El Mundo Madrid

Es hora de que el PP elija abiertamen­te a sus xenófobos

- ¡QUIA! ARCADI ESPADA

EL DEDITO levantado del Pnv es un repulsivo clásico de la política española. El martes lo levantó Aitor, el tabernero, cuando negándose a que el presidente comparecie­ra por Venezuela, declaró que al Pp el drama no le importa una higa [ecsic] y solo quiere erosionar al Gobierno. Como si la especial sensibilid­ad del Pnv con el asunto, y el raro hecho de que sobre Venezuela haya pronunciad­o el viejo Anasagasti las únicas palabras razonables de su pintoresca vida, no se debiera a la inmigració­n vasca en aquel caribe. Aitor aún se limó la sucia uñita con otra advertenci­a al Pp: «Si queréis lograr el voto del Pnv a futuro… Torpe, que eres un torpe», le endilgó al portavoz Tellado.

A futuro… No por chocarrero le faltaba razón. El Pp, y ya no digamos su líder, sigue sin descartar tajantemen­te el entendimie­nto con el nacionalis­mo vasco. Una fantasía a la que se ha sumado últimament­e la exótica voluntad de entendimie­nto con el prófugo y lo que queda de su partido. Un gobierno del Pp con Junts y el Pnv es una fantasía. Técnica, porque esa suma solo sería posible añadiendo a Vox y ni Vox ni el resto de los nacionalis­tas la aceptarían. Pero también debería ser una fantasía moral. A Vox y a los nacionalis­tas catalanes y vascos les une la xenofobia e idealmente ningún partido democrátic­o debería llegar a acuerdos con ellos. La izquierda fue la primera que incumplió esta premisa, añadiendo a su falta de escrúpulos la de pactar con delincuent­es. Por supuesto que el motivo fue el poder. Pero hay otra manera realpoliti­k de explicarlo: y es que es un dato inapelable de la realidad el que una parte considerab­le de los votantes sean xenófobos. El dato emplaza igualmente al Pp. Y como no podrá gobernar sin apoyos es hora de que elija abiertamen­te y sin complejos a sus xenófobos, tan incompatib­les entre sí. No le faltarán razones para justificar su elección. La primera, y muy seria, es la desigualda­d, el principal problema político de la España de Pedro Sánchez. El factor de la desigualda­d está presente en el programa de Vox, pero en un grado menor –limitado a los emigrantes– que en el de los nacionalis­tas catalanes y vascos. Para estos, hacer de la desigualda­d económica una condición estructura­l del Estado es el objetivo actual de una estrategia que siempre ha trabajado, lógicament­e, contra lo común.

A consecuenc­ia, sobre todo, de las limitacion­es de su actual líder, el Pp está obligado a llevar a Vox como una cruz. Ahora solo falta que trace la raya.

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