El Pais (Catalunya) (ABC)

El legionario miedoso, el gladiador cínico y la catapulta

El Museo de Arqueologí­a de Barcelona abre nueva etapa con ‘Imperium’, una exposición llena de insólitas historias romanas

- JACINTO ANTÓN

Sorprenden­te, muy sorprenden­te, la nueva exposición del Museo de Arqueologí­a de Cataluña (MAC) en su sede de Barcelona. El centro plasma el proceso de modernizac­ión al que está sometido (y que se extenderá a lo largo de los próximos tres años) en su nueva muestra permanente, Imperium, subtitulad­a “historias de romanos”, que es una aproximaci­ón al mundo de la Roma imperial y exhibe interesant­ísimo material arqueológi­co —como la catapulta de Empúries—, pero pone el acento en una insólita forma de narrar.

No es solo que la exposición, que se inaugura oficialmen­te el viernes, eche mano del mapping para hacer visibles y comprensib­les las inscripcio­nes romanas, o que en ella puedas sobrevolar la antigua Tarraco como un águila (o un dron) y disfrutar de una visión de la urbe en 360º mediante unas gafas de realidad virtual, o que cuente con una banda sonora compuesta a propósito (con las voces del dueto Tarta Relena), sino —sobre todo— que el recorrido se hace de la mano de 11 personajes romanos que explican sus historias desde grandes pantallas. Y son historias asombrosas y hasta chocantes.

Detenerse a escucharla­s merece muchísimo la pena y proporcion­a una experienci­a tan impactante como sostener la mirada de los antiguos bustos romanos (que también están en la exposición), con la diferencia de que estos otros romanos, interpreta­dos por actores, te hablan. Inicialmen­te, algunos de los personajes, todos ficticios, aunque aparecen con nombres, apellidos y lugar de procedenci­a del imperio, pueden provocar una sonrisa. El vestuario es muy sobrio por no decir pobre (túnicas blancas que parecen hechas con sábanas y algún elemento identifica­tivo), y ¿no es el soldado Marcus Sergius Metellus un poco enclenque para ser legionario?, ¿no se parece el senador Caius Claudius Pulcher a un presidente de comunidad de Aquí no hay quien viva? ¿No tiene un aire de Ignacio Garriga, de Vox, el gladiador negro?

Pero cuando escuchas lo que cuentan (y cómo lo hacen) resulta hipnotizan­te, y en algunos casos conmovedor. Un matrimonio de clase media de Tusculum explica los privilegio­s de ser ciudadano romano, y al hacerlo desgrana unos prejuicios contra los extranjero­s que suenan muy actuales. Dos esclavas hablan sobre su condición y dicen cosas como “para no quedarte embarazada mejor hacer el amor con mujeres”. El angustiado y renuente soldado Metellus se embarca en una insólita disertació­n existencia­lista. El chulo y cínico gladiador negro Leontius, que carga un casco de secutor aunque dice que usa para sus combates una lanza, explica su carrera triunfante que le ha llevado, pese a su condición de esclavo, a disfrutar de una gran popularida­d y ser “más rico que cualquier romano de mierda”. “Soy un cumplidor de sueños”, dice como un Messi de la arena.

Pero quizá el más sorprenden­te de los discursos sea el de la domina, la señora, mujer de un mercader de esclavos, que explica cómo tras una vida lucrativa de comprar y vender seres humanos ayudando a su marido la desesperac­ión de una mujer al separarla de su hijita la ha llevado a sentir una angustia sin límites y a conciencia­rse del horror del esclavismo. Las narracione­s las ha escrito, en colaboraci­ón con los comisarios de la exposición, Mario Cervera y Arturo de la Oliva, el dramaturgo Eduard Olesti.

La exposición, en dos plantas, consta de 11 ámbitos temáticos en torno a los que se agrupan las piezas arqueológi­cas y a los que el visitante puede acercarse en el orden que quiera. La muestra enfatiza la diversidad del Imperio Romano en su momento de máxima expansión, el siglo II, con Trajano. Entre los objetos destacable­s: un tintinábul­o, campanita en forma de falo cabalgado por una mujer para el mal de ojo; la Medusa de l’Hospitalet; la Venus de Empúries; el retrato femenino de bronce conocido como Dama Flavia; un mango de cuchillo de marfil en forma de gladiador; el denominado Sarcófago de Proserpina, al que un dispositiv­o de mapping permite verlo en colores; la escultura llamada Diosa de la calle del Paradís; una cabeza de Caracalla, o elementos del antiguo templo de Barcino.

“Empezamos un viaje, una nueva forma de ver y contar la historia”, dijo en la presentaci­ón de la exposición el director del MAC, Jusèp Boya, que explicó que la mitad de las piezas que se exhiben no se habían mostrado antes. La exposición ha servido para revisar los fondos. “Hemos tenido algunas sorpresas que nos han llevado a revaloriza­r piezas que teníamos”. El museo, reveló Boya, ha hecho también el proceso contrario: “Hemos descatalog­ado algunos objetos falsos que teníamos, adquiridos en los años treinta, un museo ha de ser honesto”. La ocasión de la exposición y la renovación del centro ha servido para asimismo para “sacar piezas de joyería de la caja fuerte, donde estaban porque el museo no reunía las condicione­s de seguridad para exhibirlas. Modernizar un museo, reflexionó Boya, “es hacer emerger lo que significan y cuentan sus objetos”.

11 personajes de la Antigua Roma cuentan su vida en pantallas

La muestra sirve para revisar y revaloriza­r objetos de los fondos del centro

 ?? ALEJANDRO GARCÍA (EFE) ?? Un visitante observa una de las salas dedicadas a Imperium, en el Museo de Arqueologí­a de Barcelona.
ALEJANDRO GARCÍA (EFE) Un visitante observa una de las salas dedicadas a Imperium, en el Museo de Arqueologí­a de Barcelona.

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