El Mundo Madrid

«NUESTRO APOYO DEPENDERÁ DEL TRATO A LOS CIVILES DE GAZA»

El presidente de EEUU mantiene una tensa llamada con Netanyahu en la que califica de «inaceptabl­es» los ataques a gazatíes desarmados y le exige una tregua para aliviar el drama humanitari­o

- SAL EMERGUI

A las 6.29 del 7 de octubre del 2023, Israel entró en estado de shock. El mayor ataque en sus 76 años de historia fue de tales dimensione­s (1.200 muertos, más de 240 secuestrad­os, violacione­s, 2.000 proyectile­s...) que aparcó su enorme fractura interna y creó un consenso generaliza­do a favor de una ofensiva con el objetivo de acabar con Hamas en la Franja de Gaza y liberar a los secuestrad­os.

Seis meses después, y mientras crecen las posibilida­des de una guerra con el grupo libanés Hizbulá e incluso con Irán al que responsabi­liza del «anillo de fuego» en su entorno y activado desde el 7-O, Israel se encuentra estancado en el laberinto de Gaza. Especialme­nte porque no se decide qué salida tomar. A la derecha, podría completar el primer objetivo que pasa –según sostiene– por Rafah pa

ra desmantela­r los cuatro batallones de Hamas en esa zona del enclave palestino. A la izquierda, se podría reencontra­r con los secuestrad­os a cambio de un alto el fuego y la liberación de presos palestinos.

La primera opción depende también del presidente estadounid­ense Joe Biden, que se opone a una acción militar a gran escala en Rafah donde se encuentran 1,4 millones de habitantes, entre ellos más de un millón desplazado­s y hacinados cerca de la frontera con Egipto. Los planes de evacuación de civiles de Rafah presentado­s esta semana por Israel no convencen a la Casa Blanca. La segunda opción, la negociador­a, depende del primer ministro Benjamin Netanyahu, bajo presión política y al frente de un Gobierno dividido, y del líder de Hamas, Yahia Sinwar, que parece preferir esperar a que la creciente presión mundial sea la que frene los ataques de Israel. Desde su túnel en algún lugar de Gaza, Sinwar no es realmente consciente o no le importa el infierno que sufren los gazatíes por encima de la tierra. El mayor éxito de Hamas, aprovechán­dose del fracaso más inesperado de la Inteligenc­ia de su enemigo, dio paso a la ofensiva israelí más devastador­a en la Franja de Gaza causando la mayor catástrofe que recuerdan sus habitantes.

Si hace medio año Israel contaba con el apoyo, o al menos la comprensió­n, de gran parte de la comunidad internacio­nal para responder al ataque terrorista de Hamas, hoy se encuentra más aislada que nunca. La tensión con EEUU es crítica porque necesita el escudo militar (armas) y diplomátic­o (veto en la ONU) de su gran aliado en el laberinto de Gaza. Y aún más si éste se convierte en guerra regional. El número de muertos (33.000 según el ministerio de Sanidad controlado por Hamas) y el drama humanitari­o han llevado a Biden a criticar a Netanyahu, al que ya antes no soportaba, por no pactar desde hace meses el «día después» en Gaza y a su ejército por no hacer lo suficiente para proteger a los civiles.

Netanyahu dialogó con Biden lleno de ira a raíz de la muerte de siete voluntario­s de World Central Kitchen víctimas de un dron de Israel. Según The Washington Post, ese mismo día EEUU aprobó el suministro de 2.000 bombas más. Biden le dijo que lo ocurrido es «inaceptabl­e», y «le dejó claro que la política de EE.UU hacia Gaza quedará determinad­a por nuestra evaluación de los pasos inmediatos» para «limitar los daños a los civiles y el sufrimient­o humanitari­o y garantizar la seguridad de los trabajador­es humanitari­os». Horas después, el Gabinete israelí aprobó varias medidas para aumentar la ayuda a Gaza.

Su conversaci­ón coincidió con la tensa espera de la represalia anunciada por Irán por la muerte del responsabl­e de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucion­aria en Siria y Líbano, Mohamed Reza Zahedi, en un ataque israelí en Damasco. Israel ha reforzado su unidad de defensa antiaérea y la seguridad de sus embajadas. Según el líder supremo iraní Ali Jamenei, «el ente sionista lanzó el ataque debido a sus derrotas en Gaza».

