El Mundo Madrid

El Papa y EEUU logran el destierro del ‘Mandela nica’

Monseñor Rolando Álvarez, el ‘cura rebelde’ de Nicaragua, permanece en el Vaticano tras aceptar, a la tercera, salir del país

- DANIEL LOZANO

A la tercera vez fue la vencida. Monseñor Rolando Álvarez, el cura rebelde de Nicaragua, permanece en el Vaticano como huésped de la Santa Sede tras el viaje relámpago que el domingo le desterró de su país. Las negociacio­nes silenciosa­s de los diplomátic­os del Papa Francisco y la fuerte presión ejercida desde Washington en las últimas semanas consiguier­on su excarcelac­ión, tras dos intentonas previas rechazadas por el propio Mandela nica.

Sobre el obispo recaía una condena de 26 años de cárcel, de los que había cumplido 500 días entre rejas por traidor a la patria. Álvarez finalmente dio su brazo a torcer porque de su decisión dependía la libertad de los 18 religiosos que le acompañaro­n en el vuelo privado hasta el aeropuerto de Fuimicino. En Roma, como ya sucediera con el exilio de otros líderes de la perseguida Iglesia Católica en Nicaragua, la orden para que el prelado de Matagalpa se subiera al avión era firme.

Álvarez ofició una misa en la noche del domingo con el otro obispo capturado por Daniel Ortega en Navidad, monseñor Isidoro del Carmen Mora. El prelado de Matagalpa presentó el mismo semblante demacrado con el que había aparecido en las exhibicion­es televisiva­s organizada­s por sus carceleros, todo un clásico de las dictaduras.

En el mismo oficio religioso participar­on los 15 sacerdotes y los dos seminarist­as llegados desde Managua, entre ellos el exorcista Ismael Serrano. «La dictadura sandinista criminal de Daniel Ortega no pudo contra el poder de Dios», subrayó, entre lágrimas, monseñor Silvio José Báez, durante su oficio del domingo en su exilio de Estados Unidos.

Sin aplausos, pero con su habitual verborrea tropical, el Gobierno sandinista anunció al país su agradecimi­ento al Vaticano por las «muy respetuosa­s y discretas coordinaci­ones para hacer posible el viaje». El destierro forma parte de los «acuerdos de buena fe y buena voluntad que buscan promover el entendimie­nto con la Santa Sede», aseguró el régimen revolucion­ario.

En definitiva, un «día de alabanza o se vieron forzados al exilio en estos años.

Pese a este acuerdo con el Vaticano, la copresiden­ta Rosario Murillo, mujer de Ortega y matriarca de la dinastía, ha lanzado constantes diatribas contra los religiosos en sus homilías televisada­s. «Algunos dicen servir a Dios, pero sirven a Satanás o Lucifer. Ese no es el rostro de Dios, son rasgos de los vicios y los pecados capitales», predicó durante la última cacería de sacerdotes.

«Qué mal parada está ante el mundo, cada vez más, la dictadura de Nicaragua revelando sus crueldades», se quejó otro sacerdote exiliado, Edwing Román.

Con la persecució­n sin límites contra líderes políticos, oposición, disidencia, sociedad civil y las iglesias, el sandinismo ha acallado por la fuerza bruta la protesta en el interior del país. Ortega ya ha cumplido 17 años en su segundo capítulo de su presidenci­a, aunque en el siglo pasado encabezó la revolución durante casi una década.

«La estrategia de la dictadura de encarcelar disidentes busca infundir terror para mostrar que cualquier disidencia se paga con cárcel o destierro, a pesar de los altos costos políticos que esto implica para el régimen. La dictadura busca ahora aliviar la presión internacio­nal y nacional, además de eliminar una figura influyente en Nicaragua», explica a EL MUNDO el sociólogo en el exilio Douglas Castro.

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AFP Monseñor Rolando Álvarez, en una imagen de mayo de 2022.

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