ILLA VENCE PARA SÁNCHEZ Y BUSCA GOBERNAR
Los socialistas ganan con holgura a la Junts de Puigdemont y podrían alcanzar la Presidencia con un tripartito al que ERC se resiste tras su batacazo
VÍCTOR MONDELO BARCELONA El personalista pulso entre Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, los padres de la amnistía, se saldó con una cómoda victoria del socialismo en Cataluña; con el resultado que el presidente del Gobierno debió estar calculando durante sus cinco días de reflexión en La Moncloa. El PSC no sólo ganó las elecciones, sino que lo hizo con siete escaños de ventaja sobre Junts, evaporando el espíritu de remontada que el prófugo se encargó de alimentar durante la última semana de campaña para alentar un sorpasso que estuvo lejos de producirse.
La llamada a la movilización que el jefe del Ejecutivo realizó tras confirmar su continuidad y aterrizar con aires mesiánicos en Cataluña resultó. «Votos o fango», propuso Sánchez, para polarizar el pulso electoral, y votos obtuvo. El borrado de los delitos del procés no dañó al PSC y, aunque de él se favoreció Puigdemont para ser rehabilitado políticamente, resucitar a su formación y preparar su vuelta a Cataluña, el hecho de que el independentismo no sume mayoría por primera vez en el procés, que ahora expira, permitirá al secretario general del PSOE seguir sosteniendo que la «pacificación» de Cataluña se consolida y afrontar con sosiego las elecciones europeas.
Venció Salvador Illa, como ya lo hiciera en 2021, pero con sustanciales diferencias respecto a la anterior contienda electoral catalana. En esta ocasión, el aspirante del PSC logró distanciarse holgadamente de la primera fuerza independentista, al mejorar en nueve diputados y 214.000 votos su resultado precedente, e igualar la segunda mejor marca de la historia del partido. Además, por primera vez en sus 45 años, los socialistas catalanes consiguieron imponerse en escaños en unas elecciones al Parlament, pues Illa ganó en votos tres años atrás, pero empató con ERC a 33 parlamentarios; y, en las épocas del tripartito, CiU resultó ganadora, aunque después perdiera la Generalitat por la alianza de los socialistas,
En campaña, Illa definió como «fórmula posible» ese tripartito remozado con los republicanos y los comunes, pero en contra de la pretensión del presidenciable socialista juega el batacazo de ERC, que dificulta enormemente al partido de Oriol Junqueras apoyar la investidura de un candidato contrario a la secesión de Cataluña, cuando el partido se dispone a ingresar en un estado crítico que favorecerá la aparición de guerras internas y permitirá a Junts erigirse como formación hegemónica del separatismo catalán. Ayer, Pere Aragonès ya avanzó que trabajarán «desde la oposición».
Si existe una certeza en la hoja de ruta del primer secretario del PSC, es que esta vez intentará ser ungido, tras no haber tenido opción tras su primera victoria, cuando el secesionismo se disparó hasta los 74 diputados y superó por primera vez el 52% de los votos.
Hasta los 77 escaños se encaramaría una eventual coalición entre el PSC y Junts, la sociovergencia, siendo el Gobierno aritméticamente más viable, pero el políticamente menos probable. No le hizo ascos Illa a esa opción en campaña, pero Puigdemont la descartó y ahora incluso exige a Sánchez que le deje gobernar sacrificando a Illa.
A la espera de lo que depare la negociación de la gobernabilidad, la militancia socialista se regaló ayer una noche de júbilo. Illa fue recibido al grito de «president» y dio por inaugurada «una nueva etapa en Cataluña» que, pronosticó, «liderará el PSC». El candidato asumió «la responsabilidad» de optar a la Presidencia , no sin antes rendir la oportuna pleitesía al presidente del Gobierno. A las «políticas de Sánchez sobre Cataluña»y su «liderazgo» atribuyó la victoria.