Ficciones y antisemitismo
No podemos sustraernos de las consecuencias devastadoras de los recientes acontecimientos en Israel y en Gaza. Desde que los terroristas de Hamas penetraron en territorio israelí el 7 de octubre y llevaron a cabo la peor masacre antisemita desde el Holocausto, los damnificados por estas acciones se han multiplicado exponencialmente.
Además de la trágica pérdida de miles de vidas tanto del lado israelí como palestino, seguimos testimoniando con suma preocupación la contaminación de las narrativas y la proliferación de mitos nocivos en los ámbitos académico y mediático –especialmente en las redes sociales–, lo que ha conducido a un incremento sin precedentes del antisemitismo a nivel global. En EEUU, los campus universitarios han explotado con manifestaciones de activistas dizque propalestinos que han intimidado a estudiantes judíos poniendo en cuestión el principio de libre expresión.
A medida que el conflicto entre Israel y sus vecinos subía en intensidad, también en América Latina el tema ha ocupado cada vez más titulares y ha sido aprovechado para la amplificación de lemas antijudíos, especial pero no únicamente por parte de voces de extrema izquierda. Pero, como ocurre en el resto del mundo, lo que se está viviendo hoy rebasa cualquier predicción. Ha sido notorio que el presidente de Colombia, Gustavo Petro,
Ha sido notorio que Gustavo Petro, obsesionado con el tema en redes sociales, haya roto relaciones diplomáticas con Israel
obsesionado con el tema en redes sociales, haya roto relaciones diplomáticas con Israel y que, ante el silencio persistente del presidente Gabriel Boric, palestinos chilenos radicales acosaran física y verbalmente a sus conciudadanos judíos afuera de sus instituciones,
¿Cuáles son algunos de estos argumentos simplificadores y falsos?
1. «Del río al mar». Hemos escuchado en múltiples protestas propalestinas dicha frase. Arrastrados por impulsos, queremos creer que humanitarios, no se percatan de que dicha frase no se refiere a la liberación de Palestina o el establecimiento de un Estado binacional del Río Jordán al Mar Mediterráneo. Lo que claman es por la eliminación de Israel y sus habitantes.
2. «La guerra era inevitable». No deja de sorprendernos cómo algunos justifican la reivindicación de la violencia y la intolerancia de Hamas. En su imaginario, el compromiso de Hamas con la destrucción de Israel, claramente estipulada en su Carta Fundacional, no cuenta; y la misma existencia de un Estado Judío fue lo que condujo a esta confrontación. La violencia no es inevitable porque los dirigentes de Hamas tienen el poder para actuar de otra forma.
3. Acusar a Israel de genocidio es distorsionar el uso de este término que fue justamente creado para referirse al asesinato sistemático de seis millones de judíos durante el Holocausto.
4. Referirse a Israel como colonialista es desconocer que las empresas colonialistas europeas lo que buscaban era el enriquecimiento y la explotación de los recursos humanos y naturales de los países que dominaban. Los judíos que llegaron a Palestina, controlada por los británicos, huían de la persecución y anhelaban únicamente retornar a su tierra ancestral.
5. Y, finalmente, todo esto está alimentado por una forma de antisemitismo insidiosa, el antisionismo, que se disfraza de crítica legítima contra Israel.
Debemos insistir en la importancia que reviste el uso responsable de lenguaje y de narrativas que no estereotipan y tergiversan los hechos para apuntalar ideologías y para justificar las expresiones de antisemitismo que crecen exponencialmente fomentados por estos argumentos. La veracidad no debería ser una de las lamentables víctimas de esta conflagración.