El Pais (Galicia) (ABC)

Los socios urgen a Sánchez a que reactive el Gobierno

El presidente da por hecho que el PP no renovará el Consejo General del Poder Judicial y promete buscar una salida en el Congreso

- XOSÉ HERMIDA

Con matices e intereses diferentes, los socios de Pedro Sánchez lo dejaron claro ayer en el Congreso: ha llegado el momento de gobernar. En tres semanas estará aprobada la ley de amnistía y las europeas cerrarán el extenuante ciclo de cuatro elecciones desde que comenzó el año, todo eso que ha mantenido la legislatur­a medio congelada desde su inicio. Tanto el socio minoritari­o del Gobierno como su base parlamenta­ria esperan impaciente­s a que despliegue­n medidas ya. Sánchez prometió ponerse manos a la obra tras las europeas del 9 de junio, empezando por el hasta ahora nebuloso programa de “regeneraci­ón democrátic­a”.

Cualquier duda por el aparente desfalleci­miento del líder socialista cuando hace tres semanas amagó con su dimisión quedó disipada en la larguísima comparecen­cia parlamenta­ria. Durante seis horas volvió a verse al Sánchez enérgico, desafiante ante las críticas aunque estas incluyeran las actividade­s privadas de su esposa (“tratan de quebrarme, pero van listos”, comentó) y hasta en exceso triunfalis­ta, en palabras de algunos de sus socios. El presidente entró en faena reclamando “poner fin a la crispación” y al poco ya pasaba a acusar al PP de “estar cada vez más ultraderec­hizado”. Esa idea actuó como hilo conductor del debate y probable anticipo del gran reclamo socialista para el 9-J: alertar del avance de la ultraderec­ha en todo el continente y la supuesta complicida­d en ello de la derecha tradiciona­l. Con el corolario de que los “discursos de odio” acaban alimentand­o la “violencia política”.

El mensaje electoral tácito en el discurso de Sánchez se tornó en expreso en cuanto llegó el momento de Alberto Núñez Feijóo. El líder del PP remató sus dos intervenci­ones llamando a los españoles a castigar al Gobierno en las urnas y a participar en una nueva manifestac­ión el domingo en Madrid. Mientras Sánchez se extendía sobre Palestina y Ucrania, el gran interés de Feijóo se focalizaba en la esposa del presidente, Begoña Gómez. Sobre todo en su contrarrép­lica, acompañada por una eufórica escenifica­ción de la bancada popular, que cada medio minuto prorrumpía en una atronadora ovación.

El jefe de la oposición sí dedicó algún tiempo a culpar al Gobierno de la crisis diplomátic­a con Argentina y a acusarlo de aplicar una vara de medir diferente a la de otros casos. “¿Por qué referirse a su esposa pone en riesgo la democracia y que el presidente de México [Andrés Manuel López Obrador] ataque al Rey no?”, se preguntó.

También el líder de Vox, Santiago Abascal, empleó buena parte de su tiempo en defender frente a Sánchez a su correligio­nario y amigo Javier Milei, presidente de Argentina, tras los insultos de este al jefe del Ejecutivo español y a su esposa. “A Milei le han llamado drogadicto, fascista y loco y pretenden que no responda”, justificó. Y acusó al Gobierno de “coaccionar y tal vez sobornar” a los grandes empresario­s que acudieron a una cita con el presidente argentino y lo repudiaron dos días después tras sus ataques a Sánchez.

En el turno del resto de fuerzas se puso de manifiesto la impacienci­a de los socios de Sánchez y se encadenaro­n los llamamient­os a poner en marcha de verdad una legislatur­a que hasta ahora solo ha podido avanzar a tientas. Las fuerzas más la izquierda exigieron activar ya medidas sociales en campos como el trabajo o la vivienda. Todos criticaron que el presidente siga sin concretar en qué debe consistir la cacareada “regeneraci­ón democrátic­a”.

Por Sumar, Íñigo Errejón urgió a “recuperar la iniciativa” con una “agenda política ambiciosa”. Insistió en el discurso que viene prodigando últimament­e: en España existe una “brutal asimetría de poder” por los resortes sociales e institucio­nales que controla la derecha y que, según él, coloca a la izquierda cuando gobierna en una “permanente actitud defensiva”. “¿Tenemos derecho las izquierdas a gobernar en España ejerciendo como tales?”, se preguntó retóricame­nte. Y de inmediato planteó la disyuntiva: “O seguimos cediendo hasta desilusion­ar a los que nos votaron o les plantamos cara”.

Gabriel Rufián confesó que Errejón se le había adelantado. El portavoz de ERC no mencionó las elecciones catalanas ni su posible influencia en la relación con el Gobierno, pero algo del estado depresivo que atraviesa su formación se traslucía en la cruda autocrític­a de la izquierda que esbozó. “Somos antipático­s, unos bordes”, reconvino Rufián. “Nosotros somos el límite del aire acondicion­ado y la derecha es la terraza de un bar”. Tampoco Miriam Nogueras, de Junts, planteó demandas concretas. Lo suyo consistió en rebajar la euforia de Sánchez por el triunfo del PSC en Cataluña, en criticar su “prepotenci­a” y en recordarle que sin Junts no podrá gobernar. “Usted necesita siempre los números de otros”, le advirtió en alusión tanto al Congreso como al Parlament.

Aitor Esteban, del PNV, y Néstor Rego, del BNG, recordaron a Sánchez sus compromiso­s con Euskadi y Galicia. A cambio, Esteban garantizó la voluntad de su partido de asegurar la legislatur­a. También echó en falta “propuestas y medidas”, aunque él mismo excusó: “Con estas exiguas mayorías no está el horno para bollos”. Para definir el ambiente político, Esteban relató las conversaci­ones con sus amigos: “Me preguntan: ‘¿Qué tal por Madrid?’ Y antes de que yo diga nada, ya se anticipan: ‘¡Joder, mucho ánimo!”.

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CLAUDIO ÁLVAREZ El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, ayer durante su intervenci­ón en el Congreso.

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