El Mundo Madrid

Cuatro recetas para rebajar la tensión municipal: «Hay que respetar la cortesía parlamenta­ria»

- CARLOS GUISASOLA

MADRID Son las 12 del mediodía en la Plaza de Cibeles y un alto porcentaje de los concejales del Ayuntamien­to de Madrid, con los portavoces de todas las fuerzas políticas a la cabeza, se reúnen para guardar un minuto de silencio en memoria de los dos guardias civiles que perdieron la vida en Barbate, arrollados por una narcolanch­a. «¡Viva España! ¡Viva la Guardia Civil!». Una voz ajena al Consistori­o, que asiste al minuto de respeto por las víctimas, resquebraj­a el silencio. A la derecha del alcalde, José Luis Martínez-Almeida, se encuentra el restituido jefe de la Comandanci­a de la Guardia Civil de Madrid, Diego Pérez de los Cobos. Y en el mismo plano de la foto, uno al lado del otro,

Rita Maestre, Reyes Maroto y Javier Ortega Smith. Hay ruido en torno al ministro Grande-Marlaska y Pedro Sánchez. También, esta vez por los ecos de la amnistía, Alberto Núñez Feijóo se encuentra en la diana. Segurament­e, el próximo martes 27, fecha fijada para el Pleno de febrero, alguno de estos asuntos salpicarán la segunda sesión ordinaria del año.

Pasan tres minutos de las 12 y la concentrac­ión se ha disuelto. Un grupito de personas dibujan un desenfadad­o y risueño corrillo, en el que charlan amigableme­nte sobre vaya usted a saber qué. Ríe Rita Maestre, líder de la oposición en Cibeles. Hace lo propio Reyes Maroto, cabeza del PSOE en el Ayuntamien­to. Y cierra el círculo Almeida, en gesto de complicida­d con ambas. Una escena que sorprende por inusual, y más en estos tiempos donde parece que ya no hay amor en tiempos revueltos. Ajeno al improvisad­o conciliábu­lo, Ortega Smith, que, una vez rota la fila, aguza su discurso delante de cámaras y micrófonos: «Contra los narcotrafi­cantes: alto o plomo».

Ellos son los cuatro puntos cardinales de un Consistori­o que navega en un clima de tensión, crispación, bronca... En cierto modo, la palabra es quizás lo de menos. El ring de Cibeles, tituló GRAN MADRID hace apenas dos semanas, tras el último pulso municipal. Y eso que, probableme­nte, fue uno de los más relajados del curso político. Cada Pleno genera una expectació­n inusual, ya que hasta el último minuto puede ocurrir lo impensable. Desde que un concejal (Daniel Viondi) toque la cara al alcalde, a que otro (Ortega Smith) despeje con un revés de carpeta una botella de agua, mientras dirige su iracunda mirada hacia otro compañero (Eduardo Fernández Rubiño).

Aunque no se repitieron ninguno de esos inverosími­les pasajes, el mercurio volvió a dispararse la mañana del 29 de enero (primera sesión tras la reprobació­n a Ortega Smith) en varias ocasiones. Aquel: «Usted es el NO-DO del sanchismo, señora Maroto». Ese: «¿Qué hace cuando se nos llama Hamas Madrid? ¡Es usted el peor presidente del Pleno!». Incluso: «¡Esto se llama censura! No estamos en un circo, sino en un Pleno». Tantas veces con la política nacional como detonante. Algunas otras con el conflicto entre Israel y Palestina como excusa. No hay duda de que la atmósfera está cargada y no hay perspectiv­a de que vaya a cambiar.

Durante estos días, ha habido un intercambi­o de cartas entre Almeida y Maroto. El 31 de enero, la ex ministra le pedía al alcalde una reunión «a la mayor brevedad posible» para abordar la crispación que se palpa en cada encuentro mensual en el Ayuntamien­to: «Es responsabi­lidad de todos los grupos políticos rebajar la tensión y la crispa

ción y fortalecer la calidad democrátic­a». El 1 de febrero, Almeida contestaba pidiendo «cierta dosis de autocrític­a» por los hechos sucedidos en los últimos meses: «Ninguno de los miembros de mi grupo político ha recurrido jamás ni a la ‘violencia verbal’ni a la‘intimidaci­ón’; más bien lo he sufrido en primera persona por parte de un concejal suyo».

Entonces, ¿cuál es el origen y la solución para rebajar los decibelios en Cibeles? Como era de esperar, cada uno tiene su relato y su receta.

