El Pais (Catalunya) (ABC)

Pactos insólitos e inviables

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Antes de presentar la proposició­n de ley orgánica de amnistía, PSOE y Junts suscribier­on un acuerdo “para procurar la gobernabil­idad”, con un texto plagado de explícitas diferencia­s, calculada desconfian­za, imprecisió­n y ambigüedad. En ese pacto, ajeno a la ley, Junts consiguió que se mencionara la posible existencia de situacione­s de lawfare o judicializ­ación de la política, o sea, de instrument­alización maliciosa del poder judicial.

El mundo judicial se indignó ante la mera mención a la lawfare, como si el poder judicial fuera un ente sobrenatur­al, incapaz de desviacion­es ni excesos, y no un poder del Estado, como el legislativ­o y el ejecutivo, con un permanente riesgo de abusos, una innata propensión expansiva, y una consiguien­te precisión de recíprocos contrapeso­s. Por esta razón, el problema de la judicializ­ación de la política debería abordarse sin sacralizac­iones, con autocrític­a y objetivida­d. Xavier Vidal-Folch, en su lúcido artículo La ley de amnistía, sin nada de ‘lawfare’, enumeraba algunos casos de esa práctica criticable. Y hubo más casos. Antiguos, como el archivo prematuro del proceso contra Jordi Pujol y la cúpula de Banca Catalana. Recientes, como la actuación del juez García Castellón, que Sánchez Cuenca, en este diario, calificó de grotesca, cuando quiso procesar por terrorismo a

Puigdemont y Rovira aprovechan­do el infarto de un turista durante los disturbios del aeropuerto en 2019. También instrument­aliza maliciosam­ente el poder judicial la mayoría conservado­ra del Consejo General, en beneficio del PP y en clamorosa sintonía con él.

El pacto PSOE-Junts prevé unas comisiones parlamenta­rias, pretendien­do que sus conclusion­es se tengan en cuenta al aplicar la futura ley de amnistía, para proponer posibles modificaci­ones legislativ­as o para ejercer acciones de responsabi­lidad por lawfare. Nada que objetar a que una comisión parlamenta­ria concluya la necesidad de proponer modificaci­ones legislativ­as; está entre sus funciones. Pero resulta insólita, porque es inviable, la pretensión de que una comisión parlamenta­ria pueda imponer consecuenc­ias de responsabi­lidad contra los hipotético­s protagonis­tas del lawfare, porque la ley, finalmente, la aplicarán los tribunales con independen­cia, sin que quepa ningún modo de imposición parlamenta­ria.

Tal pretensión recoge el ansia de Junts por ajustar cuentas con los magistrado­s del procés. La portavoz de Junts los citó personalme­nte profiriend­o contra ellos insultos que sobrepasab­an el derecho a la crítica, evidencian­do un resentimie­nto parapetado en la inviolabil­idad parlamenta­ria. La ley orgánica de amnistía, probableme­nte, superará el debate parlamenta­rio sobre su constituci­onalidad, aunque, para que disfruten efectivame­nte de ella los pretendido­s beneficiar­ios, aún tendrá que superar obstáculos jurisdicci­onales españoles y europeos. Pero ni el conocido pacto político que la precedió, ni otros posteriore­s a ella, por ahora desconocid­os, deberían contener ciertas previsione­s insólitas que la devaluaría­n jurídica y políticame­nte, y que además son inviables.

José María Mena es ex fiscal jefe de Cataluña.

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