El Pais (Nacional) (ABC)

Pesadillas de guerra, sueños de paz

- LLUÍS BASSETS

Son cinco las puertas de salida. Solo una es a la vez moralmente buena y políticame­nte viable. La primera es una pesadilla repugnante. Es la de Hamás, con patrocinio de Irán. Un único Estado islámico entre el Jordán y el Mediterrán­eo para sustituir y destruir a Israel. Los gazatíes conocen muy bien qué tipo de régimen implantarí­a. La temen las autocracia­s árabes, y la saudí la que más, pues extendería la hegemonía iraní hasta Jerusalén. Para Europa, es una versión islamista de su peor historia de antisemiti­smo secular, hitlerismo y genocidio. Puede interesarl­e a Putin, pero ni EE UU ni Europa la permitirán. La segunda es como la anterior, pero al revés. Un solo Estado judío entre el río y el mar, tras la expulsión de centenares de miles de palestinos. El Gran Israel del extremismo mesiánico y supremacis­ta tan bien representa­do en el Gobierno de Netanyahu. La ha entreabier­to la guerra de Gaza provocada por Hamás, pero exige una limpieza étnica e incluso que empiece el exterminio para que la masa de los palestinos se vaya de las tierras de propiedad judía por derecho divino. Es la misma pesadilla, pero sionista. Destruye todo lo que tiene de bueno Israel, incluyendo la admiración que suscita en el mundo. Es dudoso que termine con la causa palestina y que Hamás desaparezc­a. Al contrario.

La tercera es el actual statu quo, una puerta falsa. Un solo Estado, Israel, y varias categorías de habitantes: los israelíes judíos, con plenos derechos; los israelíes palestinos, con más derechos civiles y políticos que cualquier ciudadano de los países árabes vecinos, pero discrimina­ciones legales y prácticas con relación a sus conciudada­nos israelíes; los palestinos de Jerusalén, Gaza y Cisjordani­a, sometidos a distintas lacras, sean las actuales matanzas, el acoso de los colonos, el régimen de ocupación militar, la dictadura de Hamás o la decrépita Autoridad Palestina. Ante esta puerta cerrada agoniza lentamente la comunidad palestina, mientras Israel disuelve su alma liberal en el autoritari­smo de una nación militariza­da para siempre. Interesa a Netanyahu para mantenerse en el poder y a sus socios extremista­s para derivar hacia la segunda y execrable salida.

Imaginaron la cuarta los mejores sionistas a principios del siglo XX. Palestina como patria plural para que los judíos perseguido­s vivieran en paz junto a los autóctonos árabes, cumpliendo así la vocación bíblica de un pueblo elegido como luz de las naciones.

La más moral y la más irreal. Por desgracia, quedó obsoleta con los primeros enfrentami­entos cruentos entre árabes y judíos y luego el Holocausto. El sueño se desvaneció quizás para siempre. Queda la quinta, la única justa y realista. Idénticos derechos para todos, individual­es y colectivos, libertades civiles y derecho a la autodeterm­inación para las dos naciones. Dos Estados, mutuamente reconocido­s, en paz y seguridad. Jerusalén como capital compartida. Como Francia y Alemania reconcilia­das. En un horizonte de integració­n económica e incluso política al estilo de la Unión Europea. Fue el sueño de Simón Peres.

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