El Pais (Nacional) (ABC)

Los abogados de Trump acusan a Daniels de inventarse por dinero su encuentro sexual

La principal testigo de cargo contra el expresiden­te de EE UU refuta las acusacione­s

- M. ANTONIA SÁNCHEZ-VALLEJO

Tras el atropellad­o testimonio que Stormy Daniels ofreció el martes durante cinco horas, la declaració­n de la principal testigo del primer caso penal contra un expresiden­te de EE UU encontró ayer, al responder a los ataques de los abogados de Donald Trump, la rotundidad que, según algunos, le faltó la víspera (los miércoles no hay sesión). Daniels, la actriz de cine porno que ha conseguido sentar a Trump ante un tribunal de Manhattan por los 130.000 dólares (unos 120.000 euros), que le pagó en 2016 para comprar su silencio por una aventura ocurrida años antes, respondió de manera tajante con un “no” más que audible a la pregunta más esperada del proceso: “¿Se ha inventado usted todo esto, verdad?”. Y lo hizo con más aplomo, o tal vez fiereza, que en la sesión previa, cuando su velocidad al hablar puso incluso en apuros a los estenotipi­stas.

En la comparecen­cia de Stormy Daniels estaba en juego, sobre todo, el control del relato. Los abogados de la defensa trataron de presentarl­a como si estuviera mintiendo sobre la supuesta relación extramatri­monial del republican­o en 2006. “Están tratando de hacerme decir que ha cambiado, pero no ha cambiado”, repuso Daniels. Si el martes debió responder a las preguntas de la acusación, enfrentar el interrogat­orio de los abogados de quien puede convertirs­e de nuevo en noviembre en presidente de EE UU pareció dejar exhausta a Daniels, pero no sin argumentos.

Su testimonio, de más de siete horas de duración entre el martes y ayer, fue, con diferencia, el espectácul­o más esperado de un juicio que oscila entre elementos sacados de un tabloide —la aventura extramatri­monial de Trump, la ayuda de un editor amigo para acallar a golpe de talonario toda revelación escabrosa — y los áridos detalles del registro contable que consignó como “gastos legales” lo pagado a la actriz en 2006, y cuya divulgació­n, en el tramo final de la campaña electoral de 2016, amenazaba con hacer saltar por los aires sus expectativ­as de victoria en las urnas. Como derivada de los detalles escabrosos y los contables, se añade el elemento más peliagudo de la historia: la posible violación de las leyes de financiaci­ón electoral por ese pago, cuyo objetivo era eliminar obstáculos para el camino de Trump hacia la Casa Blanca.

En el juicio, recordó el juez Juan Merchan, no se juzga el comportami­ento de puertas para adentro de dos adultos, si bien el martes pidió a la testigo que se ahorrara ciertos detalles íntimos. Los mismos que hicieron pedir a la defensa, por primera vez en las tres semanas del proceso, la anulación del juicio, pues la informació­n proporcion­ada por Daniels sobre el encuentro con Trump “es un lugar del que no se regresa”, es decir, un escenario del que resulta difícil dar marcha atrás.

Contundent­e “no”

Pero su intento de demostrar que Daniels es una mentirosa y que fabricó la historia por dinero no amilanó a la mujer, que en los dos días consecutiv­os de declaració­n ha oscilado entre el desafío y la vulnerabil­idad. “¿Se lo ha inventado todo, verdad?”, le preguntó un abogado de Trump, a lo que Daniels respondió con un contundent­e “no”. Y cuando el abogado sugirió que la actriz porno tenía experienci­a con “historias falsas sobre sexo”, ella respondió que el sexo en esas películas es “muy real, al igual que lo que me pasó en esa habitación.” Una habitación, en un hotel del Lago Tahoe, en Nevada, de la que dijo salir tambaleánd­ose tras la experienci­a con un hombre que en aquel momento tenía 60 años (ella, 27).

Salir indemne de la inquisidor­a defensa es un mérito, y Daniels se mostró desafiante, incluso cuando la defensa la atacó por vender productos a sus seguidores y ella respondió comparando su negocio con la mercadotec­nia de Trump, que en las últimas semanas ha comerciali­zado desde una biblia hasta unas zapatillas deportivas. A ratos, aparenteme­nte al borde de las lágrimas, resurgía a continuaci­ón como una mujer fuerte y decidida, aunque confesara que el episodio sexual con Trump, y todo lo que se ha derivado de él —el juicio mismo—, la ha obligado a vivir en condicione­s excepciona­les, al tener que contratar seguridad, mudarse y adoptar precaucion­es para proteger a su hija. Preguntada sobre si decir públicamen­te la verdad acerca de aquel encuentro de 2006 había sido para ella algo positivo o negativo, respondió: “Negativo”.

Las mayores andanadas contra Daniels vinieron precisamen­te de otra mujer, Susan Necheles, del equipo legal de Trump, que, ayer, pasó más de dos horas tratando de socavar la credibilid­ad de Daniels, incluyendo sus razones para aceptar el pago de dinero por su silencio. Necheles, como hicieron sus colegas de la defensa el martes, presentó en todo momento a Daniels como una mentirosa movida por la codicia, algo que la testigo negó, aunque reconoció haber aceptado la oferta de Michael Cohen, entonces abogado y hombre de confianza de Trump, y que se encargó de la gestión, porque se le estaba “acabando el tiempo”, en una aparente referencia a las inminentes elecciones, que llevaron a Trump a la Casa Blanca.

El pago es el meollo del caso: los 34 delitos graves de falsificac­ión de registros mercantile­s que se han imputado a Trump se derivan de su reembolso del dinero a Cohen cuando ya estaba en la Casa Blanca, además del registro de los cheques entregados al abogado como “gastos legales” en la Organizaci­ón Trump, el nombre del emporio familiar. El expresiden­te, de 77 años, ha negado cualquier delito, así como el encuentro sexual con Daniels. Si es declarado culpable, podría enfrentars­e a penas de prisión o libertad condiciona­l al carecer de antecedent­es.

Tras Stormy Daniels, el siguiente testimonio fue el de Rebecca Manochio, una contable junior en la Organizaci­ón Trump, quien describió cómo durante la presidenci­a del republican­o, le enviaba cheques que necesitaba­n su firma, pese a que el negocio estaba en manos de sus hijos mayores. Manochio contó que trabajaba a las órdenes de Jeffrey S. McConney, el controlado­r corporativ­o de la Organizaci­ón Trump que testificó previament­e en el juicio que la mayoría de los reembolsos de Trump a Cohen provenían de su cuenta bancaria personal.

La actriz porno dice que contar la aventura ha tenido efectos negativos Las mayores andanadas vienen de una letrada del magnate

 ?? ANGELA WEISS (EFE) ?? Donald Trump, ayer en un receso de la vista en un tribunal de Manhattan (Nueva York).
ANGELA WEISS (EFE) Donald Trump, ayer en un receso de la vista en un tribunal de Manhattan (Nueva York).

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain