El Pais (Galicia) (ABC)

“Maradona apasionaba a todo el mundo. Quiero eso para mis equipos”

El entrenador del Girona, la sensación de la temporada, espera mañana al Barça de Xavi

- JUAN I. IRIGOYEN Girona

Cuando Miguel Ángel Sánchez, Míchel, (Madrid, 48 años) entra en los despachos del centro de entrenamie­nto del Girona, cambia la energía. Es todo positivism­o. Cuando se sienta a conversar con EL PAÍS, se olvida del reloj. Eso sí, tarda en relajarse. Pero, cuando lo hace, saca de paseo todo su carisma en la víspera del partido frente al Barcelona en Montilivi (mañana, 18.30, DAZN). Porque mientras el Real Madrid se encamina hacia un nuevo título de Liga, en España se habla mucho del Girona. Y de Míchel. Dos palabras que funcionan como sinónimos.

Pregunta. ¿Cómo lleva estar de moda?

Respuesta. Es un orgullo que se hable de que el Girona tiene una identidad y una manera de hacer las cosas. Para mí, lo primero que te atrae es lo que te entra por los ojos. Si veo un partido de fútbol y no siento pasión… Entiendo el fútbol de la misma manera que como cuando era pequeño: me quiero divertir. Eso mismo es lo que quiero para mis equipos, así es cuando me representa­n. Cuando van para adelante, cuando son agresivos, cuando buscan la portería contraria. Porque cuando eso pasa, cuando un equipo tiene alma, es cuando el aficionado se va a contagiar. Tenía el mismo estilo y la misma idea en el Rayo y en el Huesca, y me echaron. Pero aquí, esa pasión está en todo el proyecto.

P. ¿Hablar de proyecto en el fútbol no es un lugar común?

R. La inmediatez en el fútbol existe, mandan los resultados. Eso es así. Pero cuando escucho ‘me da igual, lo que quiero es que ganes’, sé que ese lugar no es para mí. Ni siquiera lo es si me entregan las llaves del club. Aquí, en Girona, la apuesta es por algo construido entre todos. Evidenteme­nte, la idea de juego sí que es mía, pero el club apuesta por algo diferente.

P. Encontró su lugar en una ciudad catalana y catalanist­a que hasta su llegada pasaba bastante del fútbol.

R. Si hubiese llegado a esta ciudad y me hubiese puesto un escudo frente Cataluña, frente al idioma y frente al independen­tismo, sin darme la posibilida­d de conocer a la gente ni dejar que me conozcan, la hubiese cagado. Yo abro puertas y entro. Lo hago en una ciudad, en un club y en un vestuario. ¿Cómo puede ir a peor una relación en la vida y en el fútbol si te abres y generas confianza? Por eso, nunca he creído en el desgaste entre un entrenador y un jugador. Tendría que ser al revés, ¿no? Si vas de cara, hablas de manera honesta y hay conocimien­to mutuo, ¿cómo una relación puede ir a peor?

P. Es un seductor.

R. Es mi manera de trabajar. No es falsa modestia ni humildad, pero yo no busco el reconocimi­ento personal. Y todo tiene una explicació­n: quiero que los jóvenes crezcan, no que se hable de que el equipo de Míchel juega bonito. Cuando voy a un entrenamie­nto pienso en cómo puede mejorar un jugador individual­mente. Quiero que juegue bien Aleix, que juegue bien Viktor, que juegue bien Miguel. Eso hace que todos construyan algo y, sobre todo, que todos se sientan activos en una idea. Trabajo con personas. Quiero que ganen más dinero, que sean más importante­s en el mundo del fútbol.

P. ¿Quién le ha inspirado?

R. Maradona.

P. Desarrolle.

R. Diego era el fútbol. Hay una frase de Valdano preciosa: “Si Maradona va de traje y le tiran un balón lleno de barro, él lo controla con el pecho”. ¿Entiende eso? Esa es la pasión de la que hablábamos. El fútbol de Messi es inmortal, el de Maradona, terrenal. Con sus errores, Maradona apasionaba a todo el mundo. Quiero eso para mis equipos, no lo que hacía Diego con su talento, porque eso es imposible, pero sí lo que él transmi

“Si hubiese llegado a Girona y me hubiese puesto un escudo, la hubiese cagado”

“Hay que levantarse cada día pensando en ser mejor, en pelear, en tener objetivos”

tía: amor por el juego. Diego movía a todo un país en el caso de Argentina y a la ciudad de Nápoles; nosotros tenemos a toda una provincia pendiente de que nos metamos en Champions. ¿Cómo vamos a ser tan rácanos y decir que solo vale el resultado? El otro día ganamos en Las Palmas y salí feliz con el resultado, pero pensando que no era el Girona que nosotros habíamos construido. Se lo he dicho a los jugadores: ‘Quiero acabar la temporada y que la gente diga: el Madrid solo perdió un partido, pero el equipo que dio que hablar esa temporada fue el Girona’.

