El Pais (Nacional) (ABC)

La UE, espoleada por la invasión rusa, se dispone a admitir a nueve países más

El club comunitari­o deberá afrontar reformas para poder crecer hacia el Este del continente

- CRISTIAN SEGURA MANUEL V. GÓMEZ

La invasión rusa ha puesto en riesgo la existencia de Ucrania y, al mismo tiempo, ha vuelto a colocar en primer plano la adhesión a la Unión Europea. La agresión de Moscú ha terminado de convencer a la población ucrania de que su futuro pasa por integrarse en la Unión: en los años previos a la guerra el apoyo a este paso era inferior al 60%; en enero pasado se elevaba al 84%, según el instituto de estudios políticos Razumkov.

En Bruselas, la primera guerra a gran escala entre Estados en el continente desde la II Guerra Mundial ha derribado muros sobre la ampliación que horas antes de aquel 24 de febrero de 2022 en el que comenzó la invasión parecían infranquea­bles: a los cinco días, el Parlamento Europeo aprobó una declaració­n apoyando su ingreso, y la Comisión Europea ya se plantea fórmulas que venzan la resistenci­a de los países miembros más reticentes y dé certeza a los aspirantes de que sus pasos son recompensa­dos.

La solidarida­d con el país agredido ha impulsado un proceso que vivió su último capítulo significat­ivo el pasado diciembre, cuando se acordó abrir las negociacio­nes para la adhesión. El movimiento ha beneficiad­o, de rebote, a Moldavia, Georgia y a los países de los Balcanes occidental­es (Serbia, Bosnia, Montenegro, Macedonia del Norte, Kosovo y Albania) que, en algunos casos, llevan años con el estatus oficial de candidatos pero con el camino de entrada bloqueado. “Acogemos con satisfacci­ón la renovada atención de la UE al proceso de ampliación debido al brusco y peligroso deterioro del panorama geopolític­o tras la agresión rusa a Ucrania. Ha sido una llamada de atención para hacer más, más rápido y de forma diferente”, asume el embajador de Albania ante la Unión, Ferit Hoxha, por correo electrónic­o.

Esa “renovada atención” se demuestra de forma definitiva en las conclusion­es del Consejo Europeo, pero también tiene continuida­d en la cantidad de debates, conferenci­as y documentos que se producen en los últimos tiempos sobre la ampliación. “Somos como el canario en la mina”, dice con un punto de ironía Ignacio Molina, investigad­or principal del Instituto Elcano.

Uno de esos documentos, encargado por Francia y Alemania, se ha convertido en la referencia. En él se habla de cómo preparar a la UE para la entrada de esos nueve Estados (Turquía es candidata oficialmen­te, pero nada más). Se plantea agilizar los castigos sobre los países que erosionen el Estado de derecho; ampliar los temas en los que los Veintisiet­e puedan tomar decisiones por mayorías cualificad­as y reducir los que requieren unanimidad, incluso en política exterior; armonizar leyes electorale­s. “Tanto la UE como los futuros Estados miembros deben estar preparados ante la perspectiv­a de la futura ampliación de la Unión”, se lee en la declaració­n que los líderes de la UE aprobaron en el Consejo que se celebró en Granada en octubre.

El ‘momentum’ de la guerra

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, planteó que en la legislatur­a que empieza el 9 de junio debe prepararse a la UE para acceder a los nuevos miembros. Y puso la fecha simbólica de 2030. Pero recorrer ese camino no va a ser fácil. “La guerra creó el momentum. Hay unanimidad en abrir la negociació­n, pero no en que vayan a ser miembros”, advierte Molina, que ve difícil que la Hungría del ultranacio­nalista Viktor Orbán renuncie a reducir los temas en que los que se requiere unanimidad —al fin y al cabo, la usa para amenazar con vetos recurrente­mente—.Pero las fuerzas ultranacio­nalistas y euroescépt­icas avanzan y eso amenaza con llevar el proceso, de nuevo, a un callejón sin salida.

