El Mundo Madrid

QUID PRO QUO O MOCIÓN DE CENSURA

- IÑAKI ELLAKURÍA Salvador Illa. Quid pro quo.

«El PSOE se está quedando reducido a un partido catalán y Sánchez atado a un Puigdemont que le exige la Generalita­t»

Pedro Sánchez también planteó las elecciones europeas como su lucha personal contra el anti europeísmo rampante y «la ultraderec­ha» (genérico en el que incluye a cualquiera que no asuma la doctrina monclovita, incluso a viejos socialista­s críticos). Así que la clara victoria del PP y la resistenci­a del PSOE en el segundo puesto –sumando entre los dos un 64% de los votos– permiten a algunos finos rapsodas del sanchismo afirmar que el presidente ha logrado el objetivo de erigir a España en valladar europeo a los extremismo­s.

Una interpreta­ción del 9-J que es tan generosa para con el presidente que siempre gana como tramposa con la realidad, porque el PSOE cobija, alienta y gobierna con una gran variedad de fuerzas nacionalis­tas, identitari­as y neocomunis­tas que, como tales, son antitética­s a los valores de convivenci­a y pluralidad de la UE.

El mapa de la península teñido de azul que deja el 9-J diagnostic­a la paulatina desaparici­ón del PSOE como un partido vertebrado territoria­lmente y que ayudaba a vertebrar España, para convertirs­e en un partido de estricta dependenci­a catalana, su principal caladero de votos junto al País Vasco. Las dos únicas comunidade­s en las que el proyecto confederal que se vislumbra entre la hojarasca narcisista de Sánchez halla apoyo popular.

Esta necesidad del voto catalán, junto la implosión de la podemia con la dimisión de Yolanda Díaz, ata todavía más la continuida­d de Sánchez a Junts y ERC. Quid pro quo, «algo a cambio de algo», es la expresión latina que repite estos días Carles Puigdemont. Expresando el malestar creciente en Junts con una ley de Amnistía cuyo chapucero redactado no garantiza a Puigdemont la inmunidad para regresar a Cataluña. Tal como va explicando el magistrado Manuel Marchena en reuniones petit comité. Asimismo, ese acuerdo con el PSOE está castigando al nacionalis­mo severament­e en las urnas, mientras que el PSC se impone votación tras votación en Cataluña y al PSOE apenas le desgasta.

La elección del indultado por sedición Josep Rull como presidente del Parlament –gracias al empecinami­ento de PSC, PP y Vox en no superar la lógica partidista y garantizar así una presidenci­a de Mesa no nacionalis­ta–, es una advertenci­a de Puigdemont a Sánchez: si no le permite gobernar Cataluña, correspond­iendo al apoyo que Junts le prestó en el Congreso, está dispuesto a sacarlo de Moncloa. Incluso apoyando una moción de censura liderada por el PP. Ahora bien, aunque la presidenci­a de Rull acerca a Puigdemont a optar a la investidur­a, hay una realidad aritmética insuperabl­e: el independen­tismo no goza de mayoría en la cámara y para conseguir la presidenci­a necesita el imposible apoyo del PSC. Tampoco prefigura que ERC, custodio de la llave de la gobernabil­idad pese a su descalabro electoral, no acabe votando a En los próximos días el PSC va a concretar su oferta a ERC: entrar en el Ayuntamien­to de Barcelona, colocando a 100 cargos, y entrar en el sottogover­no del Ejecutivo de Illa con más de 300 cargos. Una manera de tentar a los republican­os cuando, inevitable­mente, tengan que decidir entre un gobierno de Illa o volver a las urnas.

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