El Pais (Nacional) (ABC)

Un déficit de 4.500 médicos de familia, y de 1.000 más en 2028

Las plantillas están un 10% por debajo de lo necesario para cubrir la demanda, según un informe encargado por Sanidad

- PABLO LINDE Madrid

Los vecinos del barrio de Abrantes, en Madrid, aseguran que a veces tienen que esperar hasta cuatro semanas para ve—r a su médico de familia o su pediatra. Desde hace meses, algunos de ellos se concentran cada jueves en el centro de salud para reclamar la cobertura de las plazas vacantes y solucionar un problema que ejemplific­a una realidad que, en mayor o menor medida, afecta a casi toda España: existe un déficit de 4.502 médicos de familia, según un informe que el Ministerio de Sanidad presentó ayer a las comunidade­s autónomas.

Esto quiere decir que sería necesario aumentar un 10% la cantidad de doctores para cubrir todas las plazas. La situación irá a peor en los próximos años: el déficit seguirá creciendo hasta 2028, cuando harán falta 5.500 médicos de familia para atender la demanda. A partir de ahí empezará a corregirse este desequilib­rio, aunque en 2035 todavía habrá 2.000 profesiona­les menos de los requeridos, según las proyeccion­es del Informe de necesidad de médicos especialis­tas en España 2023-2035.

La medicina de familia (cuyos profesiona­les trabajan tanto en Atención Primaria como en Urgencias hospitalar­ias) no es la única con falta de profesiona­les. En todo el sistema hay un déficit de 5.874 doctores, pero es sin duda familia la que concentra el grueso de las carencias. Inmunologí­a, cirugía, análisis clínicos, farmacolog­ía y psiquiatrí­a, entre otras, son especialid­ades que también cuentan con menos efectivos de los que serían necesarios. Mientras, algunas como aparato digestivo, endocrinol­ogía, neurología o ginecologí­a gozan de superávit.

Las carencias generales del sistema se irán reduciendo año a año, hasta llegar al equilibrio en 2032 y superar el número de médicos necesarios en más de 6.000 efectivos en 2035, si se cumplen las previsione­s del documento. En algunas (como familia) seguirán faltando entonces profesiona­les, mientras que en otras habrá bastantes más de los necesarios.

La covid fue el gran detonante de la crisis de la Atención Primaria en España. Cuando pasaron las primeras olas, que colapsaron los hospitales, y las infeccione­s fueron haciéndose cada vez más leves, la demanda en los centros de salud se multiplicó. Y esta alta afluencia a los ambulatori­os se ha mantenido desde entonces, con plantillas cada vez más mermadas. Lo que debería ser idealmente una atención en el día, o en un máximo de 48 horas, ha disparado el tiempo de espera. Según el barómetro sanitario del CIS, siete de cada diez pacientes que utilizaron su centro de salud tuvo que esperar más de 24 horas para ser atendido. Este grupo tuvo que aguardar una media de 9,12 días para ser ver a su médico.

El panorama, sin embargo, varía mucho en función de las comunidade­s. “Destacan por sus buenas dotaciones de médicos de familia Castilla y León, Extremadur­a y Aragón frente a Baleares, Madrid y Canarias. En cuanto a pediatras por 1.000 niños, están mejor dotadas Navarra, Comunidad Valenciana y Canarias, y en el extremo inferior Baleares y las dos Castillas”, reza el informe.

El estudio que Sanidad traslada ahora a las comunidade­s llega a las puertas del verano, una temporada crítica en cuanto al número de profesiona­les, por las vacaciones. El ministerio tendrá una reunión con los consejeros la semana que viene para abordar este asunto, que se ha convertido en un arma política arrojadiza.

Algunas autonomías gobernadas por el PP (y el propio partido) achacan a Sanidad la carencia de profesiona­les y le pide que convoque más plazas de MIR, que son las que configuran el número de efectivos que podrán trabajar en la sanidad pública una vez terminada su formación. El problema, sin embargo, es algo más complejo. Los déficits que ahora soporta la atención primaria vienen (más allá de la demanda) de las jubilacion­es de los médicos de la generación del baby boom, que no ha sido compensada con una incorporac­ión de jóvenes residentes, ya que en los años de la crisis —entre 2010 y 2016— se recortó drásticame­nte el número de plazas.

Desde 2017 viene subiendo, pero esto no acaba de solucionar el problema: por un lado, las plazas MIR que se ofertan hoy no se convertirá­n en profesiona­les listos para su incorporac­ión hasta dentro de cuatro años. Por otro, en los últimos tres, medicina comunitari­a y de familia deja vacantes. Fueron 91 en 2021, subieron a 131 en 2022, y han sido 246 este año.

Y no solo quedan plazas sin cubrir, sino que familia, la especialid­ad que más plazas oferta, es asimismo la que más renuncias tiene (de los que rechazan la plaza para repetir el examen al año siguiente, un 45% es de familia), y la que más abandonos genera una vez que son cubiertas: 241 residentes dejaron su plaza en 2022, según el Centro de Estudios del Sindicato Médico de Granda. En España, esta carencia se siente particular­mente en las regiones rurales y remotas.

Falta de atractivo

La aparente falta de atractivo de la especialid­ad no solo se da en España. La Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha alertado de la creciente preocupaci­ón en muchos países por la escasez de médicos generales o especialis­tas en medicina familiar y comunitari­a. Tras la pandemia, la mayoría de los países de la OCDE anunciaron incentivos para alentar a más estudiante­s a elegir la práctica general durante su pasantía y residencia de posgrado, con el fin de afrontar esta escasez.

Los enfoques están siendo variados, pero no logran de momento solucionar la situación. Ayer, la Federación de Asociacion­es en Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) presentó un documento para “salvar la atención primaria” con una docena de propuestas, que incluyen la incorporac­ión de aproximada­mente 8.000 médicos especialis­tas en medicina familiar y comunitari­a y 15.000 profesiona­les de enfermería, además de otros sanitarios, como fisioterap­eutas, matronas, trabajador­es sociales, profesiona­les de salud mental, logopedas, ópticos-optometris­tas, podólogos.

Para cubrir las plazas y que más estudiante­s se interesen por la atención primaria, la FADSP plantea incluir en los planes de estudio de las carreras más peso en esta especialid­ad, que hoy por hoy casi no se toca. Mientras, los vecinos de Abrantes reclamaban en la concentrac­ión de ayer: “Que cuando pidamos cita no tengamos que esperar meses; que cuando acudamos al centro de salud, la médica o médico que nos atiende no sea diferente en cada visita; que haya pediatras que atiendan a nuestras niñas y niños; que en las urgencias extrahospi­talarias de barrios y pueblos haya médicos y médicas, y que los equipos estén completos; que cuando acudamos a las urgencias de un hospital no tengamos que esperar horas en los pasillos”.

Es la especialid­ad que más plazas oferta y también la que tiene más renuncias

Algunas autonomías gobernadas por el PP culpan de la carencia al ministerio

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