Cogidos por los ‘güitos’
Reconozcamos que siempre estamos dando la vara. No hay Gobierno ni oposición que nos guste. Si los políticos se tiran barro a la cara, decimos que ellos mismos desacreditan la democracia, provocando la crispación; y si proponen comisiones de investigación ante un caso como el de Koldo, escribimos que ese teatro no sirve para nada y que el bipartidismo vuelve donde solía: a los pactos de la omertá, el código de silencio siciliano. Según esa regla de origen toledano, el soplón se juega la vida y el que es mudo y sordo dura cien años. Cuando se dice que las comisiones de investigación en el Congreso y en el Senado no van a servir para nada es porque se sospecha que, si las averiguaciones dañan a los partidos que las proponen, no se derramará sangre. Entre los 134 comparecientes no está Pedro Sánchez, ni la esposa de Sánchez; sí Ayuso –a la que llamaron «asesina» en Alcobendas-, pero no su amante, a quien llaman el Novio de la Muerte. Según la mesa del Senado, Koldo no contesta al teléfono cuando se le llama y su comparecencia puede aplazarse. Posiblemente, el que Pedro Sánchez definió como el «aizkolari socialista» habrá vuelto a cortar troncos.
El presidente del Gobierno ha negado que haya un pacto de no agresión y casi nadie le cree. La comisión de investigación de las mascarillas del Congreso ha rebotado al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, que ha enviado una carta al presidente de la comisión para que reconsidere la intención de llamar al fiscal Anticorrupción, Alejandro Luzón. Félix Bolaños, ministro de la Presidencia y Relaciones con las Cortes, desaprueba que jueces y fiscales sean llamados al Parlamento. Ha declarado que no tiene ningún sentido que vayan a declarar sobre causas que están conociendo en el caso Koldo. Parece que el Gobierno ha cambiado de conducta. Meses antes, se enfrentó a jueces y fiscales cuando se movilizaron contra el Ejecutivo firmando manifiestos y proclamando que está en peligro el Estado de Derecho. Un fiscal al que cesaron declaró: «Se persigue más a los fiscales que a los corruptos». Pero ahora vuelve a parecer que los dos partidos están cogidos por los güitos por el caso de las mascarillas y los descabellos a los ancianos cuando agonizaban en los meses de la pandemia. Cuanto más lejos estén los jueces y fiscales del teatro de las comisiones de investigación parlamentaria, mejor. Nada grave podrá descubrirse. Esto no el Capitolio de los Estados Unidos.