“El bachillerato es una etapa horrible por la Selectividad”
Los alumnos de la ESO afrontan la elección de un camino sin apoyo y con la presión de la nota
Aina Tarabini (Palma, 45 años), profesora de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha analizado la forma en la que los adolescentes se enfrentan a la decisión de qué camino tomar al acabar la educación obligatoria, un paso que tiende a marcar sus vidas. Las conclusiones, basadas en 68 entrevistas con estudiantes de primer curso de Bachillerato y Formación Profesional, están en el libro Perdidos por el camino: desigualdades en las transiciones educativas después de la ESO, editado por la Fundació Bofill, y del que es coautora Judith Jacovkis.
Pregunta. ¿Tienen los adolescentes los recursos necesarios para afrontar el paso de la ESO a la enseñanza postobligatoria?
Respuesta. No. Social y escolarmente está muy extendida la idea de que a los 16 años los chicos y chicas ya son mayores, y sus elecciones son fruto de decisiones individuales, de sus capacidades y habilidades. Es una lógica que ve la inteligencia como un don natural, la elección como una cuestión puramente racional e individual, y el cuidado, a veces, como algo contrario a la emancipación. Se dice: no hay que sobreprotegerlos.
Pero esos discursos tan individualistas y de free choice [libre elección] lo que acaban generando es que se reproduzca la desigualdad.
P. ¿Por qué?
R. Porque, puesto que el sistema es estructuralmente desigual, lo que acabamos viendo es que las oportunidades de trayectorias más exitosas, más informadas, más largas, y más conectadas con los gustos están muy marcadas por un factor de desigualdad social, en clave de clase, género, etnicidad y necesidades educativas especiales.
P. ¿Y esto es porque los estudiantes menos acomodados tienen menos apoyo de su entorno?
R. La clase social atraviesa las oportunidades educativas sea cual sea el elemento que mires. Pero al mismo tiempo, es un error pensar que el capital económico, social y cultural de la familia lo explica todo. Si creas un sistema que garantiza becas y oferta pública de FP, desactivas el papel del capital económico. Y, si garantizas que a lo largo de toda la trayectoria educativa de la ESO todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades de tener experiencias escolares que los ayuden no solo a aprender en términos cognitivos, que también, sino a saber quiénes son, qué les gusta, qué pueden escoger, eso también amplía las oportunidades de elegir.
P. ¿Qué orientación reciben los chavales en los centros?
R. Tenemos mucho margen de mejora. Pero mejorar la orientación, siendo imprescindible, no es suficiente. Si el sistema no tiene suficientes plazas públicas de FP de la modalidad que a un alumno le gusta, o si el sistema ordena por nota el acceso a grado medio, por muy bien que orientes, si no hay plazas, vas a tener que reorientar a ese chaval. Y, de nuevo, eso no opera igual para todos los grupos sociales. Por tanto, hay que actuar también sobre la oferta. Dicho esto: la orientación en España se equipara mucho con información, y no es solo información. Es acompañamiento en el sentido más amplio. Mu chos dicen que acaban haciendo bachillerato por descarte, porque no saben qué hacer. Escoger una Formación Profesional es, en cambio, mucho más difícil. No solo por las dificultades burocráticas de saber dónde estará la oferta, si tendrás la nota para entrar, etcétera, sino porque muchas veces las referencias que el alumnado tiene a la hora de escoger les vienen de fuera de los centros educativos. Hay que ayudar a los jóvenes a emanciparse, a escoger no solo el itinerario que tomarán a los 16 años, sino a ir escogiendo opciones de vida.
P. Afirma que el bachillerato es la opción de prestigio, pero que a la vez muchos estudiantes la viven como una etapa horrible. ¿Por qué?
R. Sí. A nivel de mercado laboral y de sistema educativo se da prioridad al conocimiento teórico, pero hay que pensar qué se entiende por teórico. Lo que transmiten los y las estudiantes es que el bachillerato en muchas ocasiones se acaba convirtiendo en una etapa de pura preparación de la Selectividad, de prepararse todo el rato para hacer esos exámenes. Y eso no es el concepto de conocimiento teórico, en el sentido amplio de la palabra. No es un espacio en el que pensar, profundizar y entender el mundo, sino un espacio pensado para resolver el acceso a la Universidad. Para muchos es una etapa horrible por esa presión para conseguir una nota.
P. La orientación que reciben los adolescentes, advierten, está muy sesgada hacia el bachillerato. ¿Por qué?
R. Por un lado, la oferta de bachillerato es más pequeña y, por tanto, más fácil de conocer. Y la de los ciclos formativos incluye, además, otros condicionantes: ¿se ofrece en este territorio?, ¿hay oferta pública?, ¿es fácil enlazar después con un grado superior?… Por otro lado, la mayoría de centros tiene ESO y bachillerato, algo que no pasa con la Formación Profesional. Y, por lo tanto, los centros tienden a orientar hacia lo suyo. No por maldad, sino por desconocimiento.
“La orientación no es solo información, es acompañamiento y hay que mejorarla”
“Hay que ayudar a los jóvenes a escoger opciones de vida para emanciparse”