P. ¿Quiere ser la Holanda del 74?

R. Quiero que se recuerde la manera de jugar del Girona. Que el equipo sorprendió y que fue capaz de competir con los grandes. Ahora llevamos dos goles menos que el Madrid, pero hemos sido, durante muchos tramos de la temporada, el equipo más goleador. Eso quiere decir algo. Un equipo pequeño que va hacia adelante y gana…

P. El Girona es el quinto por abajo en presupuest­o y el segundo en la tabla. ¿Cómo lo explica?

R. En Vallecas somos muy reivindica­tivos, siempre hemos sido el patito feo de Madrid y estamos a 10 minutos del centro. ¿Como hay otros que tienen más dinero tienen que ganar? ¿Por qué? Yo me acuerdo cuando salíamos de fiesta con mis amigos a las discotecas del centro. Iban todos con las Nike y mi padre me había comprado las Niken, con una ene al final. No nos dejaban pasar, pero nosotros volvíamos. Es una cuestión mental. En el fútbol, lo mismo. Esta semana, hablé con mis jugadores: ‘Si el viernes el Athletic pierde contra el Getafe, ¿el sábado nosotros no vamos a competir contra el Barça porque ya vamos a estar clasificad­os para la Champions? ¿O vamos a pensar: me da igual el puto resultado y lo que quiero es que la gente hable de lo bien que juega el Girona? Hay que salir a ganarle al Barça y a quedar segundos’. Así es como quiero que viva un jugador, que no especule con cuántos puntos nos faltan para conseguir la Champions. Eso es una mierda. Hay que levantarse cada día pensando en ser mejor, en pelear, en tener objetivos. La historia está por escribirse. Quién sabe si Savinho en tres años no vale 100 palos o quién sabe si Aleix no va a ir un equipo grande. Se lo dije a los jugadores: La diferencia entre Fede Valverde, que juega 70 partidos al año y sigue focalizado, y otros que juegan 35 no es física. Todos están preparados. La diferencia es mental.

P. ¿No es técnica?

R. Si hicimos el partido que hicimos contra el Barcelona en la primera vuelta, ¿por qué no lo podemos repetir?

P. ¿Cómo llega el Barça ahora? R. En aquel momento, venían de ganarle en Liga al Atlético y de clasificar­se para los octavos de la Champions. No era un Barça malo. P. ¿Le gusta este Barça?

R. Si el ADN, del que tanto se ha hablado, es comparar todo con el Barça de Pep, entonces eso es imposible de igualar. Siempre se va a ir por detrás. El Barça es un equipo que juega bien y que ha competido muy bien. Para este sábado, solo les he pedido a los jugadores que jueguen con el contacto del rival. No quiero que jueguen contra la camiseta del Barça. Quiero que sean capaces de ser agresivos mirando a la cara a los rivales. Si huelen la colonia de Lewandowsk­i a cuatro metros del balón no van a generar la superiorid­ad. Ellos son muy buenos. Hay que chocar, hay estar cerca. Y cuando eso pase se va a generar el espacio suficiente para tocar el balón y moverse. Mañana tenemos un partido precioso, un duelo de fútbol.

P. ¿Es un duelo que va más allá del fútbol?

R. En comparació­n con el Barcelona y el Espanyol, somos el club más pequeño de Cataluña. Podemos ponernos en el foco de todo el mundo y que la gente diga: ‘¡Qué partidazo hizo el Girona!’. Si le ganamos al Barça habrá familias en las que los abuelos y padres, que históricam­ente tenían sentimient­os más cercanos al Barcelona, sufrirán a sus nietos e hijos decirles: ‘Le hemos ganado a tu equipo. Somos segundos y vosotros terceros’. Eso sería la hostia.

P. ¿El Girona ha puesto en jaque la corona del estilo Barça?

R. Durante un momento, en Cataluña se ha hablado mucho de cómo jugaba el Girona. Pero no nos queremos comparar con el Barça.

P. Según uno de sus jugadores, su Girona tiene cosas del City de Guardiola, pero también del Liverpool de Klopp.

R. Yo soy un enamorado de Klopp.

P. ¿Cómo conviven Klopp y Guardiola en una misma cabeza?

R. Pep es música clásica mientras Klopp es rock and roll. Eso quiere decir que Pep minimiza al rival, evita que le hagan daño, mientras que Klopp acepta que el rival lo pueda lastimar a cambio de salir a comérselo. Entonces, si combinas las dos ideas, la pasión que genera el Liverpool y además evitas que el rival te haga daño…

P. ¿Pero se puede controlar el caos?

R. El caos no se controla. Pero muchas veces, en el caos se expresa lo que yo quiero: pasión.

P. ¿Sufre o se divierte?

R. He sufrido mucho, cuando jugaba y ahora también como entrenador. Como futbolista no me expresé de la mejor manera en el campo, solo lo hice en pequeños detalles. Y era un muy buen futbolista. Era un tema mental, era flojo. P. ¿Continúa haciendo terapia? R. Sí, y además utilizo las herramient­as de mindfulnes­s, de relajación y de respiració­n que tengo interioriz­adas y que practico todos los días.

P. ¿Le da miedo volver a pasar por esa situación de presión en otro sitio?

R. Segurament­e me ocurrirá. Y los primeros meses serán duros. El otro día un amigo me preguntó si tenía clara la idea de juego que iba a utilizar cuando vaya a otro equipo. Le dije: ‘No sé lo que haré. ¿Voy a tener salida de tres? ¿Voy a abrir el campo con Savinho y con Yan Couto?’ No lo sé. Lo único que sé es lo que quiero trasmitir: pasión.

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MASSIMILIA­NO MINOCRI Míchel, en el campo de entrenamie­nto del Girona.

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