Retroceso histórico del independentismo en Cataluña
Junto a la victoria del PSC, el cansancio ante el declive de la región y la fortaleza de PP y Vox explican el derrumbe del secesionismo
LAS ELECCIONES de este domingo dibujan un Parlament muy fragmentado en el que, por primera vez en cuatro décadas, los partidos nacionalistas han perdido la capacidad de sumar mayoría. El retroceso del independentismo constituye sin duda una buena noticia para Cataluña y para España en su conjunto. Tras una década de declive económico, político y social y de grave erosión institucional a causa del procés que puso en marcha Artur Mas, y después de una campaña electoral centrada precisamente en ese deterioro, ayer los catalanes dijeron mayoritariamente no a la ruptura, que solo se ve respaldada ahora por 61 de los 138 escaños de la Cámara autonómica (el 43% del voto).
En el vuelco registrado destaca la victoria amplia del PSC de Salvador Illa, que ya ganó en 2021 –como Inés Arrimadas en 2017–, pero no pudo gobernar. Sin llegar a los 52 escaños de Pasqual Maragall en 1999, el candidato socialista ha avanzado nueve diputados hasta alcanzar los 42. Buena parte de su buen resultado obedece a que él ha decidido asumir la hegemonía cultural del nacionalismo, lo que acredita que ese mar de fondo sigue vivo.
Es esperable que el presidente Pedro Sánchez utilice hoy estos resultados para defender que su política de «reconciliación» con Cataluña –desde los indultos hasta la amnistía– ha sido respaldada por los catalanes. Sin embargo, en esa narrativa no deberían obviarse condicionantes como el cansancio de la sociedad catalana tras una década perdida; el propio perfil de Illa, cuya oferta de estabilidad se diferencia del tono populista de Sánchez; y el hundimiento de ERC, muy desgastada por su gestión al frente del Govern. Otro factor clave es, sin duda, el fuerte ascenso del PP y la resistencia de Vox. Dos opciones abiertamente contrarias a las políticas del Gobierno y que, juntas, suman 26 escaños, determinantes en el desplome del independentismo.
El recuento electoral fluctuó a lo largo de la noche hasta conceder al PSC los 42 escaños que abrieron definitivamente la puerta a la posibilidad de un gobierno tripartito entre los socialistas, Esquerra Republicana y los Comunes –que, perdiendo solo dos escaños, hasta los 6, dan la única alegría a Sumar en los últimos meses–. Sin embargo, la opción del tripartito no es clara. Pere Aragonès afirmó que los republicanos se quedarán en la oposición tras sufrir un descalabro sin paliativos.
ERC ponía a prueba su política de pactos con el PSOE para abordar lo que denominan el «conflicto político», y se ha visto claramente superada por Junts. En cualquier caso, con 20 escaños –13 menos que hace cuatro años–, Esquerra se confirma como el gran perdedor de estas elecciones y se ve ahora abocada a una importante presión en dos direcciones: por parte de Illa, pero también de Carles Puigdemont, que ayer amenazó con el peso de sus siete escaños en el Congreso para que, en un escenario improbable, Sánchez permita que Junts gobierne junto a Esquerra.
Los comicios estaban marcados por la anomalía democrática obvia que encarna la figura de Puigdemont. Siete años después de huir de la justicia española, el líder del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 pretendía ganar los comicios y convertirse en president de nuevo mientras se tramita una amnistía hecha a su medida a cambio de mantener a Sánchez en La Moncloa. El dirigente de Junts ha superado a su rival independentista, pero, con 35 escaños, se ha quedado a una distancia incontestable del PSC. En ese resultado agridulce ha podido influir la irrupción, con dos escaños, de la ultraderechista e independentista Aliança Catalana. Con todo, Puigdemont parece decidido a continuar su apuesta e intentar una investidura.
El PP fue, por su parte, el partido que más creció ayer en Cataluña, y ello pese a la resistencia de Vox, que mantiene sus 11 diputados. Los populares de Alejandro Fernández han crecido 12 escaños, hasta los 15, y representan el 10,97% del voto. Se trata de un resultado muy importante para el partido, que lo resitúa como cuarta fuerza en Cataluña y que da aire a Alberto Núñez Feijóo de cara a las elecciones europeas de junio.
Resulta también sintomático que PSC, PP y Vox sumen juntos 68 escaños. La realidad es que la aritmética permitiría la opción de un gobierno constitucionalista que la polarización impuesta desde el Gobierno de España hace inviable. El escenario que se abre, en cualquier caso, es incierto, tanto para la estabilidad de Cataluña como para la de todo el país.