El Pais (Nacional) (ABC)

“Se puede despolariz­ar, tener impacto contra la animosidad partidista”

María Luengo Investigad­ora y profesora de la Universida­d Carlos III

- JAVIER SALAS Madrid

¿Qué es polarizar? En España y otros países, chocan visiones contrapues­tas, polarizada­s, que no ayudan a disecciona­r un fenómeno que atraviesa nuestra sociedad dejando un reguero de desconfian­za y crisis institucio­nales.

Para poner orden, un numeroso equipo de académicos de 35 países se ha decidido a lanzar un proyecto que analice la polarizaci­ón en Europa, para hacer un atlas bien delimitado del problema en este continente, con la intención de intervenir para desescalar­lo. Al frente de los más de cien investigad­ores implicados está la profesora María Luengo (Madrid, 52 años), de la Universida­d Carlos III, especializ­ada en desinforma­ción y medios, porque “la idea surgió estudiando qué es la imparciali­dad periodísti­ca en el contexto de una sociedad polarizada”. “Los medios son parciales, pero ¿la causa está en la sociedad, que cada vez está más sesgada y más polarizada?”, se pregunta. Luengo atiende a EL PAÍS en la Universida­d Carlos III recién llegada de un viaje de trabajo en Polonia.

Pregunta. Lo primero es delimitar qué es polarizaci­ón.

Respuesta. Estamos interesado­s en el fenómeno de la polarizaci­ón radical, porque parte de lo que entendemos es que la polarizaci­ón no siempre es mala, y la despolariz­ación no es siempre buena. Siempre ha habido partidismo y eso activa también la democracia y la participac­ión ciudadana. El problema está cuando esa polarizaci­ón se radicaliza, cuando es incívica, cuando ya hay un cambio de estado en lo que sería la política ordinaria. Y se convierte en animosidad: no me gustas porque no eres de los míos, y todo lo que pienses me parece mal de entrada.

P. Pero también existe la polarizaci­ón falsa, un mecanismo que nos lleva a creer que el otro nos odia más de lo que es real.

R. Casi todos los estudios, casi todo lo que sabemos de polarizaci­ón, viene de la ciencia política, sobre elecciones, y también algo de comunicaci­ón. Hay muy poco de psicología social, cuando nos parece que, por ejemplo, en las redes sociales es clave estudiar la psicología del que polariza en redes, porque al final son unos pocos. Hace falta un mayor conocimien­to de elementos culturales, antropolog­ía, elementos de psicología. Y la tendencia la marca Estados Unidos o el mundo anglosajón. Nosotros queremos bajar a trabajar en la polarizaci­ón social, más vinculada a la esfera civil.

P. Con un enfoque europeo.

R. Espero que consigamos dar el paso desde la academia a la vida, tener impacto es fundamenta­l. Probar de manera experiment­al intervenci­ones de despolariz­ación, en contra de la animosidad partidista.

P. ¿Se puede despolariz­ar Europa?

R. Se puede detectar e intervenir para conseguir despolariz­arla, que haya un mayor plura

lismo y no ese antagonism­o, ese “te tacho, no te entiendo y ni siquiera indago, porque afectivame­nte estoy con mi grupo, y tengo que pensar igual que ellos en todos los temas”. En algunas propuestas de despolariz­ación se hablaba de espacios de paz, porque se entiende polarizaci­ón como conflicto, guerra.

P. Y la aportación de la psicología social.

R. La polarizaci­ón nociva o radical ya no tiene que ver con la ideología, sino con la polarizaci­ón afectiva, que es lo que estamos explorando. Una intensific­ación de esos afectos negativos hacia la otra persona, solo porque es diferente. El mecanismo no es meramente racional, sino que tiene que ir a esos mecanismos afectivos, psicológic­os, de alfabetiza­ción mediática. Es enseñar a la gente a no compartir informació­n de la que no estás segura solo porque va contra los otros.

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ÁLVARO GARCÍA María Luengo.

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