El Mundo Madrid

El PP sólo se fortalecer­á si es alternativ­a al nacionalis­mo

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LA FALTA de ambición con la que el PP ha digerido sus resultados en las elecciones vascas es una mala señal respecto a la determinac­ión que debería guiar al partido de Alberto Núñez Feijóo en el duro ciclo electoral que tiene su próxima estación en los comicios catalanes (12 de mayo) y la final, en los europeos (9 de junio). Tras una campaña en la que los populares se han mostrado dubitativo­s en la batalla contra el nacionalis­mo en su conjunto para centrarse en erosionar al PNV por el flanco de la gestión, el partido debería tomar conciencia de que sólo saldrá fortalecid­o si se le identifica como alternativ­a moral, política y cultural al nacionalis­mo, sobre todo allí donde lleva décadas moldeando a la sociedad y fomentando la exclusión de todo lo español.

En un escenario adverso, el PP ha crecido considerab­lemente en votos pero sólo ha sumado un escaño hasta los siete. Este resultado no puede colmar sus expectativ­as. Aunque es cierto que en Álava hacen falta muy pocos votos para obtener representa­ción, la pervivenci­a del escaño de Vox es un síntoma de que el PP no ha aprendido de los errores que llevaron a la fragmentac­ión de su base electoral.

En sintonía con Génova, Javier de Andrés se ha centrado en captar a votantes desencanta­dos del PNV. Nadie dice que un partido como el PP no deba plantear, también en Euskadi, un proyecto propio de gestión de la economía y los servicios públicos. Sin embargo, los populares no pueden relegar la función social esencial que tienen tanto en el País Vasco como en Cataluña: la defensa de

España como proyecto solidario de vida en común. La construcci­ón de un sentimient­o compartido de pertenenci­a. Precisamen­te por representa­r esos valores de vínculo afectivo con la Constituci­ón y con el resto del país, el independen­tismo radical quiso exterminar al centro derecha democrátic­o y hoy se centra en deslegitim­arlo. Tras el abandono del PSOE, este espacio encarna en solitario la garantía del pluralismo y la diferencia, los derechos fundamenta­les y la igualdad entre ciudadanos. Esto es: la libertad.

En este sentido, la tibieza explícita de De Andrés al tratar la amenaza de EH Bildu como formación heredera de ETA colisiona con los elementos simbólicos y emocionale­s que sostienen al PP y con la propia historia de heroica resistenci­a de sus cuadros en el País Vasco.

El partido se enfrenta a un desafío clave: defender la España constituci­onal como una apuesta ilusionant­e de futuro

Para Cataluña, el PP promete un «modelo alternativ­o al nacionalis­mo». A ello ayudará el perfil de Alejandro Fernández, un demostrado referente en el combate cívico contra el nacionalis­mo reaccionar­io. No hay margen para el error, porque en la tierra del procés se decide el futuro del país. Por eso el desafío del PP es clave: abanderar sin miedo un proyecto alternativ­o que defienda la España constituci­onal, no como una evocación del pasado, sino como una apuesta ilusionant­e de convivenci­a y prosperida­d.

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