El TXSE, la nueva Bolsa de Texas, desafía a Wall Street
El proyecto viene marcado por factores políticos y tiene el respaldo de BlackRock
Texas quiere acabar con el duopolio de la Bolsa de Nueva York y el Nasdaq. Con el gancho de una regulación algo más laxa y unas comisiones más bajas, el Estado sureño ha puesto en marcha el proyecto de una nueva Bolsa, la Texas Stock Exchange (TXSE), con sede en Dallas, aprovechando la pujanza de Texas y el hartazgo de algunas compañías por las exigencias regulatorias y las elevadas tarifas de Wall Street. TXSE Group ha captado 120 millones de dólares para iniciar el nuevo mercado, que espera registrar ante la Comisión de Valores y Bolsa de EE UU (la SEC, por sus siglas en inglés) este año y empezar a operar el que viene. Su éxito no está garantizado. Los inversores prefieren negociar en los mercados donde se concentra la liquidez y no es fácil abrirse hueco en un negocio que ha tendido hacia la concentración en las últimas décadas.
Tras la idea de la Bolsa de Texas, laten diferencias de concepto sobre los negocios y el modo en que los criterios ESG (medioambientales, sociales y de gobierno corporativo) deben marcar la gestión de las empresas. “Queremos asegurarnos de que Texas va a ofrecer la oportunidad de expandir el capitalismo a empresas cuya única agenda es el capitalismo, en contraposición a otras ideologías que puedan imponerles estas otras Bolsas”, señaló el gobernador, Greg Abbott, en una entrevista a la CNBC. Un mercado, en principio, más de derechas que los de Nueva York, sin concesiones a la inclusión, la diversidad o la sostenibilidad.
TXSE ha cerrado este mes con éxito su ronda de financiación inicial. En ella han participado más de dos docenas de inversores, entre los que se encuentran algunas de las mayores entidades financieras y proveedores de liquidez del mundo, como BlackRock y Citadel Securities, así como “destacados líderes empresariales de todo el país” que no ha identificado. Los proveedores de liquidez que respaldan a TXSE representan una parte significativa del volumen de acciones en las Bolsas estadounidenses y la mayoría de la contratación minorista, según la empresa promotora del proyecto.
BlackRock es una de las empresas que se ha visto penalizada en Texas por una nueva normativa que margina a las entidades que adopten criterios de sostenibilidad ESG. Junto a otros gigantes financieros, dio un paso atrás en el compromiso con esos criterios hace unos meses ante la presión de los republicanos. El gobernador de Texas, Gregg Abott, considera que la firma está tratando de limpiar “la mancha en su reputación” por haber abrazado los criterios ESG tan decididamente, según declaró. Eso da idea de cómo se ha dado la vuelta a la tortilla: antes se señalaba a quienes no tenían compromiso con esos principios y ahora desde los frentes conservadores se acusa a quienes los adoptan. Citadel, por su parte, es propiedad de Ken Griffin, un destacado donante republicano. Se trata del mayor hedge fund del mundo y ha tomado también la decisión de trasladar su sede operativa desde el norteño Chicago a Miami, en Florida, atraído por la fiscalidad y la regulación.
Algunas empresas están molestas con la creciente regulación en pro de la diversidad que propugnan los mercados de Nueva York. El Nasdaq ha establecido una norma de composición de los consejos que exige dar explicaciones si no se tiene a una mujer consejera y a un miembro de una minoría infrarrepresentada o del colectivo LGTBI. “El objetivo del Nasdaq es avergonzar a las empresas para que adopten los valores de la izquierda política”, indicaba The Wall Street Journal en el editorial que dedicó al nuevo mercado texano. “Tenemos que asegurarnos de que las empresas de Texas y las que se encuentran en una situación similar no queden excluidas de los mercados de capitales de Nueva York por decisiones políticas tomadas desde la izquierda en lugares como Nueva York”, indica Abbot.
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El gobernador de Texas: “Queremos ofrecer la expansión del capitalismo”