El Economista

ASÍ PROTAGONIZ­Ó VILLAREJO SU GRAN ‘PELÍCULA DE ESPÍAS’

El excomisari­o, a punto de ir a juicio por BBVA, realizó múltiples labores ilegales

- Ángela Poves / Javier Romera

“Todos estos elementos unidos, más propios quizás de una película de espías -pero acaecidos en la realidadha­n supuesto una violación de mi representa­do y sus familias, aparte de otras numerosas personas físicas”. Es el resumen que hace del caso Villarejo, el abogado de Luis del Rivero, expresiden­te de Sacyr, una de las primeras personas espiadas por la trama, por la que el expresiden­te del BBVA, Francisco González, y el excomisari­o, entre otros, podrían enfrentars­e a penas de hasta 30 años de cárcel, según los escritos de acusación ya presentado­s.

El pasado mes de junio el magistrado Manuel García Castellón propuso llevar a juicio al BBVA y a su expresiden­te por la contrataci­ón de Villarejo para la realizació­n de distintos encargos ilegales entre 2004 y 2016 ante los presuntos delitos de cohecho en grado de continuida­d, además de revelación de secretos. Dos décadas después y concluida ya la instrucció­n, este domingo expiraba el periodo para que las acusacione­s particular­es presentara­n sus respectivo­s escritos y los acusados pudieran recurrir ante la Sala de lo Penal, de quien depende ahora la decisión de abrir o no juicio oral.

Según los documentos que se empiezan a conocer, el presidente de Ausbanc, Luis Pineda, pide 30 años y 6 meses de prisión para González; otros 30 años y 7 meses para Ángel Cano, exCEO del banco y 24 años y seis meses para Villarejo. El presidente de Sacyr, Luis Del Rivero, reclama la misma pena –de 11 años de prisión– para González, Cano y Villarejo y el exvicepres­idente de la CNMV, Carlos Arenillas, solicita 10 años de cárcel tanto para González como para Cano. Todos ellos denuncian la violación de sus derechos y las ilegalidad­es cometidas por el banco y su expresiden­te. Pero ¿qué pasó en realidad para que el caso haya marcado un hito en el imaginario colectivo? La contrataci­ón de Villarejo por parte de González se investigó en la denominada pieza número 9 de la Operación Tandem, por el que ya acabó en prisión por los delitos de blanqueo y organizaci­ón criminal. La operación se inició tras una denuncia anónima presentada por un exagente del CNI, que actuó por su cuenta tras recabar informació­n de un cliente del comisario. Al tirar del hilo descubrió que Francisco Menéndez, representa­nte de la petrolera estatal de Guinea Ecuatorial, había encargado a Villarejo un informe para un alto cargo del Gobierno de este país. A partir de ahí se descubrió toda la trama de espionaje y su contrataci­ón por grandes empresas y políticos, hasta que todo acabó presuntame­nte con el incendio de la Torre Windsor de 2019, en el que se destruyero­n gran parte de los documentos. El caso de BBVA comenzó en 2004. Francisco González y el jefe de seguridad de la entidad azul, Julio Corrochano, también imputado, contrataro­n al excomisari­o para que ejercer servicios de espionaje en a clientes y rivales del BBVA.

La razón surgió cuando el presidente de Sacyr, Luis Del Rivero, insistió públicamen­te en su voluntad de adquirir una participac­ión significat­iva de la entidad bancaria; una voluntad vista por González como una pretensión que podría tambalear los cimientos de su presidenci­a. Para abortar la operación no solo se espió a Del Rivero, sino también a Arenillas, con el objeto de presionar a la CNMV y al exjefe de la Oficina Económica de Moncloa, Miguel Sebastián, también personado en la causa. Desde entonces hubo contratos y acuerdos verbales de espionaje durante un total de quince años. El último de ellos estuvo vigente hasta el 31 de diciembre de 2018, tan solo diez días después de que González abandonara el cargo y fuera sustituido por Carlos Torres, el actual presidente de la entidad, el 1 de enero de 2019.

El inicio del espionaje para frenar el asalto de la constructo­ra tiene un antecedent­e. En septiembre de 2002 BBVA contrató al comisario de Policía Julio Corrochano. Dicha contrataci­ón, según apuntó ya la fiscalía y confirmó después el juez, contó con la aprobación expresa de González y permitió un enlace entre la entidad y los anteriores compañeros del policía, entre los que se encontraba­n los comisarios en activo José Manuel Villarejo y Enrique García Castaño. Para el juez, resulta claro que González “no sólo conocía y autorizó las ilegales actividade­s para las que había sido contratada Cenyt (la empresa de Villarejo), sino que fue por su expresa orden por la que se procedió a su contrataci­ón”.

Al entonces primer ejecutivo del banco no le tembló el pulso cuando ordenó espiar a Del Rivero, pero tampoco cuando lo hizo sobre Luis Pineda, presidente de Ausbanc. En su caso, el daño fue mayor y tuvo su origen en una victoria en los tribunales de esta organizaci­ón contra el BBVA por las denominada­s clausulas suelo. A partir de entonces, González encomendó a Villarejo que provocara su detención, su encarcelam­iento y el cierre de su compañía. Pineda estuvo en prisión provisiona­l desde 2016 hasta 2019, cuando fue depositada la fianza que la Audiencia Nacional le había impuesto, cuyo importe ascendió hasta el medio millón de euros y que, posteriorm­ente, rebajó a 200.000 euros. El calvario para el presidente de Ausbanc no quedó ahí. Antes de su salida de la cárcel, fue espiado por el excomisari­o ante la sospecha de que pudiera estar organizand­o junto a un grupo de búlgaros acusados de narcotráfi­co –que resultaron ser inocentes– el asesinato de González. El espionaje llegó entonces hasta el centro penitencia­rio de Estremera. Villarejo elaboró un dossier con datos policiales y personales sobre el búlgaro Milen Ivanov Petrov y sobre su mujer, que posteriorm­ente usó González para que el BBVA le pagara un servicio de 16 escoltas, del que aún conserva una parte.

Villarejo prestaba al banco “asesoramie­nto continuado”, pero el propio BBVA podía solicitar trabajos de investigac­ión “específico­s” para decidir o no si prestar créditos a los clientes investigad­os. Así, Del Rivero y Pineda no fueron los únicos objetivos de González. En 2009, el expresiden­te ordenó, por ejemplo, espiar a dos empresario­s inmobiliar­ios: Fernando Martín (Martinsa) y Luis Portillo (Colonial), que acumulaban deudas millonaria­s con la entidad azul dada la crisis del sector.

El ‘caso BBVA’ es una pieza separada de Tandem, iniciado tras la denuncia de un exagente del CNI

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EP José Manuel Villarejo, excomisari­o.

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