El Pais (Nacional) (ABC)

Kroos tenía un plan, no como Schuster

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El Bernabéu y los aficionado­s al fútbol echarán de menos esos pases de Toni Kroos a 30 o 40 metros que caen con sutileza en el pie del delantero mejor colocado. Antes que él hacía lo mismo en ese estadio, y en otros, Bernd Schuster. Han coincidido en el canal #Vamos de Movistar+ dos documental­es sobre dos jugadores que comparten la nacionalid­ad alemana, su paso por España, la posición en el campo y la visión del juego. Pero sus historias no tienen nada que ver. Uno es frío, coherente y racional, el otro pagó caro su carácter volcánico.

Bernd Schuster, de hielo y fuego habla de un jugador con tanta clase como mal genio. Jugó en tres grandes (Barça, Madrid y Atlético) saltándose todas las rivalidade­s, pero solía despedirse mal de cada uno de sus clubes. Dejó plantado a su equipo (el Barça) en su noche más importante (la final de la Copa de Europa) al irse del estadio antes de que se tiraban los penaltis (los fallaron todos). En otro berrinche, había abandonado la selección alemana con solo 23 años. Como entrenador del Madrid fue fulminado por pasarse de sincero y decir que no podían ganar en el Camp Nou. Hoy Schuster recuerda con buen humor sus míticos enfados y se ríe de sí mismo.

El otro documental es de 2020, se llama Kroos. La familia y el fútbol, y ha sido recuperado con ocasión de su retirada. Es una producción alemana muy intimista, en la que participan el jugador, su familia, sus agentes, colegas y hasta su esforzado tatuador. Entiendes su decisión, que parece prematura: es un tipo tenaz, que sigue un plan. Ya decía, hace cuatro años, que no quería prolongar la vida profesiona­l más de lo necesario. Que el deporte de alta competició­n “no es sano para el cuerpo”, y daba a entender que tampoco para la mente.

El Kroos retratado aquí es buen marido, buen padre, buen hermano y buen amigo. Lo único amargo en el relato es la tensa relación con su padre. Roland Kroos, entrenador de fútbol, formó a sus dos hijos para que fueran profesiona­les. Le salió bien, podemos decir, pero a costa de un serio desgaste en la vida familiar. Sorprende que todos los implicados hablan de ello tan abierta como serenament­e.

El relato sobre Schuster resulta emocionant­e. Lo de Kroos se hace más aburrido porque roza la perfección. Comparte con Schuster haber renunciado a la selección alemana, pero Kroos lo hizo con 31 años, lo que formaba parte de ese plan para mitigar el duro ritmo de la competició­n. Ahora Toni regresa al equipo nacional para disputar la Eurocopa en su país como broche final a una carrera intachable. No puede aplicarse ese adjetivo a la de Schuster, por genial que fuera. Tampoco el fútbol de hoy, hiperprofe­sional, es el de los ochenta. Las estrellas de entonces eran rebeldes, anárquicas, insolentes. Y no tenían un plan.

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Toni Kroos.

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