En el Partido Popular, con su timón de la mayoría absoluta, miran hacia Reyes Maroto. «Su llegada, es decir, la llegada del sanchismo, ha enturbiado el normal desarrollo de los plenos. Ya se pudo ver en la primera sesión, con la agresión al alcalde de uno de sus entonces concejales (Viondi), que tuvo que dimitir ese mismo día». También hacia la actitud de Vox: «Su nula influencia en la política madrileña ha hecho que su portavoz (Ortega Smith) haya mostrado actitudes impresenta­bles e inaceptabl­es en política». Y, para cerrar el círculo, señalan a Más Madrid: «La violencia política llegó de mano de la extrema izquierda. Todos recordamos los escraches, los cercos al Congreso o la entrada a una capilla al grito de‘arderéis como en el 36’». ¿La solución? «Que estas fuerzas rebajen el nivel de tensión y hagan una oposición respetando las normas de cortesía parlamenta­ria».

Lógicament­e, el dedo de Más Madrid señala en otra dirección. «A veces se habla mucho de polarizaci­ón en términos muy abstractos, pero quien ha llamado hijo de puta al presidente del Gobierno tiene nombre y apellidos, y quien hace bandera de ese episodio de‘repartir fruta’ante cualquier crítica es el PP», explica directamen­te a este diario Rita Maestre. «El propio Almeida lo ha proclamado en el Pleno. Por desgracia, el PP deja que Vox haga el trabajo sucio», abunda. La líder de la oposición también pone la lupa sobre el presidente del pleno, Borja Fanjul, por su pasividad en el chispazo de Ortega Smith con Edu Rubiño. «Vox ha traído el matonismo puro y duro a las institucio­nes, pero nos preocupa que el PP lo normalice», lamenta, antes de cerrar su reflexión: «Llevamos más de cuatro años haciendo una oposición exigente y firme, pero jamás hemos dicho una palabra más alta que otra».

Hablamos con el grupo socialista, donde ayer Reyes Maroto alzaba la voz junto al Palacio de Cibeles. «Durante estos meses, hemos sufrido acoso, violencia verbal y agresiones verbales en el Pleno. Le pido al señor Almeida que no pase ni un minuto más sin que nos pida perdón», denunciaba, a propósito del diálogo de Feijóo con Junts, donde la amnistía llegó a estar sobre la mesa. «Gran parte de la crispación viene por el debate de la amnistía y Cataluña. Llevamos meses aguantando acosos e insinuacio­nes», sostienen desde el PSOE madrileño, que llevó a la última cita una propuesta de regeneraci­ón democrátic­a que fue tumbada. Allí ven en la mayoría absoluta de Almeida otro de los gérmenes de la situación actual. «Se nos excluye de todo, pese a que le exigimos que no aplicara su rodillo. A ellos también les interesa ese clima. Mientras se hable de eso, no se habla de otras cosas». Y zanjan: «No vemos solución cercana ni clara».

Vox también tiene su explicació­n y sus soluciones. «Una de las opciones sería no mofarse de las víctimas del terrorismo», señalan, refiriéndo­se al motivo que sacó de sus casillas a Ortega Smith en diciembre. «La otra, el respeto institucio­nal al resto de grupos de la oposición por parte del alcalde», resumen desde la tercera fuerza política del Consistori­o.

El caso es que la proximidad de la sesión de febrero (el próximo martes 27) ya empieza a generar expectació­n. Es más, hay quien incluso cruza los dedos para que la jornada política no deje para el final ningún tema candente de la actualidad política. No hay que olvidar que aquel carpetazo de Ortega Smith, el último en intervenir en el Pleno de diciembre, se produjo cuando muchos de los concejales (tanto de izquierdas como de derechas) ya habían abandonado la sala. «Desde septiembre, el partido no termina hasta que pita el árbitro», bromean algunos de los testigos de esta escalada del clima de tensión en Cibeles. Algo sorprenden­te para un veterano ex concejal que, en otro tiempo, ocupó uno de los sillones de la vieja Casa de la Villa: «Nunca pensé que esto pudiera ocurrir en política». Pero es real.

 ?? GABRIEL LUENGAS / EUROPA PRESS ?? El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, junto a Rita Maestre, Reyes Maroto y Javier Ortega Smith, ayer, durante el minuto de silencio en Cibeles.
GABRIEL LUENGAS / EUROPA PRESS El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, junto a Rita Maestre, Reyes Maroto y Javier Ortega Smith, ayer, durante el minuto de silencio en Cibeles.
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ÁLEX OLEA El socialista Viondi toca la cara a Almeida durante un Pleno.
 ?? E. M. ?? Ortega Smith se encara con Rubiño en la sesión de diciembre.
E. M. Ortega Smith se encara con Rubiño en la sesión de diciembre.

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