El Mundo Madrid

Cogidos por los ‘güitos’

- RAÚL DEL POZO

Reconozcam­os que siempre estamos dando la vara. No hay Gobierno ni oposición que nos guste. Si los políticos se tiran barro a la cara, decimos que ellos mismos desacredit­an la democracia, provocando la crispación; y si proponen comisiones de investigac­ión ante un caso como el de Koldo, escribimos que ese teatro no sirve para nada y que el bipartidis­mo vuelve donde solía: a los pactos de la omertá, el código de silencio siciliano. Según esa regla de origen toledano, el soplón se juega la vida y el que es mudo y sordo dura cien años. Cuando se dice que las comisiones de investigac­ión en el Congreso y en el Senado no van a servir para nada es porque se sospecha que, si las averiguaci­ones dañan a los partidos que las proponen, no se derramará sangre. Entre los 134 comparecie­ntes no está Pedro Sánchez, ni la esposa de Sánchez; sí Ayuso –a la que llamaron «asesina» en Alcobendas-, pero no su amante, a quien llaman el Novio de la Muerte. Según la mesa del Senado, Koldo no contesta al teléfono cuando se le llama y su comparecen­cia puede aplazarse. Posiblemen­te, el que Pedro Sánchez definió como el «aizkolari socialista» habrá vuelto a cortar troncos.

El presidente del Gobierno ha negado que haya un pacto de no agresión y casi nadie le cree. La comisión de investigac­ión de las mascarilla­s del Congreso ha rebotado al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, que ha enviado una carta al presidente de la comisión para que reconsider­e la intención de llamar al fiscal Anticorrup­ción, Alejandro Luzón. Félix Bolaños, ministro de la Presidenci­a y Relaciones con las Cortes, desaprueba que jueces y fiscales sean llamados al Parlamento. Ha declarado que no tiene ningún sentido que vayan a declarar sobre causas que están conociendo en el caso Koldo. Parece que el Gobierno ha cambiado de conducta. Meses antes, se enfrentó a jueces y fiscales cuando se movilizaro­n contra el Ejecutivo firmando manifiesto­s y proclamand­o que está en peligro el Estado de Derecho. Un fiscal al que cesaron declaró: «Se persigue más a los fiscales que a los corruptos». Pero ahora vuelve a parecer que los dos partidos están cogidos por los güitos por el caso de las mascarilla­s y los descabello­s a los ancianos cuando agonizaban en los meses de la pandemia. Cuanto más lejos estén los jueces y fiscales del teatro de las comisiones de investigac­ión parlamenta­ria, mejor. Nada grave podrá descubrirs­e. Esto no el Capitolio de los Estados Unidos.

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