El candidato contra la ‘guerra de Putin’ que resultó ser demasiado popular
Boris Nadezhdin es un ruso templado. Demasiado para los tiempos que corren, de acero y escombros. Descalificado ayer de la carrera presidencial por irregularidades en las firmas presentadas en apoyo a su candidatura, ha sido el único aspirante a la Presidencia de Rusia que ha criticado la guerra, por lo que le han llovido críticas e insultos de los propagandistas en los canales nacionales rusos. Pero, aunque prometía poner fin a la movilización, devolver a los soldados rusos a casa y liberar a los presos políticos, no abogaba por devolver a Kiev los territorios hurtados desde 2014. Desde la oposición y desde Ucrania algunos lo consideraron un juguete del Kremlin. Con todo, durante las semanas en las que su candidatura parecía posible logró un inesperado apoyo popular, con largas colas a la puerta de las sedes de su formación en ciudades como Krasnodar, San Petersburgo, Saratov, Voronezh y Ufa, para firmar en su favor. Tanto, que las autoridades han dicho basta.
Los rusos ya no podrán votar por él. El mismo Boris Nadezhdin anunció que la Comisión Electoral Central (CEC) le prohibió ayer participar en las elecciones de marzo. El político apuntó de inmediato que apelará ante el Tribunal Supremo: «Participar en las elecciones presidenciales es la decisión política más importante de mi vida. Y no renunciaré».
Nadezhdin, de 60 años, que esperaba presentarse como candidato del partido Iniciativa Cívica, no sólo se opone a la invasión de Ucrania y pide negociaciones ya. Está a favor de la «cooperación de Moscú con países occidentales». En su sitio web, se describe a sí mismo como «físico, empresario, abogado y político» y alguien que quiere sacar a Rusia «del autoritarismo y la militarización».
Ha criticado la ampliación de las restricciones al aborto y la prohibición del movimiento LGBT como «una completa tontería», comparando las medidas con las de «la Edad Media». Su recorrido vital va del putinismo al desencanto. Fue interventor de la campaña de Putin que le devolvió al Kremlin en 2012, pero en 2020 se pronunció en contra de las controvertidas enmiendas constitucionales que dieron al actual presidente la capacidad de fosilizarse en la poltrona hasta 2036. Nadezhdin se reunió este mes con esposas y madres de soldados rusos movilizados. Fue una de las pocas figuras políticas en hacerlo, y el movimiento cobra cada vez más importancia en un ecosistema en el que el Kremlin había dado por exterminada a la disidencia.
El llamado candidato pacifista había sorprendido a algunos analistas por su mordaz crítica a la guerra. Curtido como tertuliano de televisión, califica de «error fatal» la invasión. Su descalificación de la carrera electoral no sorprende. La CEC había dicho anteriormente que había encontrado fallos, erratas y datos erróneos en las firmas que Nadezhdin y sus aliados habían recabado en apoyo de su candidatura. El organismo incluso sugirió que algunas de las supuestas firmas eran de personas que están muertas.
Nadezhdin defiende la limpieza de su apuesta electoral: «Recabé más de 200.000 firmas en toda Rusia. Llevamos a cabo la recogida de forma abierta y honesta: las colas en nuestra sede y en los puntos de recogida fueron vistas por todo el mundo».
Boris Nadezhdin (60 años) es un político perteneciente al partido de centroderecha Iniciativa Cívica. Era el único de los aspirantes a la Presidencia de Rusia, que se vota el 17 de marzo, contrario a la guerra. El candidato había logrado un respaldo popular inesperado pero, según la Comisión Electoral Central, algunas de sus firmas de apoyo no eran válidas y se le ha prohibido presentarse a las urnas.
«Participar en las elecciones es la decisión más importante de mi vida. Y no renunciaré»
Se opone a la invasión de Ucrania, pide negociar ya y es crítico con las leyes anti LGBT