CUANDO EUROVISIÓN LO GANA QUIEN “ROMPE” TODOS LOS CÓDIGOS
“Mi experiencia en este festival no fue siempre placentera”, ha declarado Nemo, el ganador de esta edición. No ha sido el único
El pasado sábado, sobre las cinco de la tarde, parecía que Eurovisión se desmoronaba. Joost, el representante de Países Bajos, había sido descalificado, la artista irlandesa Bambie Thug lanzaba dardos en contra de la tele israelí, y el francés Slimane había abogado, públicamente, por la paz. Asimismo, Alessandra Mele, que participó en Eurovisión 2023, se negó a ser portavoz del jurado noruego y, un par de minutos después, Käärijä, de Finlandia y la holandesa Nikkie de Jagger siguieron su ejemplo.
Por otro lado, el ambiente en Malmö estaba tenso, viciado. Horas antes, más de 10.000 personas se reunieron para manifestarse a favor de Palestina (y contra de la participación de Israel) y el balance no fue tan positivo. De acuerdo con diversas imágenes, ciertos manifestantes increparon a algunos fans y cortaron las calles, sin previa autorización, lo que llevó a que la policía detuviera a siete activistas. Entre ellos, Greta Thumberg.
Es decir, cuatro horas antes de la gala final del sábado, parecía que el evento se desvanecía. Pero los organizadores hicieron oídos sordos, siguieron la consigna de «the show must go on» y dieron inicio a un espectáculo, lleno de altos y bajos. De hecho, la primera polémica llegó media hora después de dar el pistoletazo de salida, cuando Eden Golan, la representante de Israel, cantó Hurricane de forma impoluta, mientras era intensamente abucheada. La gente gritaba y pitaba y la artista parecía ser inmune, lo que resultó ser un shock para parte de la audiencia.
No obstante, 10 minutos más tarde, llegó España a cambiarlo todo. Sí, nosotros. Los ex marginados de la clase. Durante años, RTVE llevó a Eurovisión candidaturas que pasaban totalmente desapercibidas o que destacaban por sus desafinaciones. Pero Chanel llegó en 2022 para sacudir la mala suerte… Y, de repente, Europa empezó a notarnos. Es verdad que Blanca Paloma quedó en el puesto 17, aunque en algún momento las casas de apuestas aseguraron que quedaba quinta, y Nebulossa, a pesar de todos los malos augurios, aterrizó en Malmö con el respaldo de ser la sexta canción más escuchada de Eurovisión 2024.
Con Nebulossa existían dudas y, por supuesto, eran legítimas. Mery Bas no está cerca de ser una cantante de ópera y la puesta en escena no incluía ni una plataforma en movimiento ni pirotecnia a lo loco, pero la intérprete supo jugar sus cartas. Se transformó en la diva madura que sus seguidores esperaban, llevó a dos bailarines pertenecientes al colectivo LGTBI y, entre febrero y mayo, desarrolló un carisma que no se le había visto en el Benidorm Fest.
El sábado, en el escenario no había más que un sillón de burdel. Pero Nebulossa no necesitó más para hacer a 12.000 personas cantar una letra que, hace un par de meses, personajes como María Pombo, Massiel y Manu Tenorio calificaban como «ofensiva». Susanna Griso, incluso, manifestó que el dúo promovía que los niños se insultasen en el colegio. Pese a ello, este 11 de mayo, «zorra» no significó un improperio, sino un grito de liberación para todo un estadio, que gritó eufórico el himno feminista de una señora de 56 años.
Lamentablemente, como menciona Eduardo Álvarez, en este concurso no basta con «zorrear». Por eso; quizá, España quedó en la posición número 22 de 25. Sin embargo, Nebulossa logró más que eso. España se convirtió en trending topic, los vídeos de Zorra son los más populares en el Instagram de Eurovisión y hoy, en Spotify, los ondarenses amanecieron con 800.000 reproducciones más que ayer. ¿Qué significa eso? Que, en este momento, Mery Bas está al nivel de una estrella internacional.
«Este es el nacimiento de un clásico de Eurovisión», dijo Graham Norton, en la BBC, durante la actuación, mientras que en Italia se habla de una «propuesta que lucha por superar las etiquetas». «Lleva un mensaje que invita a celebrar la identidad», escribe el periódico La Republica… Y es que de eso se trata, en realidad, este festival. Es verdad que el conflicto político de Israel opacó el lema United By Music. No obstante, al final, muy al final, Suiza logró recuperar el espíritu de Eurovisión.
«Creo que el arte es algo de debe servirse crudo, que debe ser real. No se trata de perfección. Por ejemplo, con The Code, cada vez que me subía al escenario estaba asustado, porque la performance siempre tomaba rumbos diferentes. Pero eso me gustaba, porque lo que fluía era mi historia y creo que esa verdad es lo que te hace conectar con la gente», comentó, tras terminar la gala Nemo, además de hablar sobre su viaje de descubrimiento hacia su identidad no binaria… Y el poco apoyo que encontró por parte de la UER.
«En el desfile de las banderas, yo salí con una bandera no binaria, a pesar de que la organización me lo impidió. Rompí los códigos y también rompí el micrófono de cristal sin querer. Pero tal vez se pueda arreglar.… Como Eurovisión necesita también arreglarse un poco. Mi experiencia en este festival no siempre fue placentera. Hubo muchas cosas que hicieron que no sintiera que esto se trataba de amor y unidad», explicó.
Sin embargo, momentos después, Nemo declaró que Eurovisión sí le ha traído cosas muy positivas. Como la posibilidad de influir en las leyes. «Me siento feliz de representar a las personas no binarias y espero poder hacer más. Es más, solicitaré una reunión con uno de los siete miembros del Consejo Federal Suizo. En mi país no se reconoce un tercer género y creo
“Hubo muchas cosas que hicieron que no sintiera que esto se trataba de amor y de unidad”, afirma Nemo
que es necesario realizar un cambio. Es muy importante que los seres humanos nos sintamos vistos y que podamos avanzar como lo han hecho ya otros países», finalizó el artista suizo.
Malmö2024 ha marcado un antes y un después en la historia de Eurovisión. Ha sido su punto de inflexión.*