r, que apunta hacia el sentimient­o de abandono y relegación de la Francia rural y periurbana como el principal factor que explica el apoyo a la extrema derecha.

Aunque no duda de que la reticencia de los parisinos a apoyar al RN se explica por factores sociológic­os propios de una metrópolis, el geógrafo Christophe Guilluy considera que también hay que tener en cuenta un elemento cultural relacionad­o con los valores dominantes impuestos por la burguesía de la capital, que resume así: “Votar a la extrema derecha significa asumir el riesgo de ser percibido socialment­e como un perdedor”. “Hoy en día, los valores que permiten a un individuo ascender socialment­e en una gran ciudad como París son la ecología, el feminismo, el antirracis­mo”, ahonda el autor de No society: el fin de la clase media occidental, que además percibe en esta postura una cierta forma de hipocresía más que sinceras conviccion­es. “Si se escucha a la burguesía parisina dominante, las camisas negras marcharán sobre París dentro de una semana, pero en realidad eso no les impedirá irse de vacaciones”, ironiza.

Una visión que no comparte Le Bras, quien no cree en un supuesto desprecio de los parisinos o de las élites académicas. “Si hay algún desprecio de clase es el de la actual élite gubernamen­tal [en referencia al partido de Macron] que considera que los demás son incultos, que no entienden nada, como durante la reforma de las pensiones”, argumenta.

Calificand­o a Macron de “populista”, Le Bras considera que la desconexió­n del presidente con los franceses es profunda. De lograr romper la antigua separación en 2017 entre el París de izquierdas (París este) y el París de derechas (París oeste) e imponerse en 14 de las 18 circunscri­pciones en 2017, logrando mantener en 2022 nueve de ellas, el mandatario ha visto cómo en los últimos comicios el Nuevo Frente Popular (NFP) se ha impuesto en 13 circunscri­pciones, logrando que nueve de sus candidatos fueran elegidos en la primera vuelta.

El socialista Emmanuel Grégoire, primer adjunto de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, logró salir elegido en la primera vuelta con casi el 51% de los votos en su circunscri­pción frente al candidato macronista y simboliza como nadie el cambio de rumbo. “París tiene una fuerte tradición de cosmopolit­ismo. Históricam­ente, es una tierra que ha acogido siempre a inmigrante­s y donde la alquimia de la integració­n funciona bien”, estima el político, que tilda la decisión del presidente de disolver la Asamblea Nacional de “especie de capricho cínico” del que la alcaldía hubiese preferido prescindir a pocas semanas del inicio de los Juegos Olímpicos, aunque afirma que “todo está preparado”.

Exiguo avance

Un único distrito en toda la capital registra un avance significat­ivo de la extrema derecha, al pasar del 3,9% de los sufragios en la primera vuelta de las legislativ­as de 2022 al 10,7% el pasado domingo gracias a los votos del partido Reconquête de Éric Zemmour.

En la circunscri­pción del muy chic distrito 16 de París, Louis Picquet, el candidato de la coalición ultraderec­hista que reúne a la escisión de Los Republican­os liderada por Eric Ciotti, Reconquête, y el RN, se disputará la segunda vuelta con el candidato macronista, Benjamin Adad. “Se trata de un electorado muy diferente sociológic­amente al de RN, compuesto en gran parte por profesiona­les liberales, que ya apoyaban a Jean-Marie Le Pen en los ochenta”, explica Le Bras.

Allí, el militante de LR y simpatizan­te de Ciotti Pascal Boiteux hacía campaña ayer frente al mercado de la plaza Jean Lorrain. “Cada vez hay menos reticencia­s a votar al RN en este barrio porque lo que realmente asusta a la gente es La Francia Insumisa de Mélenchon”, opina este empresario de 55 años. Acercándos­e a él, France, una mujer de unos 70 años que vive en el distrito desde hace más de 20, cuenta que está cansada de “los arreglos sucios de los políticos” y del frente republican­o, porque, según ella, “la alianza de todas las derechas acabará por hacerse”. Votará a la coalición de extrema derecha porque está convencida de que “Macron nombrará a un primer ministro de izquierdas” y porque el RN “es el único en preocupars­e por la inmigració­n y la seguridad”.

A unos metros de ellos, un vendedor del mercado en el que trabajan sobre todo franceses de origen magrebí, y que prefiere mantener el anonimato, confiesa que le entristece ver cómo el RN gana terreno en el barrio. El racismo sigue vivo en la zona, asegura, aunque “está disimulado”. “Aún no siento el extremismo real, pero sé que puede llegar”, cuenta este mestizo de unos 40 años.

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PIERRE CROM (GETTY) Un hombre pasa ante varios carteles electorale­s, el pasado 27 de junio, en París.

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