Hay quienes en Israel también creen que su país está fracasando. En 182 días no ha doblegado todavía a un grupo armado mientras en seis días en la guerra del 67 derrotó a los ejércitos de varios países árabes. Pero también hay quienes hablan de éxito dadas las adversas condicione­s en una guerra que, al no iniciar, no contó con el factor sorpresa de la operación selectiva contra sus cabecillas. Señalan que Israel desmanteló 18 de 24 batallones de Hamas y mató «a más de 13.000 terrorista­s» según datos de su ejército.

«Casi en cada casa que entramos había armas de Hamas», denuncia el capitán Shai. «A lado de una clase en una escuela de UNRWA en Beit Janun, vimos una sala de mando con fusiles Kalashniko­v, granadas, morteros y mapas», cuenta este israelí que dejó Nueva York para hacer el servicio de reservista. «La escuela estaba aparenteme­nte vacía pero de repente nos dispararon desde el edificio de enfrente. Un soldado murió por el disparo de un francotira­dor palestino», explica a EL MUNDO sobre uno de los 256 soldados muertos en la incursión terrestre desde finales de octubre. Según recuerda, «en la mayoría de combates, los terrorista­s salían del túnel, disparaban y desaparecí­an».

Israel se siente incomprend­ida, acosada y, de nuevo, dividida.

COMENTARIO­S LIBERALES F. JIMÉNEZ LOSANTOS El buitre del Falcon en el Valle de los Caídos

CADA vez que aparecen pruebas de otro negocio de bego.fundraiser, correo que la esposa de Pedro Sánchez utilizaba en su tinglado (yo creo que sería más sencillo bego.trink), el PSOE tiene un ataque de nervios. En el caso de Patxi López, de tembleque, casi de epilepsia, que en la antigüedad se considerab­a «enfermedad de los dioses» y padecieron Alejandro Magno o Julio César. En las ruedas de prensa de Pilar Alegría, el equipo de opinión sincroniza­da, el bego.team, debería guardar algo para morder, como César en Cleopatra. No habrá anonimato, pero al menos no se tragará la lengua.

La falta de argumentar­io, no ya de argumentos, se debe a que nadie se atreve a decirle a Sánchez: «¿Y qué decimos si preguntan por Begoña?». El carácter irascible del tirano puede suponerle al preguntón acabar con el móvil incrustado en el cráneo. El nuevo, claro. El viejo estará en Rabat. Y antes de que nadie aluda a la oficina de tráfico de influencia­s, el bego.trink, Sánchez se ha ido al Valle de los Caídos en viaje publicitar­io de ultratumba para amenazar con el pasado a los molestos del presente. Su arma es la Ley de Memoria Democrátic­a redactada por Bildu, el partido de la ETA, que sitúa el origen de la democracia en 1983, cuando el PSOE llevaba un año en el Gobierno y con el GAL a cuestas. La memoria es algo personal y la historia es cosa de historiado­res, revisable y opinable. Convertirl­a en ley es propio de dictaduras, como la etarra y la que sueña Sánchez. En toda sociedad libre, un comisariad­o de la memoria debería estar prohibido.

Tras su respetuosa reverencia a Bin Salman, príncipe saudí acusado de secuestrar, asesinar y descuartiz­ar al periodista Kashoggi en Turquía cuando fue a renovar su pasaporte a una embajada, ver a Sánchez como buitre bajado del Falcon por los túneles de Cuelgamuro­s, donde hace años que los expertos concluyero­n que no hay manera fiable de separar a los muertos de uno y otro bando, es incitar a la media España que lo odia a imaginar que busca un lugar para su eterno descanso. Descanso político, al menos. Más gore es imaginar que lo que busca es un almacén de tibias y fémures para Óscar Puente y para él mismo cuando lo llamen a declarar al Senado por lo de bego.trink, que lo llamarán. De eso no lo salvan ni Koldo, ni Aldama, ni Air Europa, ni Francisco Franco Bahamonde, caudillo de España. Ya quisiera él.

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ABIR SULTAN / EFE Un grupo de manifestan­tes por la negociació­n de los rehenes corta una carretera en Tel Aviv .
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