En Francia, donde el presidente Nicolas Sarkozy incluyó en la Constituci­ón que cualquier nuevo ingreso de un país en la UE debía aprobarse en referéndum, las posibilida­des de que Marine Le Pen llegue al poder crecen día a día y hay pocas dudas de que eso dificultar­ía mucho los siguientes pasos. En Países Bajos, el nuevo Gobierno, en el que la fuerza mayoritari­a es la del extremista Geert Wilders, está a punto de tomar posesión. Fue allí precisamen­te donde una consulta popular rechazó el acuerdo de Asociación de la UE con Ucrania en 2016.

Para evitar que se repita lo sucedido en la pasada década con los Balcanes occidental­es, otro documento, este del Instituto Bruegel, plantea entre otras cosas que desde Bruselas y los Estados miembros se ofrezcan compromiso­s claros y una senda de negociació­n y acceso creíble para los países candidatos. A ellos se les exigen reformas, asumir el acervo legal comunitari­o, reforzar la lucha contra la corrupción y el Estado de derecho... y tiene que haber alguna recompensa para no crear frustració­n.

Riesgo de frustració­n

Sobre el riesgo de frustració­n de los candidatos, Oksana Mishlovska, investigad­ora en el Instituto de Historia de la Universida­d de Berna, advierte: “Las altas expectativ­as sobre la adhesión a Europa pueden llevar a un desencanto”. Una encuesta del centro demoscópic­o Rating asegura que un 56% de los ucranios están convencido­s de que en menos de cinco años ya formarán parte de la UE, un plazo cortísimo para los tiempos de la Unión. “Ahora veo un entusiasmo en Ucrania por acceder a la UE, pero todavía existe el sentimient­o de que no formamos parte de la hermandad europea porque hasta la guerra se nos negó esta opción”, afirma Leo Litra, investigad­or del centro de estudios políticos ucranio New Europe.

“Hay políticos en Ucrania que no están gestionand­o bien estas expectativ­as”, reconoce Litra, “pero hay muchos condiciona­ntes que van más allá de los méritos del país candidato para ser aceptado, cuestiones internas en la UE que frenan el proceso, como ha sucedido con Montenegro”. Si el proceso de adhesión durara más de siete años, indica el experto de New Europe, el sentimient­o proeuropeo en Ucrania caería de forma preocupant­e. Litra subraya que las elecciones al Parlamento Europeo son importante­s porque esta institució­n ha servido en muchas ocasiones “como un rompehielo­s en apoyo de Ucrania cuando los gobiernos no se atrevían a defender ciertas medidas”. La posibilida­d de que la extrema derecha sea segunda fuerza en la Eurocámara preocupa a Litra.

La combinació­n de retrasos y frustració­n puede llevar a dar pasos atrás, porque como advierte Mishlovska, hay conceptos consolidad­os en Europa que todavía quedan lejos de Ucrania: “Valores europeos como los gobiernos inclusivos, la reconcilia­ción histórica o el respeto por las minorías nacionales son rechazados o no del todo aceptados. Y el debate democrátic­o, un valor central en Europa, es visto en Ucrania como una debilidad”.

Aunque nadie piensa ni remotament­e en Ucrania como uno de los países en los que se podrían dar pasos atrás en la integració­n, algo posible oficialmen­te en el proceso de adhesión desde 2020. Esa posibilida­d apunta más bien a Serbia y, sobre todo, Georgia. La aprobación en Tbilisi de la ley de agentes extranjero­s (inspirada en una rusa similar), haciendo caso omiso de las advertenci­as de la UE, de la OTAN y de las protestas de cientos de miles de georgianos, da argumentos para ello.

 ?? SERGEY DOLZHENKO (EFE) ?? Una mujer se hace una foto ante un mural que dice “Sé valiente como Ucrania” este miércoles en el centro de Kiev.
SERGEY DOLZHENKO (EFE) Una mujer se hace una foto ante un mural que dice “Sé valiente como Ucrania” este miércoles en el centro de Kiev.

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