POZANCO, EL PUEBLO QUE RETRATA EL ÉXITO DE ALVISE
Se Acabó La Fiesta aglutinó el 40% del voto en un municipio de Ávila, un pueblo de campo con medio centenar de vecinos en el que se replica el discurso del candidato
POZANCO Rafa cambió su voto tres veces. A las nueve de la mañana del domingo, llegó al ayuntamiento de Pozanco (Ávila) dispuesto a ocupar su sitio como vocal en la única mesa electoral de este municipio de 56 habitantes. Salió de casa con la papeleta ya metida en el sobre, pero la conversación con los vecinos que acudieron a la urna le hizo dudar. «Vamos a cambiar, Rafa», le animaba el presidente, que también recuerda cómo, botellín y hornazo de por medio, los pozanqueños que fueron apareciendo trataron de convencerles: «Es el Alvise ese al que hay que votar», proclamaban.
A Pozanco se llega por una carretera de un único carril algo alejada de la A-6. Ya en el pueblo, un paseo de cinco minutos basta para conocer sus dos calles principales, la pequeña iglesia, el camino al río y la plaza. No hay bares, ni tiendas, ni siquiera servicios médicos. Son unas 35 casas bajas las que componen este núcleo poblacional, y apenas una quincena de ellas está habitada. Sin embargo, este paradigma de la España más rural, donde «todos los vecinos se dedican a la agricultura», es ahora el municipio más cotizado del país, periodísticamente hablando. Y lo es porque, en los comicios europeos del 9-J, Se Acabó La Fiesta (SALF) –la formación que dio la sorpresa con tres escaños– registró en esta localidad abulense su máximo porcentaje de voto.
«¿Venís por lo de Alvise, no?», se preguntaba un vecino entre risas. «Lo de Alvise» es que el partido de este influencer antipolítica fue la opción elegida el domingo por 14 pozanqueños, el 40% de los que acudieron a las urnas y solo uno menos que los que optaron por el PP –15, el 42,85%–. Los otros seis votos que emitió este municipio fueron para Vox, mientras las izquierdas se quedaron a cero. Eso sí, la hegemonía de la derecha no era algo nuevo en Pozanco, pues el PSOE solo había sumado tres apoyos en las últimas elecciones generales y en las europeas de 2019. Ni rastro hubo el domingo de esos tres fieles votantes socialistas, como tampoco del único elector que depositó la papeleta de Podemos en los anteriores comicios comunitarios. Este, sin embargo, sí estaba ayer en el local donde se reúne la peña del pueblo, y no se escondió al confirmar que era uno más en la nueva tendencia pozanqueña: «Yo voté a Alvise».
No fue difícil encontrar a otros electores que habían tomado la misma decisión. Sin embargo, su primera reacción al ver periodistas fue de rechazo, el mismo que despiertan los medios en el líder de SALF. «Ya hablamos ayer en las urnas», defendieron, para añadir que son «gente normal y trabajadora, pese a que por ahí saldrá que somos un pueblo sin ley por haber votado a Alvise». En un calco del discurso del candidato, criticaron a los medios «por no sacar a un hombre que tenía tantos seguidores» y expresaron que su decisión se debía a que están «cansados de lo mismo».
Estos vecinos, dos jóvenes treintañeros y un varón algo mayor, viven en Pozanco y trabajan en el campo, como el resto de habitantes del municipio. Bajo el anonimato –y reconociendo que no se esperaban «que se fuese a atrever nadie a venir por aquí»– los tres coincidieron en que «lo raro no es que salga este hombre, sino que se siga apoyando la corrupción anterior». «Se le ha votado porque es el que tiene un poco de sentido común y dice lo que todos pensamos y otros no se atreven a decir», apuntó el más joven, mientras el mayor resumió en dos ideas el porqué de su elección: «Se mete con todos los corruptos y asegura que él va a donar lo que gane».
El éxito de Alvise, que cogió desprevenida a toda España, resulta aún más sorprendente en el caso de Pozanco, pues cuesta explicar cómo en un municipio rural algo envejecido tiene tanto calado un comunicador que solo se mueve en redes sociales. «Aquí solo hablamos de hectáreas y pastos», reconocen los vecinos que conversan frente al local de la peña, a los que el resultado de SALF en su pueblo también les ha «chocado» –aunque algunos de ellos lo votaron–. «Ha sido sobre todo la gente joven», apunta el alcalde del municipio, Emilio Jorge Martín (PP), que no supo de la existencia de Alvise hasta el pasado jueves y aún se asombra al ver cómo todas las formaciones –«seguro que también el PP»– cedieron votos al candidato antisistema. Ciudadanos había aglutinado cinco apoyos en las anteriores europeas, 13 Vox, tres los socialistas y uno Podemos, y de ellos tuvieron que salir los 14 electores que el domingo optaron por la papeleta de SALF, pues los populares reeditaron los 15 votos que alcanzaron en 2019.
El edil cree que todos los apoyos que acaparó la candidatura de Alvise en Pozanco provienen del «boca a boca», algo de lo que el líder de SALF presumió orgulloso el pasado domingo. «Aquí la semana pasada vino el antiguo alcalde, que es piloto y ahora vive en Dinamarca, y dijo que había que votar a Alvise, y muchos lo hicieron», explica, asegurando que el pueblo se mueve mucho por lo que dicen unos y otros. Aunque le sorprende que un candidato «más radical que Vox» tenga tanto respaldo, remarca que «mal tampoco viene para que se espabilen los demás». «Luego veremos si cumple lo que promete, porque es muy fácil decir lo que vas a hacer cuando no has estado nunca al mando en política», señaló. «Si no lo cumple, no lo votaremos más», replicaron sus seguidores.
Cuando dieron las tres de la tarde, el piar de los pájaros era lo único que quedaba en las calles de Pozanco. El grupo de vecinos que una hora antes compartía almuerzo –y opinión política– en el local de la peña había tenido que disolverse para regresar a la faena en el campo. «Se acabó la fiesta», dijo uno entre risas antes de levantar la reunión improvisada.